Por
Ariel Greco
Había que ver la cara de incredulidad de los hinchas de Gimnasia
cuando Javier Saviola terminó su única acción positiva
de la tarde con un derechazo que se clavó en el ángulo de
Leo Noce, que además significaba dejar dos unidades en la ilusión
del campeonato. Y había que ver como festejaban los hinchas de
River el empate que por ese entonces parecía uno de los últimos
formularios que necesitaba Boca para empezar a celebrar el título.
Sin embargo, el encuentro en La Plata continuó aún después
de haber finalizado, y con el resultado puesto en la Bombonera, el 2-2
final tomó otro color para ambos. Gimnasia sabe que desaprovechó
una chance, pero que mantiene intactas sus posibilidades de dar el batacazo.
A River le quedó la sensación que hipotecó apresuradamente
otra oportunidad, y para colmo, sigue sin encontrar su rendimiento futbolístico.
Con este empate, ya son seis los partidos que lleva sin triunfos.
Mucho se había hablado en la semana sobre la actitud que iba a
tomar River, luego de que Américo Gallego decidiera resguardar
a algunos jugadores para la Copa Mercosur. Y el equipo pareció
sentirlo. Más allá de la mayor riqueza técnica que
evidenciaban los visitantes, fue notorio como Gimnasia equiparó
las acciones simplemente a partir de su convicción para luchar
cada pelota. Para atacar, su único argumento fue buscar mediante
pelotazos la cabeza salvadora de Sava. En cambio, River intentaba jugar
mucho más, pero perdía ante cada pelota dividida. Así
resultó lógico que el encuentro se tornara deslucido y casi
sin situaciones de peligro, todo de acuerdo a lo que proponían
los locales. Por un lado, controlaban a los jugadores rivales más
peligrosos, pero también carecían de ideas para inquietar
a Bonano.
Luego de un error de Yepes, a Enría se le presentó la chance
más clara hasta ese momento. Claro que el peligro que genera el
rubio delantero es proporcional a la manera en que se nubla en el momento
de la definición. Por eso dilapidó la ocasión al
no decidirse entre patear al arco o tirar el centro atrás. River
no lo perdonó. En la contra, Gancedo lo buscó a Cardetti
(aparentemente adelantado), que fue la contracara de Enría. El
ex atacante de Central dejó en el camino a Noce y tocó al
gol con el arco vacío. Gimnasia siguió con su libreto. Lo
que en otro equipo puede parecer desesperación, en los platenses
es una vía de ataque. En un lateral de Adinolfi, a Enría
lo tomaron en el área y Pereyra marcó el empate. La fórmula
se repitió en la segunda parte. El delantero volvió a desbordar
por la punta izquierda y Sarabia se lo llevó puesto. Otra vez la
eficacia de Pereyra surgió para poner el 2-1. Justo por lo que
habían hecho unos y otros.
Más allá del logro, el gol fue contraproducente para Gimnasia.
El equipo de Griguol se tiró de manera deliberada hacia atrás
y apostó a la firmeza de Cufré y de Pereyra para sostener
el triunfo. A esa altura Sava había abandonado el área rival
y ya era un nuevo volante de contención. El único que intentaba
algo diferente era Pedro Troglio, que con subidas en solitario complicaba
a todo el fondo de River. Del otro lado, el equipo de Gallego era la imagen
de la impotencia. A pesar de que Gimnasia le regaló el terreno
y la pelota, River no pudo producir ni una situación de gol en
todo el segundo tiempo. Por más que Ortega proponía algo
con su gambeta, sus compañeros parecían tenerle alergia
y se alejaban cada vez que iniciaba una jugada. De esa manera, Gimnasia
tenía todo controlado, ya que Noce no pasaba sofocones. Incluso,
los de Griguol pudieron liquidarlo de contragolpe, pero nuevamente fallaron
en la definición. Y como había ocurrido en la primera parte,
la historia se repitió en el final. Esta vez fue Cavallo el que
quedó mano a mano con Bonano, que tapó el remate cruzado.
En la réplica, Saviola demostró su clase y marcó
el empate. Más que premio para River, fue castigo para Gimnasia,
que se abroqueló demasiado atrás y dilapidó las ocasiones
para liquidarlo.
Retraso
letal
Gimnasia superó
a River en actitud, aunque quedó en deuda con el juego. Con
la voluntad le sobró para equiparar el trámite, pero
no le alcanzó para dominarlo.
En River fallaron demasiadas
individualidades. Algunos por bajo nivel y otros por falta de compromiso.
Sin embargo, por su jerarquía y por algunas pinceladas, a
los de Núñez les bastó para rescatar un punto.
El retraso de Gimnasia
fue demasiado evidente y terminó siendo letal. Griguol sacó
a Enría y a Messera, mandó a Sava a volantear y dejó
solito a Troglio para contragolpear. Así le dio chances a
River.
A los de Gallego les
faltó claridad e inteligencia para aprovechar lo que le brindó
Gimnasia. Recién con una aparición inesperada de Saviola
pudo llevar peligro y lograr el empate.
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Extraña
expulsión
La sorpresiva aparición de Ariel Garcé con volante
central en la primera de River no pudo ser más desafortunada
para el juvenil defensor. Más allá de no haber tenido
una buena tarde, Garcé fue injustamente expulsado por el
árbitro Oscar Sequeira. Gimnasia ganaba 2-1 y tenía
espacios para contraatacar. En una de esas réplicas, Garcé
lo bajó a Messera y se ganó la amarilla. Sin embargo,
por indicación del juez de línea que le comunicó
al juez que ya estaba amonestado, Garcé recibió la
roja y se tuvo que ir expulsado. Por más que el defensor
le suplicó a Sequeira que mirara la libreta para zafar, el
árbitro no le hizo caso. Lo curioso es que Yepes, que pegó
bastante más que su compañero, dos minutos más
tarde cometió una infracción similar y se salvó
de la segunda amarilla, que incluso merecía desde un rato
antes. Ahora habrá que ver si en el Tribunal de Disciplina
Garcé zafa de la fecha de suspensión.
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