Por
Fernando Cibeira
El
presidente Fernando de la Rúa buscó la forma de decir lo
mismo, aunque del modo más diplomático posible. En
democracia y en libertad se puede opinar de todo, pero si tenemos responsabilidades
debemos hacerlo de modo de no inducir a confusión y que puedan
publicarse cosas inconvenientes con efecto negativo, insistió
ayer, desde Bolivia. Fue al fin de un día en que el jefe de la
UCR, Raúl Alfonsín, recolectó varios apoyos luego
de mostrarse herido y molesto por una recomendación
presidencial del sábado pasado. De la Rúa había sostenido
que no se debía hablar de ciertos temas, en referencia a la declaración
del ex presidente sobre no pagar la deuda externa durante dos años.
La defensa de Alfonsín surgió principalmente de legisladores
de la Alianza, quienes acusaron al establishment económico de armar
campañas contra el país.
El Presidente no ha dicho nada que pueda molestar o afectar al doctor
Alfonsín, se atajó De la Rúa en la conferencia
de prensa que dio ayer en Bolivia, luego de hablar en la Asamblea Legislativa.
Pero enseguida volvió a su recomendación de no decir cosas
que puedan inducir a la confusión. Y esto lo digo con el
mayor respeto y con toda la responsabilidad que me corresponde como Presidente
de la Nación, indicó.
El domingo, Alfonsín convocó al periodismo al Comité
Nacional de la UCR para mostrar su enojo con la recomendación que
le transmitió De la Rúa y lo que, en el mismo sentido, ya
había dicho el ministro de Economía, José Luis Machinea.
Alfonsín respaldaba su disgusto diciendo que nunca opinó
que no debía pagarse la deuda externa, sino que sólo se
animó a expresar una ilusión en voz alta, algo que no justificaba
ningún revuelo.
Sin embargo, cerca de De la Rúa explicaban que broma o no
los mercados habían reaccionado desfavorablemente. El secretario
de Finanzas, Daniel Marx, ayer sostuvo que las afirmaciones de Alfonsín
recogieron bastante repercusión en los mercados externos,
porque se consideraron como una nota discordante con la posición
oficial.
Con todo, fueron más las voces que apoyaron la posición
librepensadora de Alfonsín. Por ejemplo, la de quien ayer quedó
como presidente provisorio, el titular de la Cámara de Diputados,
Rafael Pascual. Lo de Alfonsín no fueron declaraciones sino
expresiones de deseos que podemos compartir todos los argentinos,
dijo, en su visita a Chaco. Para Pascual, el entredicho de De la Rúa
con Alfonsín es como una comedia de enredos. Como otros
legisladores de la coalición, Pascual culpó a sectores
del establishment claramente interesados en generar este tipo de versiones.
El malestar de los dirigentes de la Alianza estaba focalizado en el economista
norteamericano Rudiger Dornbusch, que en pocos días se ganó
una ristra de enemigos con sus pronósticos agoreros.
El jefe del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro,
consideró que los mercados sobreactuaron su preocupación
por los dichos de Alfonsín. No se puede hablar ni decir nada,
se quejó y añadió que si se seguía en ese
camino se terminaría en una dictadura del silencio.
Junto al radical Horacio Pernasetti, Alessandro firmó una declaración
conjunta en la que atacaron a Dornbusch y otros pretendidos gurúes
económicos que incursionan en la política de un país
que no conoce lo suficiente y todavía no pueden explicar por qué
aplaudieron tan eufóricos al ex presidente Carlos Menem cuando
aumentó simultáneamente el gasto público y la deuda
externa.
El senador Leopoldo Moreau, en tanto, denunció una campaña
persistente a partir de la llegada de la Alianza a la Rosada con
la intención de provocar una devaluación o una dolarización,
algo que no está en la cabeza ni de Alfonsín ni de
De la Rúa.
Cerca de Alfonsín, evaluaban anoche en forma positiva las reacciones
provocadas a partir de la sorpresiva aparición dominguera del ex
presidente, que marcó el punto de mayor distanciamiento con De
la Rúa desde que asumió la presidencia. Alfonsín
todavía aguardaba un llamado del Presidente con las explicaciones
reclamadas pero, luego de lo que dijo Dela Rúa en Bolivia, quedó
en claro que para eso todavía tiene que esperar. Y tal vez la llamada
no llegue nunca.
OPINION
Por Alfredo E. Allende *
Carta
abierta
Dr. Raúl Alfonsín. Pte.
De mi mayor consideración:
Usted cometió el pecado de deslizar un deseo compartido
por el 99 por ciento de los argentinos en el sentido de
que se nos dé un respiro con los intereses de la deuda
externa, de breve término, para facilitar la expansión
del país. Y, así, poder honrar los compromisos.
Otros hemos manifestado igual inquietud inclusive con proyectos
en la Cámara de Diputados de la Nación pero,
claro, carecemos de la relevancia nacional que usted, obviamente,
posee en alto grado.
Sí, fue un pecado: puso en peligro lejano por cierto
el gran negocio derivado de las obligaciones internacionales que
no es sólo de los acreedores sino (y fundamentalmente)
de intermediarios, comisionistas y bancos administradores de los
papeles de la deuda, con o sin Brady. Usted llamó la atención
sobre el más grave tema que sufre el país, sin lugar
a dudas, tema que algunos quieren dejar relegado a un círculo
estrecho de negociadores. Además, dos años de mora
significan más de doscientos millones de dólares
que no se cobrarían en la tarea apuntada y que no se sabe
cuándo, luego se recibirían.
Ni un solo título se desvalorizó por lo que usted
dijo o dio a entender. Todo se sabía de antes,
entre otras cosas aquella que no se mencionó: la posibilidad
de caer en cesación de pagos, parcial se quiere, antes
de fin del año 2001.
Ello, sin descartar que, desacreditándolo a usted, se lanza
una campaña para reemplazarlo en la conducción del
partido: siempre hay candidatos menos renuentes a la sumisión
que reclama el mundo financiero.
Usted es, mi amigo, una piedra en el camino de la servidumbre:
no se infatue, una pequeña piedra. Pero los demás
somos corpúsculos.
Que las iras desatadas sobre usted no nos lleguen a todos los
que pensamos y sentimos de la misma manera.
* Diputado.
Alianza (UCR).
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