OPINION
Por
quiénes vota el mundo
Por Claudio Uriarte
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Cada
cuatro años, la República Imperial norteamericana realiza
un cambio de guardia en la cúspide de su Poder Ejecutivo. El
procedimiento del relevo podría considerarse un poco injusto:
votan sólo los norteamericanos, cuando las decisiones de cada
presidente de la superpotencia única afectan inevitablemente
a casi cada rincón del planeta. Desde luego, los intereses
extranjeros no están ausentes en la campaña, sea por
promesas de intercambios de favores y ayudas, como a través
del financiamiento más o menos indirecto. En la Argentina,
esas tomas de partido ya están dadas, aunque más no
sea por ciertas afinidades electivas que ligan al justicialismo al
triunfo del hijo de George Bush y a la Alianza al del vicepresidente
demócrata Al Gore.
Esas afinidades se comprenden. Bush, un hombre de la industria del
petróleo, proveniente del estado norteamericano petrolero por
excelencia -Texas y candidato del partido más favorecido
por las corporaciones multinacionales, tiene intereses firmes en la
expansión de tratados de libre comercio que son los enemigos
principales de los trabajadores norteamericanos. Por eso, quienes
aspiran a engancharse en el vagón de la prosperidad norteamericana
apuestan a Bush, y quienes simpatizan con la causa de los trabajadores
en la época de la globalización respaldan a Gore, quien
depende mucho más que su adversario del apoyo de los sindicatos
norteamericanos (aunque parte de este apoyo ya le ha sido devorado
por el candidato del Partido Verde, Ralph Nader).
Pero esto dista de agotar los ecos internacionales del desenlace de
la pelea. De ganar Bush, el libre comercio estará de parabienes,
pero se abrirán dos zonas de gran riesgo: el compromiso del
candidato a un escudo de defensa antimisiles, de cumplirse, desataría
una grave crisis con Rusia y China y debilitaría los vínculos
con la parte europea de la OTAN, mientras su plan de reducción
de impuestos corre el peligro de precipitar a la economía norteamericana
en una recesión de proyecciones incalculables en todo el mundo.
En el caso de Gore, los peligros no son menores, principalmente por
el fervor del candidato por la doctrina del intervencionismo basado
en razones humanitarias como Kosovo. Bush, por el contrario,
desconfía de los compromisos militares internacionales sin
fecha de salida clara como Colombia, y bajo su mandato
probablemente ocurriría el retiro de gran parte de las fuerzas
norteamericanas de los Balcanes. Que el progresista sea
el más imperialista es otra de las paradojas de
esta elección. |
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