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Contra la tala de árboles nativos para hacer un sumidero del Primer Mundo

Grupos ambientalistas protestaron contra la tala de lenga, en el Sur. Un convenio que firmó María Julia permite reemplazar esa especie por pinos, para absorber el carbono que emite el Norte.

Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes)  “Donde pisa el Primer Mundo no vuelve a crecer la hierba”, dice el cartel que ayer quedó clavado en un bosque patagónico devastado. La organización Greenpeace y entidades ambientalistas de Chubut manifestaron en esas soledades contra un convenio que, según ellas, “transfiere a la Argentina la responsabilidad por contaminación ambiental causada en países desarrollados”. Ese convenio, firmado 15 días antes de dejar su cargo por la ex secretaria de Medio Ambiente, María Julia Alsogaray, “permite establecer “sumideros” en los que los bosques nativos son sustituidos por pinos de corta vida”, según los ambientalistas. Los manifestantes exigen que se anule el convenio y que, en la reunión de la Convención Internacional sobre Cambio Climático que empieza el lunes que viene, “la Argentina deje de ser un operador de la política de Estados Unidos”.
A las tres de la tarde de ayer, más de cien personas se habían reunido en el arroyo El Perdido, a pocos metros del lago La Plata y cerca de la localidad de Alto Río Senguer, en el sudoeste de la provincia de Chubut. Además del cartel antedicho, otras pancartas decían: “No más talas de lengas”; “No a Prima Klima”.
Prima Klima es el nombre de una fundación alemana, vinculada con empresas privadas. El 25 de noviembre del año pasado, la entonces secretaria de Recursos Naturales y Medio Ambiente, María Julia Alsogaray, y el entonces gobernador de Chubut, Carlos Maestro, homologaron un convenio por el cual esta provincia y Prima Klima invertían, a partes iguales, 2.200.000 pesos para un proyecto de “manejo de bosques” que duraría cinco años, en el marco de la Convención Internacional sobre Cambio Climático.
Según Juan Carlos Villalonga –quien participó en la manifestación de ayer como responsable del Area Clima de la entidad ambientalista Greenpeace Internacional–, el propósito de fondo del proyecto es “generar bonos de carbono”. Un grupo de países liderado por Estados Unidos, con apoyo de las grandes corporaciones petroleras y automotrices, presiona para que la Convención les permita eludir la reducción de quema de petróleo, gas y carbón en sus países, reemplazándola por esos “bonos” que se obtendrían plantando, en países pobres, árboles que, al absorber carbono de la atmósfera, reducirían la contaminación global.
“La validez del método es dudosa, deja de lado la solución de fondo que es reducir la emisión de contaminantes y transfiere al Sur la responsabilidad que corresponde a los países del Norte”, afirmó el representante de Greenpeace. Villalonga agregó que “el acuerdo dura cinco años, pero el bosque de pinos deberá durar 50 años para garantizar que el carbono no retorne a la atmósfera y su mantenimiento deberá correr por cuenta del Estado argentino”.
La concreción del proyecto quedó en manos del Ciefap (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónica), que depende de la Nación, de las provincias de esa región y se mueve con subsidios internacionales. Víctor Antorena, del grupo Vuquipura Mapu (que significa “natural de la tierra”), denunciaba ayer que “talaron la lenga indiscriminadamente y han dejado devastación. Cayeron árboles de todos los tamaños, incluso los pequeños ‘renovales’”. Un bosque de lenga –llamada roble patagónico– tarda 70 años en regenerarse.
El plan es reemplazar la lenga por pinos: “Un bosque ya maduro no rinde tantos bonos, ya que consume mucho menos carbono que los pinos en crecimiento. Por eso talan y plantan pino”, explicó Villalonga.
La tala fue provisoriamente detenida en setiembre por decisión judicial, luego de una presentación de la defensora del Pueblo chubutense, Marcela Colombini, pero “continúan las presiones para que se toleren estos ‘sumideros’”, sostuvo Villalonga. Ayer hubo una protesta similar en El Foyel, cerca de Bariloche, Río Negro, donde “talan el bosque natural para plantar pino junto al Parque Nacional Nahuel Huapi, en un área donde seiba a desarrollar un corredor biológico, aumentando el riesgo de incendios en la zona”.

 

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