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PIDANLE A BOCA QUE JUEGUE MEJOR, PERO A LOS RIVALES...
No les pidan que cabeceen

En un partido entretenidísimo, con un segundo tiempo de cinco goles, el muletto de Central le empató a Boca con tres goles de cabeza.

Por Juan Jose Panno

t.gif (862 bytes)  En el primero, el paraguayo Cáceres le ganó a Matellán y le dio con la nuca a la pelota, que entró junto al palo derecho de Córdoba, que se quedó parado. En el segundo, en un centro frontal, Daniel Díaz le pegó con el parietal izquierdo y la clavó lejos del arquero, que esta vez no tuvo nada que ver. Y en el tercero, Córdoba amagó con salir, regresó de apuro y cuando estaba volviendo siguió a la pelota con la mirada y vio cómo se metía en la red. Con esos tres goles, Central logró dos empates parciales y la igualdad definitiva, dejándole a la Boca un amargo gustito a derrota. Los rosarinos, que de sus 17 goles anteriores a este partido no habían convertido ningún tanto en jugadas de pelota detenida, marcaron tres veces en una sola tarde por la vía del corner (dos) o del tiro libre (una). La (in) defensa de Boca mucho tuvo que ver con el resultado final de un partido que, por las situaciones a favor generadas en los 90 minutos, Boca debió ganar con claridad.
La tarde pintaba para la fiesta, más aún cuando llegó la noticia del empate de River sobre la hora en La Plata, que los hinchas boquenses celebraron con timidez y pudor. Frente a un rival preocupado por la Mercosur y que jugaba con medio equipo titular y una banda de pibes, Boca parecía tener el camino libre para montar un show de goles. El golazo de Delgado, después de un pase genial de Riquelme, parecía confirmar los pronósticos. El pesado primer tiempo terminó 1 a 0 porque el cuadro de Bianchi no supo concretar las otras tres situaciones que había provocado y porque Central sólo se había acercado a Córdoba tibiamente. Hasta ahí todo era obvio, cantado, previsible. Faltaba otro tiempo aburrido, alguna fugaz aparición de Riquelme, uno o más goles que llegarían por inercia, una mejoría de Central con el ingreso de Ezequiel González.
Pero todos los cálculos volaron por los aires porque los aciertos ofensivos de Central y los errores defensivos de Boca provocaron un juego abierto, entretenido y una catarata de emociones.
Pasó de todo en esos 45 finales; pasó que Boca tuvo 20 minutos brillantes; pasó que Palermo metió un cabezazo en el palo; pasó que Marchant lo perdió dos veces; pasó que entró Guillermo por Marchant y pasó que Boca hizo un gol de otro campeonato: toque sutil de Riquelme, enganche de Guillermo, pase en profundidad para Palermo y zurdazo del grandote, un golazo con la fórmula clásica del primer campeonato de Bianchi; pasó que Fagiani siguió haciendo macanas; que Bauza metió a Ezequiel González; que Ibarra cayó en el tobogán; que Central empató 2 a 2; que Ezequiel González le hizo un tontísimo penal a Palermo llevándoselo por delante; que Guillermo pateó el penal y puso el 3 a 2; que Bianchi lo metió a Medina para aguantar mejor los pelotazos que llegaban por arriba; que Ezequiel González quedó solito frente a Córdoba y se perdió el gol; que Riquelme ya había desaparecido; que la gente silbaba de terror cada vez que los rosarinos se acercaban y que Córdoba se mandó una macana más grande que la Casa Amarilla a sus espaldas para permitir el 3 a 3 definitivo. Para Boca, un desastre. Para el campeonato, un resultado fenómeno.

 

Optimismo de Bianchi

Carlos Bianchi puso su mejor cara de optimista y dijo que, cumplida esta fecha, todo sigue igual que una semana antes y que Boca sigue llevando la misma ventaja a sus rivales. Pero Bianchi no se cree demasiado eso que largó en la conferencia de prensa posterior al partido y se quedó preocupado por la falta de solidez de su equipo. “Yo no creo que se deba hablar de desconcentración sino de fatiga”, dijo, tratando de salvar la responsabilidad de los jugadores que dirige. “Son cosas del fútbol”, agregó resignadamente, en relación con los tres goles que convirtió Central, nacidos en jugadas con pelota detenida. “La entrada de Medina por Fagiani fue para reforzarnos por arriba”, explicó el DT. Lo que no quiso adelantar es qué equipo pondrá en la cancha en el partido que Boca jugará mañana contra el Atlético Mineiro en la Bombonera. Sólo señaló que van a entrar la mayoría de los futbolistas que entraron el miércoles último en Belo Horizonte.

