Por
Fernando Cibeira
Y
eso que sus amigos reconocían que estaba mucho más enojado
a la mañana, cuando terminó de leer los diarios. A la tarde,
el jefe de la UCR, Raúl Alfonsín, declaró que se
sentía molesto y herido por las declaraciones de Fernando
de la Rúa en las que le recomendó no tocar ciertos
temas cuando habla en público. Lo del Presidente tenía
que ver con lo dicho por Alfonsín la semana pasada, cuando mencionó
lo ventajoso de que el país no pagara la deuda externa, al menos,
por dos años. Indignado, el ex presidente llamó a una rueda
de prensa en la que se mostró distanciado como nunca del Presidente
y donde llegó a decir que su recomendación no tiene
nada que ver con las concepciones democráticas.
Para la conferencia organizada ayer medio a las corridas en el Comité
Nacional de la UCR, Alfonsín reunió a toda su tropa, aunque
enfrentó las cámaras solo y con el diario La Nación
del domingo doblado sobre el escritorio. Es una de las operaciones
más nítidas que he visto en toda mi vida política,
indicó el ex presidente, sobre la avalancha de reconvenciones que
sucedieron a su declaración sobre el no pago de la deuda. Le pidió
a De la Rúa una aclaración sobre sus dichos y defendió
su libertad de hablar de cualquier ítem. En una democracia
se deben tocar todos los temas, porque si no se está conspirando
contra ella, agregó.
La historia tiene dos comienzos. Uno fue hace cerca de un mes, cuando
el Gobierno trataba de superar la crisis por la renuncia del vicepresidente
Carlos Chacho Alvarez y Alfonsín salió a calificar
la convertibilidad como una trampa. Luego insistió
y dijo que la obra cumbre de Domingo Cavallo había sido uno de
los dos peores hechos del siglo pasado, junto con el golpe militar de
1930. Aquellos dichos de Alfonsín alteraron el humor de los mercados
y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, dijo entonces que la convertibilidad
era la piedra angular de la economía.
El segundo comienzo se dio el jueves pasado, con Alfonsín como
invitado especial del programa de almuerzos de Mirtha Legrand. A la manera
de expresión de deseos, al ex presidente se le ocurrió imaginar
lo bueno que sería que a Argentina le dieran dos años de
gracia en el pago de la deuda externa. Para invertir en el país
esos 20 mil millones, justificó. Media hora después,
la característica placa roja de Crónica TV anunciaba Alfonsín
no quiere pagar la deuda externa. Lo que digo es qué
lindo sería no pagarla, aclaró el ex presidente en
el otro bloque.
Pero no hubo aclaraciones que valieran. Desde el mismo día, motivados
por los nuevos temblores del mercado, Colombo, el ministro de Economía,
José Luis Machinea, y hasta el propio Presidente repitieron una
y otra vez que el país honraría sus compromisos. Hubo un
economista norteamericano, Rudiger Dornbusch en un acto junto a
Machinea que le recomendó a Alfonsín llamarse a silencio
si quería que los inversores vuelvan al país. De la Rúa
dejó notar su fastidio el sábado a la mañana en Aeroparque,
antes de embarcarse rumbo a Córdoba a un encuentro de intendentes.
La Argentina honrará sus obligaciones como siempre lo ha
hecho. Cualquier declaración distinta es inadmisible, marcó.
Y fue bien explícito al referirse a Alfonsín. Si bien
después aclaró que no dijo lo que se le atribuyó,
igual que cuando habló de la convertibilidad, lo que yo advierto
es que es necesario no tocar cierto temas, advirtió.
Y fue precisamente esa recomendación lo que sacó de las
casillas al ex presidente, a quien si algo que no le gusta es que le marquen
el discurso. Sus amigos ayer había unos cuantos en el Comité
Nacional indicaban que el enojo era todavía mayor porque
el ex presidente había estado hasta la madrugada en un acto en
9 de Julio hablando loas del rumbo gestión delarruista, algo que
dicen hace más por fidelidad que por convencimiento.
Para la hora de la conferencia, pasadas las 17, el ex presidente lucía
sereno, pero sus palabras transparentaban un estado de ánimo alborotado.
Entre otros lo acompañaron el ex ministro Enrique Coti
Nosiglia, el ex vicecanciller Raúl Alconada Sempé, el economista
Mario Brodersohn y su hijo Ricardo Alfonsín. El ex presidente dijo
que le dolía que los hombres del Gobierno hubieran salido a hacer
aclaraciones sin siquiera tomarse la molestia de llamarlo por teléfono
para saber de su boca qué había dicho. En concreto, mencionó
a Colombo y a Machinea. Fue más duro con el ministro de Economía,
a quien lo acusó de utilizar frases descomedidas, aunque
hizo la salvedad de que pudo haber actuado presionado por
el Presidente. Hubo una declaración descomedida del ministro
de Economía, que dijo que dos o tres radicales pensaban como yo.
No sé si hubiera estado más contento si yo dijera: ¡Qué
bueno, tenemos que pagar 30 mil millones el año que viene!,
ironizó.
También cayó en la volteada el economista Dornbusch difícil
que se la dejara pasar, a quien tildó de oportunista.
Me mortificó que haya dicho que De la Rúa es un presidente
para los domingos, remarcó. Y pidió al Gobierno: Se
la tienen que agarrar con Dornbusch y no quien les habla. Otro de
los blancos fue el diario La Nación, considerándolo culpable
de tergiversar sus declaraciones.
De a uno, los alfonsinistas fueron saliendo del Comité Nacional,
evaluando por anticipado las repercusiones que podrían tener las
declaraciones de su jefe. Lo están acusando de cualquier
cosa. Las bolsas se cayeron en toda Sudamérica y acá dicen
que fue por lo que dijo Alfonsín, rumiaba uno de sus amigos.
Y si bien estaba claro que su enojo estaba focalizado en De la Rúa,
los peores dardos del entorno eran para Machinea. No hace falta
que sobreactúe así, lo atacaban.
Quest-ce
quil passe?
La ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide,
volvió ayer de su controvertido viaje a Francia y dedicó
el día a analizar con su gabinete los conflictos generados
en distintos puntos del país. Según un comunicado
del ministerio, durante la reunión la funcionaria recibió
un llamado del presidente Fernando de la Rúa, tal como
lo hizo mientras la ministra estaba de misión oficial en
el exterior.
Decidida a mostrarse activa en el asunto, Fernández Meijide
pondrá hoy al tanto al gabinete económico social de
una propuesta de efectuar reuniones interministeriales de
seguimiento de la situación social con consejos de emergencias
de las provincias. La ministra había recibido varias
críticas especialmente desde la oposición
por haber viajado a un encuentro a Biarritz en medio de los conflictos
sociales que estallaron la semana pasada, el más importante
de ellos en La Matanza. El viaje coincidió también
con los rumores de cambios se producirían esta semana
en los que separaría a algunos funcionarios de su cartera.
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