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LOU REED TOCA ESTA NOCHE Y MAÑANA EN BUENOS AIRES
La leyenda del lado salvaje

El ex Velvet Underground actuará al frente de la misma banda que sorprendió cuatro años atrás, presentando su nuevo disco �Ecstasy�.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes)  Lou Reed es uno de esos pocos músicos de rock a los que puede llamárselos artistas sin que la palabra suena rebuscada. La obra y la de este músico neoyorquino de 57 años que hoy y mañana toca en el teatro Gran Rex está unánimemente considerada, como la de Bob Dylan, como la de Leonard Cohen, clave para la historia del género. Aunque es posible que repase algunas viejas páginas de su extensa discografía (en su gira europea hizo “Sweet Jane”, “Perfect Day” y “Vicious”), en esta segunda visita a Buenos Aires el fundador de The Velvet Underground se centrará en el material de su último disco, Ecstasy. En canciones como “Tatters”, “Paranoia key of E”, “Mad”, “Big sky” o “Baton Rouge” revisa con mirada ácida y descarnada los finales de las relaciones de pareja, con sonidos que van desde baladas acústicas hasta un minué con guitarras sucias y filosas. Tal vez la obra central del disco, que Reed reproduce en vivo con particular deleite, sea “Like a possum”, una diatriba eléctrica de dieciocho minutos en la que grita: “Tengo un agujero en mi corazón del tamaño de un camión/ y no se llenará con un polvo casual”.
Los seguidores de Reed ya están acostumbrados a frases como ésa. Sucede que el cantante las patentó en el contexto del rock allá por 1967, en el imprescindible The Velvet Underground and Nico. Ese fue el primer disco de la Velvet, con tapa dibujada por Andy Warhol (¿hace falta decir que la imagen era una banana que se podía pelar?) y canciones que introducían a la poética rockera temas como las drogas duras (“Heroin”, “I’m waiting for the man”) y el sadomasoquismo (“Venus in furs”). El disco también traía bellas piezas como “I’ll be your mirror” y “Sunday morning”, pero Reed quedó en el imaginario colectivo como el autor de lo sórdido y lo escabroso. Desde entonces, tanto con The Velvet Underground como en su carrera solista, el ojo impiadoso de Reed retrató –sin juzgar– el lado salvaje y oscuro del ser humano, pero también ha captado las delicias de la vida cotidiana. Aunque su pluma, su garganta y su guitarra tuvieron altas y bajas, nadie como él logró obras maestras exponiendo la historia de una pareja de adictos a la heroína (Berlin) o el panorama de Estados Unidos pos Reagan (New York), por ejemplo. Además de escuchar esos discos, es muy recomendable prestar atención al libro Atraviesa el fuego, que recopila la totalidad de las canciones de Reed, con traducción al castellano.
Ya se convirtió en un lugar común del periodismo musical decir que a Velvet Underground iban a verlos pocas personas, pero que todas ellas comenzaron su propia banda. La influencia de ese grupo fue capital sobre grupos y solistas como Nirvana, R.E.M., Sonic Youth, Patti Smith, Iggy Pop y Jesus and Mary Chain. David Bowie es un reconocido admirador de Reed y fue por eso que le produjo el excelente disco Transformer (1973), el de “Walk on the wild side” y “Satellite of love”. Incluso, cuando el Duque Blanco festejó sus 50 años en el Madison Square Garden, presentó a su amigote Lou como “el rey de Nueva York”.
La historia del cantante muchas veces fue en paralelo con las de sus temas: cuando escribía sobre la heroína o sobre travestis neoyorquinos, sabía en carne propia de qué estaba hablando. Durante los 70, sus adicciones lo convirtieron en candidato permanente al panteón de los rockeros. Hasta hubo una parodia de los carteles del Salvaje Oeste que pedían por él “vivo o muerto”. “Culpable de haber transformado en junkies (adictos a la heroína) a varias generaciones de jóvenes”, sentenciaba.
Se recuperó justo a tiempo. A fines de los años 80, luego de algunos discos sin la consistencia acostumbrada, volvió a la carga con New York. Fue un nuevo comienzo: desde entonces, todos sus trabajos fueron de gran nivel. Songs for Drella fue un emotivo reencuentro con John Cale (su cómplice principal en VU) para homenajear a Andy Warhol, el mentor de ambos. Magic and loss trató sobre cómo superar las pérdidas de los amigos y Set the twilight reeling, el disco que presentó en su primera visita aBuenos Aires, celebraba el amor (su nueva musa inspiradora era su actual pareja, la excepcional performer Laurie Anderson).
En los últimos tiempos, el espíritu guerrero de Reed parecía haber quedado limitado a algunas canciones politizadas como “Sex with your parents (Motherfucker)”. Sin embargo, en Ecstasy sus reflexiones vuelven a ser ácidas y rabiosas; ahora su guitarra rítmica suena podrida como hacía bastante tiempo que no sucedía. Desde hace un lustro lo acompañan el guitarrista Mike Rathke, el bajista Fernando Saunders y el baterista Tony “Thunder” Smith, quienes conforman una base sólida y eficiente. Con ellos detrás, el viejo animal del rocanrol todavía tiene dientes para morder fuerte.

Trizas

Algunas parejas viven en armonía/ Otras no/ Algunas parejas chillan y gritan/ otras no/ Pero dijiste algo que no puedo olvidar/ Me retumba en la cabeza como una bala de plomo// Algunas personas chillan y gritan, y otras no/ Algunas personas sacrifican su vida y otras no/ Algunas personas esperan que el sueño las lleve lejos/ Mientras que otras leen un libro tras otro/ con la esperanza de que sus problemas desaparezcan// Sé que esperás que todo salga bien/ Ni vos ni yo somos de los que gritan/ dormís en la habitación/ Mientras yo voy de un lado a otro del pasillo/ Nuestro hijo nos mira a los dos/ Preguntándose a quién debe llamar// Supongo que es verdad que no todos los fósforos encienden/ Supongo que es verdad que no todo lo que digo es cierto/ Pero no puedo sacarme de la cabeza lo que dijiste/ Quién iba a pensar que nos pasaría esto/ La primera vez que nos acostamos// Me dijeron que al final nada de esto importa/ Todas las parejas tienen problemas y no importa/ Pero todavía me retumba en la cabeza lo que dijiste/ Y todavía estoy en el pasillo del piso de abajo, durmiendo solo// Ya sé que te da igual, pero voy a decirte lo que pienso/ No es que sea importante, pero acá va lo último que he pensado/ Esa cosita que teníamos yace hecha trizas/ Y vos, querida, no sos capaz de comportarte// Es triste irse de este modo, dejando todo hecho trizas/ Causa tristeza irse de este modo, dejando todo hecho trizas/ Supongo que podemos decir que nada importa/ Pero aun así es triste ver todo hecho trizas.
(“Tatters” es uno de los temas incluidos en Ecstasy, 2000.)

 

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