 

Un equipo con dos caras

Hubo dos Boca, uno que maneja bien la pelota y es temible cuando ataca y otro que defiende muy mal y da enormes ventajas en los pelotazos aéreos.
El Boca ofensivo hizo tres goles, dos de ellos golazos, y creó media ocena de situaciones de gol más. Siempre buscó, en algunos pasajes con brillantez.
El Boca defensivo tuvo a Córdoba maniatado y a los defensores paralizados de terror ante cada centro.
El remendado equipo de Central jugó con mucha inocencia el primer tiempo, pero supo aprovechar las oportunidades que se le dieron en el segundo.
Delgado, porque metió un golazo y porque exigió siempre, fue el mejor de Boca.
El 3 a 3 final es demasiado castigo para los boquenses.

Santella, el que hace que Boca se corra todo

El preparador físico del plantel boquense explica cómo llegará el campeón de la Copa Libertadores al partido clave ante el Real.

Por Facundo Martínez

–De aquel Boca del bicampeonato que se diferenciaba de los rivales por su óptima resistencia física a este actual, ¿qué ha cambiado?
–El Boca del ‘98 no es fácil emularlo desde el punto de vista físico porque era un equipo virgen que se desarrolló dentro de un esquema de trabajo que para los jugadores era nuevo, lo que produjo un plus muy alto en el rendimiento, que con el tiempo es difícil de sostener.
–¿Qué explicación tiene esa baja en el rendimiento?
–El equipo comenzó a jugar con calendarios cada vez más frondosos, entonces lo físico disminuye. Uno no puede dar el máximo en todos los partidos, por lo que inconscientemente se comienzan a movilizar reservas sólo cuando las necesita. ¿Por qué? Porque el jugador quiere jugar siempre. En ese sentido, el futbolista no luce tanto físicamente como pudo hacerlo en otro momento. Además, Boca salió campeón de la Copa en este calendario, y antes de terminar de festejar siguió la carrera.
–¿Hay exceso de competencias?
–Hay un tiempo para preparar, uno para competir y otro para recuperar. Si se rompe esa relación, se complica. Acá empezamos el 10 de enero, en cuatro días ya estábamos jugando contra River, y desde ahí no paramos. Por eso no podemos hacer nada de fondo sino que vamos tratando de emparchar.
–Entonces, ¿cómo está Boca hoy?
–En el rendimiento general, estamos bien. Hay que tener en cuenta que se fueron elementos muy importantes, pero hay que confiar en que los que vienen se van a consolidar, como lo hizo Battaglia.
–¿Cómo va a afectar este momento físico en la Intercontinental?
–Hay partidos en los que la motivación es muy fuerte y el jugador va a entregar todo. Es un partido que todos estamos esperando.
–¿Es diferente ahora de como lo fue con Vélez?
–Sí, porque Boca juega con un nivel de exigencia mayor que la de Vélez. Acá si uno pierde 2-0, tiene que soportar críticas ácidas. Lo que es cierto que, al menos para el cuerpo técnico, la experiencia ya es conocida.
–¿Va a haber una preparación especial para enfrentar al Real Madrid?
–Hasta que subamos al avión no podemos alterar la preparación, porque no podemos pensar en el Real cuando estamos enfrentando a otros rivales. Eso es imposible. Recién con el viaje comenzaremos la adaptación. Si subimos al avión a las 8 de la mañana, para todos van a ser las 8 de la noche.
–¿Les van a mentir a los jugadores para que se duerman al mediodía?
–El sueño se puede inducir, con la ingesta de melatonina (un fármaco inocuo que produce sueño). Así, después de almorzar se duermen y ya empiezan a cambiar su reloj biológico. Ya en Tokio, los dos o tres primeros días, que son los que se sienten, el plantel no va a ser exigido. Por ahí van a hacer doble turno, pero por la tarde, por ejemplo, todo consistirá en salir a caminar, porque lo que hay que garantizar es el mantener al jugador vivo en esos horarios. Los días restantes trabajaremos en la puesta a punto, ya que ahora no podemos producir grandes cambios.
–¿Le gustaría que el factor desequilibrante sea lo físico?
–A esta altura, sólo trato de ser útil al cuerpo técnico y a los jugadores. La lectura que hagan los demás me puede afectar o no, pero yo tengo que vivir del compromiso con mi trabajo.
–Se lo pregunto por todas las críticas que recibió por las lesiones de los jugadores en la pretemporada...
–Las lesiones de la competencia fueron menos de las normales. Eso lo tengo bien claro. Hay problemas que hoy son de difícil resolución, como saber por qué un jugador se desgarra. Uno puede dar un millón de explicaciones, pero no hay investigaciones serias sobre ese tema. Vivimos con algunos datos que nos prestan los países desarrollados. Pero la verdad nos llega siempre diez años más tarde.
–¿Le apuesta al rendimiento del equipo para el compromiso en Tokio?
–Este plantel va a vender caro el partido, porque tiene un plus de combatividad. En eso el jugador argentino es reconocido, y este grupo particular ya ha dado muestras. En ese sentido tenemos mucha confianza.

 

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