Por Cecilia Hopkins
En coproducción con el San Martín y con la dirección de Marcelo Alcón, Proyecto Inmigrantes: fundación (séptima producción del grupo El Errante, domingos a las 21 en el IFT) propone un acercamiento a la historia de la inmigración judía al país, resultado de la investigación grupal que dirigió uno de sus integrantes, Darío Levin, en el pueblo de Moisesville (Entre Ríos), primera colonia judía fundada en el país. Allí se establecieron los seis integrantes del grupo durante cuatro meses, para darle forma a la obra que el dramaturgista Gonzalo Martínez escribió en base a las improvisaciones surgidas en los ensayos. El trabajo de los actores tuvo como fuente, a su vez, las historias conocidas en la convivencia de los jóvenes artistas con los integrantes del pueblo. Las entrevistas con los descendientes de los primeros colonos les permitieron conocer fragmentos de su anecdotario �para descubrir cuáles fueron los motivos que desencadenaron la partida de Europa, en qué condiciones se hicieron los viajes y cómo fueron los primeros años en las colonias�, según cuenta el grupo. Otros aportes fueron brindados por instituciones del pueblo, como el Museo Histórico, el Teatro Kadima y la Biblioteca Barón Hirsh.
Proyecto... comienza con la decisión de sus cinco personajes de emigrar, en pleno acto de asumir que sus hogares deberán trasladarse con ellos, como hicieron sus antepasados. Es que, luego de la muerte del zar Nicolás II en 1918, la represión generalizada con que el gobierno bolchevique corrió a las minorías étnicas fue dirigida con especial rigor sobre la población judía. Privados del ejercicio de sus profesiones y despojados de sus propiedades, muchos se vieron obligados a buscar refugio en otros países. �Yo soy mi casa�, se consuela uno de los perseguidos.
Proyecto... cuenta una historia de exilio a partir de imágenes, música, canciones y textos. Narra en clave poética la historia de estos cinco personajes, guiados por la promesa de formar una nueva familia o el sueño de reencontrarse con los hijos. Aunque la ilusión parece por momentos sobreponerse al desaliento, todos se sienten cercados por el temor a lo desconocido. Estructurado en secuencias, el espectáculo recrea momentos de especial relevancia para los viajeros, como el parto que sucede en altamar o el ingreso al país, cuando dan sus datos de filiación ante los funcionarios. Una clave del espectáculo es el vestuario de Magda Banach, que funciona como una evocación. Lo mismo ocurre con la música de acordeón, tocada en vivo con profusión de las melodías Klezmer características de las comunidades judías de Europa Oriental.
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