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DIA FINAL DE CAMPAÑA PRESIDENCIAL EN EE.UU.
Un maratón por el voto

Por Alfredo Grieco y Bavio

t.gif (862 bytes)  Cuando ayer los candidatos presidenciales norteamericanos se lanzaron a su último y maratónico día final de campaña, las encuestas se obstinaban en conservar una ventaja para el republicano George W. Bush. Pero los asesores de su rival demócrata, el actual vicepresidente Al Gore, cree que puede ganar la Casa Blanca si, y sólo si, le va lo suficientemente bien en estados clave como para vencer en el colegio electoral, la institución que decide quién ganó en verdad la carrera.
En las elecciones norteamericanas, el verdadero soberano no es el pueblo, sino el conjunto de electores que, reunidos en un colegio, vota al candidato que así resultará Mr. President. O sea que importa menos la suma nacional de sufragios, que las batallas libradas estado por estado, para arrastrar la mayor cantidad de electores al colegio. Y el candidato que termina primero en cada estado se lleva a todos los electores estaduales. Se necesitan 270 votos para ganar en un colegio que tiene 538 bancas.
El staff de Gore espera doblar la suerte a su favor ganándose al puñado de estados clave donde está tan parejo con su adversario, el republicano gobernador de Texas, que resulta difícil aventurar predicciones. Gore podría convertirse en el nuevo presidente aunque la mayoría de los votantes a lo largo de todo el país no lo hayan preferido. Si esto ocurriera –un Gore que ganara en el colegio electoral a pesar de la limpia victoria de Bush en el voto popular–, parecería confirmarse la sospecha que la opinión del electorado, tal como fue vertida en los sondeos, reiteró una y otra vez: que el vicepresidente es un hombre de Washington, un tecnócrata, un político avezado que sabe utilizar las instituciones en su favor antes que en el de la ciudadanía a la que busca representar.
Los asesores de Gore se justifican. Y admiten que no sería una bella victoria: sería como ganar el mundial de fútbol por penales. Tampoco sería la primera vez que ocurre. En 1876, Samuel Tilden fue derrotado así; con el nombre de su triunfador, Rutherford Hayes, se bautizó una ciudad paraguaya, para agradecer un laudo fronterizo que perjudicó a la Argentina. Un caso anterior se dio en 1824 y otro posterior, en 1888. Si fuera el caso en la elección 2000, sería el primero desde que el sufragio se universalizó por su extensión a indios, negros y mujeres.
El estado más grande, California, tiene 54 votos en el colegio electoral, seguido por Nueva York con 33. Es muy posible que ambos apoyen a Gore. Siete otros estados, los menos poblados, junto con Washington D.C., tienen 3 votos cada uno. Las expectativas de Gore están puestas en Florida, un estado con 25 votos. Es un feudo de la familia Bush, donde gobierna Jeb, hermano del candidato presidencial. Sin embargo, Bush encabezó las encuestas en este estado. Lo mismo ocurre en otro campo de batalla, Pennsylvania (23 votos), donde las encuestas también lo favorecen.
El último sondeo de Reuters muestra que Bush lleva la delantera en el voto electoral, con 209 seguros contra 196 de Gore. Los sondeos de opinión cuentan la historia que todos conocemos desde el postrer teledebate: Bush lleva una ventaja constante, pero de sólo 2 o 6 puntos. Y seguía ayer así a pesar de la revelación de que fue detenido en 1976 en Maine por conducir ebrio, unida a la revelación (aun más escandalosa para el hipotético votante medio) de que había barrido toda la historia bajo la alfombra. En la encuesta Gallup de ayer, la brecha a favor de Bush era de cinco puntos. Pero en otras encuestas, tradicionalmente más prodemócratas como la del Washington Post, la ventaja se adelgaza a dos puntos.

 

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