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OPINION

Próximo estreno

Por Eduardo Aliverti

Qué pasó?
Pregunta en boca al cumplirse un año de la victoria electoral de la Alianza. Y una primera y gran respuesta es que no pasó algo especial, sino que nunca dejó de pasar lo estructural.
Ya desde su plataforma, sin que siquiera hiciese falta contar que a su frente se hallaba un conservador feroz como De la Rúa, la coalición jamás planteó un cambio de modelo. Y en elemental consecuencia, lo estructural sigue siendo que un puñado de corporaciones y la dictadura del “mercado” continúan resolviendo el destino argentino. De manera que a lo que en términos convencionales se conoce como política –desde la ideología de estos políticos– no le queda otro papel que humillarse ante lo que convencionalmente se denomina economía.
Se vive así en medio de una sobreactuación fenomenal, en la que una inmensa porción, casi la única, de eso que llaman “clase” política, finge estar haciendo algo por los dramas nacionales. Finge que hay que esperar, como había que esperar que el rebalse de la copa de los ricos se derramara sobre los pobres. Finge que los atormenta la desocupación, como si los desocupados y los sueldos miserables no fuesen el disciplinador por excelencia para evitar la protesta social. Finge desvelo por la corrupción, como si la corrupción no fuese funcional a un modelo de saqueo. Y como la ficción –salvo, a veces, en etapas preelectorales– queda desnuda cada vez más rápido, también el desprestigio es cada vez más veloz. Y por eso la debacle de la Alianza cuando no llegó ni al año de gobierno.
Con ese marco, unido al peronismo convertido en circo romano, la movida que se acerca (la que ya está, en realidad), bajo promoción o complacencia de los intereses norteamericanos, es el estímulo de figuras como Alvarez y –en esencia– Cavallo. Son capaces de resucitar la ficción más importante de todas: el mismo modelo pero más limpio. El arco se completa con la figura filofascista de Ruckauf, de modo que la patronal tenga recambio a dos puntas para amortiguar el descontento popular. Derecha liberal pero bañadita y derecha autoritaria. De la Rúa y la Alianza, que hace un siglo sirvieron para filmar la película del fin del menemato, ya no les sirven. Sí en lo ideológico, no en la implementación. El pueblo les perdió la confianza y, aunque carezca de organización y vanguardia, alcanza para visualizar revueltas y conflictos.
Se viene una “nueva” película, con dos argumentos en paralelo para satisfacer a una amplia gama de espectadores.
Y sobran giles para el estreno.


 

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