Por
Pablo Rodríguez
En
la jerga del automovilismo lo llaman succión: cuando
un bólido se acerca al que tiene delante lo suficiente como para
intentar pasarlo, el viento que envuelve al primero hace que el segundo
se le pegue, como si comenzara a chuparlo. Lo del republicano
George Bush Jr. y Albert Gore en Estados Unidos no es un fenómeno
físico, sin dudas, pero parece que efectivamente comenzó
la succión. Las encuestas finales sobre las elecciones presidenciales
norteamericanas más peleadas en por lo menos 40 años así
lo indican: la diferencia que Bush mantenía sobre Gore, que trepaba
hasta un cinco por ciento, se ha reducido a dos y hasta un insignificante
uno por ciento. Ayer, Bush y Gore pasaron la última curva y tomaron
la recta final. Hoy se sabrá quién cruza primero la línea
de llegada. Pero quizás el veredicto esté en manos del tribunal
y no de lo que ocurra en la pista (ver nota pág. 19).
El último sondeo que dio a conocer ayer la empresa Gallup indica
que Bush obtendría un 47 por ciento de los votos contra un 45 por
ciento de Gore. Anteayer, la diferencia a favor de Bush, según
la misma Gallup, era de cinco puntos. La otra encuesta que se conoció
ayer, de Zogby International, indica que la diferencia es de apenas un
punto a favor del actual gobernador de Texas. Si se toma en cuenta que
el margen de error de este tipo de encuestas se ubica entre el dos y el
cinco por ciento, Bush y Gore estarían técnicamente empatados.
Como en las carreras automovilísticas, los terceros suelen tener
su peso. En las pistas de asfalto, los así llamados rezagados
pueden estropear la carrera del probable ganador y hacerle ganar al segundo,
o viceversa, con sólo ensuciar el momento en el que
lo pasan. En estas arenas electorales, el tercero en discordia incide
de otro modo. Se trata de Ralph Nader, candidato del Partido Verde y símbolo
de los radicals que rechazan de plano a Gore por su parecido
político y programático con el hijo del último presidente
republicano de Estados Unidos, George Bush (1989-1993).
Nader espera aún superar el cinco por ciento que le permita reunir
fondos públicos para campañas electorales con vistas a los
próximos comicios. O sea, transformar su tercera posición
en una alternativa progresista a nivel nacional. Pero los análisis
políticos de los últimos dos meses se acostumbraron a ver
en Nader el tercero que le estaría estropeando la victoria al actual
vicepresidente. Si los únicos candidatos fueran Bush y Gore, razonan
los analistas, al menos la mitad de los votos que ahora son de Nader serían
del candidato demócrata. Pues bien, la parte escrita de estos últimos
sondeos sugiere exactamente que la succión de Gore
hacia Bush está empujada desde atrás por Nader: muchos votantes
por el candidato ecologista estarían decidiendo, a último
momento, que efectivamente hay sólo dos candidatos y una sola opción.
Un miembro del equipo de Gore dijo ayer es lo que esperábamos.
Ya es tradición que haya un traspaso de votos del tercer partido
al final de la campaña. Las cosas van muy bien en (los estados
de) Florida, Michigan y Pennsylvannia.
Por supuesto, en un final tan luchado, ninguno de los dos candidatos osa
hablar de victoria a secas, salvo por los formalismos de triunfo propios
de un final de campaña. Ustedes son los que van a hacer la
diferencia en esta carrera. Esto es lo que nos va a llevar a ganarla,
clamó ayer el piloto Gore en Iowa, en un meeting de trabajadores,
una de las fuerzas en las que los demócratas pretenden apoyarse
para afirmar que Bush es el candidato de los ricos. La otra
gran fuerza es la del voto negro, que en las encuestas habría trepado
de un 86 a un 91 por ciento a favor de Gore.
Ya hicimos un trabajo duro en el terreno. Ahora tenemos que llevar
a la gente a las urnas, declaró ayer Bush, que salió
a pelear terreno en rodeo ajeno: en Arkansas, el estado del presidente
Bill Clinton, y en Tennessee, patria chica de Gore. Y a los súbitos
vientos de esperanza de los demócratas, el equipo de Bush responde
por lo bajo que sus propiasencuestas marcan una ventaja sobre Gore en
Florida y Michigan, y que están cabeza a cabeza en California,
un estado por lo general pro-demócrata.
Pero todas estas especulaciones son como las de los equipos en los boxes.
Lo único que importa ahora, a metros de la bandera a cuadros, son
esos dos bólidos. El tercero excluido, el verde, no es un bólido,
pero los dos primeros lo estarán mirando de reojo: Last but
not least. El último, pero no el menor.
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