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LA PRIMERA DAMA PASO A SER SENADORA POR EL ESTADO DE NUEVA YORK 
Has recorrido un largo camino

Hillary Clinton se impuso ayer ampliamente sobre Rick Lazio como senadora por Nueva York. Aquí, la historia de su triunfo. 

Hillary Clinton sonríe junto con dos partidarias disfrazadas de ella durante la votación de ayer. 

Por Isabel Piquer * 
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Llegó a la Casa Blanca como Hillary Rodham Clinton, esposa y consejera de Bill, el presidente. Poco antes del escándalo Lewinsky ya se había quedado en Hillary Clinton, una primera dama tradicional con tareas sociales y conjuntos pastel. En este año y medio ha sido simplemente Hillary, la candidata demócrata sonriente, impopular por momentos, pero tremendamente eficaz. En estos ocho años, la desde ayer nueva senadora por Nueva York ha ido despojándose de sus apellidos en búsqueda de sí misma, y, más importante, de sus votantes. 
Cuentan que fue en una fría tarde de febrero de 1999, el día en que finalmente cayó derrotado en el Congreso el impeachment contra su marido, cuando Hillary comenzó en pensar en su futuro político. Después de casi 30 años de unión política y sentimental, salvaba a Bill por última vez, soportando la humillación internacional por el affaire Lewinsky. Ya lo había hecho en 1992 durante el escándalo Gennifer Flowers, que casi acaba con la campaña del entonces gobernador de Arkansas. Ya no lo haría más. La carrera del presidente había terminado, debía pensar en la suya. 
Unos meses antes de aquella tarde en Washington, un representante neoyorquino había dejado caer lo que entonces parecía una idea insensata ¿Y por qué no sustituir al senador demócrata por Nueva York Daniel Patrick Moynihan, quien estaba a punto de jubilarse? Ninguna primera dama se había presentado a unas elecciones, y menos aún en un estado donde nunca había vivido o trabajado. Pero el momento parecía propicio. El escándalo Lewinsky le había creado entre muchos una imagen de mártir abnegada y su popularidad era alta. Era ahora o nunca. 
Hillary salió de la sombra de Bill y por primera vez se enfrentó sola al escrutinio público. La candidata tuvo que empezar a hablar en primera persona. �Siempre he tenido que respaldar las opiniones de otra persona. La transición entre siempre estar hablando de �nosotros� a �yo� ha sido difícil psicológica y emocionalmente�, reconoció a la revista Talk. 
Hillary Diane Rodham nació el 26 de octubre de 1947 en un barrio de clase media de Chicago, en una familia republicana de religión metodista. Su padre, Hugh Rodham, tenía una pequeña empresa textil. Su madre, Dorothy, que tuvo otros dos niños, era ama de casa. En sus primeros años de universidad, en el Wellesley College, Hillary se pasó al campo demócrata pero siguió siendo conservadora en su forma de ser. En plena experimentación de los 70, no tomaba drogas y nadie recuerda haberla visto borracha. 
Sus notas y sus ambiciones políticas la llevaron a la Escuela de Derecho de Yale. Allí conoció a Bill, con quien se casó en 1975. Hillary empezó entonces a anteponer la carrera de Clinton a la suya. Dejó pasmados a sus amigos y profesores, cuando decidió abandonar Washington, donde había participado en la comisión de impeachment contra Richard Nixon, para instalarse con su marido en Fayetteville y empezar desde el pobre y remoto estado de Arkansas la larga carrera hacia la presidencia. 
De 1978 hasta 1992 compaginó sus deberes de esposa de gobernador con los de abogado en el bufete Rose y llegó a figurar entre los 100 letrados más influyentes del país. Tuvo incluso tiempo de dar a luz a su hija Chelsea en 1980. 
La llegada a la Casa Blanca fue agitada. Después de la maternal Barbara Bush, los norteamericanos no acababan de acostumbrarse a una primera dama que, sin haber sido elegida, parecía llevar la voz cantante en el despacho presidencial. El fracaso de su plan de salud pública en 1994, un documento de 1634 páginas, la relegó a un papel más tradicional. Hillary pasó a coordinar la decoración de Navidad de la residencia y cambiar de peinado con las estaciones. Pero no abandonó del todo la política. En 1996, sulibro sobre educación, It Takes a Village, se convirtió en un best seller. 
Aquellos fueron años marcados por escándalos constantes. Hillary se vio salpicada por el suicidio de uno de sus antiguos colaboradores, Vincent Foster. Se convirtió en la única primera dama en declarar ante un gran jurado por la presunta especulación de terrenos de Whitewater, una investigación que se cerró hace tan sólo unos meses. Y en las elecciones de 1996 se la acusó de manipular los archivos del FBI sobre los rivales de su marido. Todos fueron escándalos que no hicieron nada por mejorar su imagen y la persiguieron a lo largo y ancho de su campaña por el Senado. 
Pero al final, con una buena dosis de suerte y la bajada de Rudy Giuliani como candidato republicano, pudo con todos. �Le dije que la pondrían a prueba, y tuve razón�, afirmó ayer su marido. Ayer la aludida se mostraba cauta: �Me siento conforme con la campaña que hemos desarrollado. Todo dependerá ahora de la afluencia a las urnas�, indicó al salir de la cabina de votación. Pero para ese entonces ya sabía que había ido más allá que Eleanor Roosevelt, la primera dama que le sirvió de inspiración cuando llegó a la Casa Blanca, quien en 1945 había rechazado las propuestas de los colaboradores de su difunto marido para emprender una carrera política... como senadora por Nueva York.

De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 

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