Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Hebrón
En un monitor electrónico, tres líneas punteadas y amarillas
dibujaban cómo se estaba consumiendo la vida de una adolescente.
De Ghazala Jaradet, 13 años, de cuyo cuerpo brotaban tubos plásticos,
sólo llega una pequeña y fantasmática agitación
de su mano izquierda. Ayer, mientras los casi invisibles ojos marrones
de Ghazala asomaban entre las vendas de su cabeza, su madre la daba por
muerta. Un día después de que su hija mayor fuera alcanzada
en la cabeza por una bala de goma israelí, Maha Jaradet ya habla
en pasado: otro shahid (mártir) en las más de cinco semanas
de sangre. Estoy segura de que mi hija fue asesinada, dijo.
Ella siempre hablaba de mártires porque se quedó viéndolos
por TV. Y así siguen las cosas en Medio Oriente, durante
el fin de semana en el que el líder palestino Yasser Arafat acordó
visitar Washington el jueves próximo, dos días después
de las elecciones norteamericanas. Allí se reunirá con el
presidente norteamericano, Bill Clinton, para tratar de terminar con una
espiral de violencia que ya se llevó la vida de más de 170
personas y que dejó a cientos de heridos tan críticos como
Ghazala. El domingo, Clinton se entrevistará con el premier israelí,
Ehud Barak, también en Washington.
En el frío de su sala de estar en la aldea de Beit Anoun, Jaradet
no quiere que Arafat vaya a Washington. No es que sea escéptica
en cuanto a los languidecientes poderes de Clinton: después de
ver cómo los médicos movían la cabeza al lado del
cuerpo de su hija, que quería justamente ser doctora cuando fuera
grande, estaba demasiado enfurecida para hablar de negociaciones. Es
mucho mejor mantenerse en la lucha y ser un mártir que vivir en
una situación donde uno está continuamente humillado,
sentenció. Quizás Ghazala no viva lo suficiente como para
ver si Barak y Arafat pueden relanzar la muy frágil tregua acordada
la semana pasada. Los doctores del hospital de al-Ahlia, en Hebrón,
dicen que la bala de goma rebotó en la zona trasera de su cráneo
y colocó un filoso fragmento óseo dentro de la masa cerebral,
causándole un daño muy severo. Si sobrevive, la parte derecha
de su cuerpo quedará completamente paralizada. Este tipo de tragedias
se han vuelto cansadoramente familiares.
Los soldados israelíes mataron ayer a dos palestinos más
en Gaza, uno de los cuales fue un adolescente de 16 años alcanzado
en su cabeza. El sábado había sido el turno de Ghazala.
Estaba con un grupo de chicas con uniformes de escuela (vestido verde
y pañuelo blanco sobre la cabeza) que iban para sus casas. Había
cerca algunos muchachos apedreando una patrulla israelí cerca de
la entrada de la aldea, pero las chicas no se apartaron de su camino.
De pronto, Ghazala dijo oh y cayó, dijo
su compañera Dima al-Motor, de 14 años. Un vecino puso a
Ghazala en su coche y la llevó hasta Hebrón. A Maha Jaradet
le tomó dos horas llegar a la unidad de cuidados intensivos (tratándose
de sólo algunos kilómetros) por la cantidad de barricadas
de concreto israelíes que bloquean las principales calles de Hebrón.
Los palestinos y las organizaciones internacionales de derechos humanos
denunciaron un nivel perturbadoramente alto de heridos en la cabeza por
balas israelíes: el 70 por ciento de los 5500 palestinos heridos
fueron alcanzados en la parte superior de su cuerpo, incluyendo un 26
por ciento en la cabeza y en el cuello. Acusan a los israelíes
de disparar a matar. Por su parte, el Ejército israelí sigue
diciendo que sólo dispara cuando las vidas de sus soldados corren
peligro. Un vocero militar israelí declaró anoche que Ghazala
fue herida en un accidente automovilístico y que su familia y los
doctores inventaron la historia de la bala en su cabeza.
Aun cuando Clinton pueda arrancarles a Barak y a Arafat el cumplimiento
efectivo del cese del fuego y la posibilidad de que en algún momento
se reinicien las conversaciones de paz, las víctimas de estas semanasseguirán
flotando sobre cientos de familias palestinas. Era mi mejor amiga
y, cuando los israelíes le dispararon, sentí que se llevaron
una parte de mi cuerpo, resumió Dima al-Motor.
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De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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