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DRAMATICO MENSAJE DEL PRESIDENTE DE LA NACION AL PAIS
“Esto puede acabar en catástrofe”

La turbulencia financiera fue asumida como una cuestión de vida o muerte para la Nación. De la Rúa lanzó una convocatoria que implicará limitar gastos, elimina la jubilación estatal y rivatización del control y recaudación de impuestos. �Argentina está mal�, confesó el Presidente.

Fernando de la Rúa, presidente de la Nación. Anunció por televisión el paquete económico.

t.gif (862 bytes) El mensaje que emitió ayer el presidente Fernando de la Rúa a la Nación muestra un país al borde del abismo. “Vamos a decir las cosas como son: la Argentina esta mal”, fue su primera definición, para describir enseguida un escenario caracterizado por “una combinación que puede llevar a nuestra economía a una verdadera catástrofe si no actuamos bien y rápido”. La salida que planteó ayer el Presidente y más tarde reiteró –agregando escasas definiciones– el ministro de Economía en Mar del Plata, en el cierre de un coloquio empresario, pasa por una mayor ortodoxia en la política económica: una profunda reforma del sistema previsional, que incluye la abolición del sistema público de reparto, la extensión a 65 años de la edad mínima jubilatoria para las mujeres y la intervención de la Anses; el congelamiento por cinco años del gasto primario de la Nación instando a las provincias a imitarla; eliminación del impuesto a los intereses a partir de 2002 y la tercerización y privatización del control y recaudación de algunos impuestos.
Poniendo como eje de los problemas a superar a “las turbulencias financieras”, el mensaje del Gobierno estuvo orientado a recuperar la confianza de los mercados. Y si algún cambio de rumbo se observa en lo económico es, precisamente, en el sentido de un paulatino retiro del Estado de las políticas activas y de su intervención en los sectores atractivos para el sector privado. La abolición del régimen estatal de jubilación, en favor de las AFJP, y el congelamiento del gasto primario del Estado por cinco años son una muestra de ello.
De la Rúa eligió dos momentos recientes de la historia argentina para compararlos con la situación actual y convocar a “trabajar juntos”. “Cuando hace más de una década alguien desafió la democracia (alzamientos carapintada de Rico y Seineldín), pusimos a un lado las diferencias partidarias y nos mostramos juntos. Cuando años atrás la hiperinflación parecía devorarnos, juntos, sin mezquindades ni intereses sectoriales, sentamos las bases de la estabilidad y la transformación económica (Plan de Convertibilidad)”, señaló. En el mismo nivel de agresión colocó a las actuales turbulencias financieras, pero no para enfrentar a los mercados agresores sino para conformarlos y aquietarlos. Proclamó que “hoy tiene que ser igual: si se está poniendo en duda nuestro crédito, demos señales inequívocas de que hay valores que están fuera de discusión y que compartimos todos”.
“Les puedo asegurar que tendremos el respaldo firme y fehaciente de los organismos multilaterales de crédito y de un importante conjunto de bancos”, afirmó ayer el Presidente, dando una señal favorable sobre las gestiones que realizan en Washington Mario Vicens, secretario de Hacienda, y Daniel Marx, de Finanzas, para lograr un crédito contingente liderado por el FMI. El dato nuevo es la participación de “un importante conjunto de bancos”.
De la Rúa comenzó su discurso aludiendo al “desempleo, la fragmentación social, la pobreza” para describir un cuadro caótico. Señaló que “la política sigue en deuda con la sociedad porque no ha dado solución al desempleo ni ha conseguido reducir la pobreza, esto es lo que más me preocupa, es eso lo que me desvela”. Pero al enunciar su propuesta sólo hizo referencia al área previsional, indicando una línea que podría ser interpretada como el criterio en el que se encuadrará el gasto social del Gobierno de aquí en más. “Queremos concentrarnos en los que más necesitan, por eso no podemos darnos el lujo de derrochar en los que menos necesitan”, dijo en referencia a la eliminación de prestaciones jubilatorias para quienes se retiren con prestaciones mayores a 300 pesos. A diferencia de discursos anteriores, esta vez De la Rúa no dirigió la convocatoria al pueblo de la Nación, sino que concentró la convocatoria en el Congreso, para que acompañe aprobando el Presupuesto 2001, y fundamentalmente en los gobernadores. “Hago una convocatoria urgente para superar el trance generado por las turbulencias financieras”, dramatizó. “Invito a los representantes de todos los argentinos: a los gobernadores,a los legisladores, a que juntos demos un impulso contundente al plan económico, el que votó la gente”, señaló en una controvertida interpretación al apoyo que le dio el electorado a la Alianza.
“Cuento con los gobernadores de todas las provincias para suscribir inmediatamente un compromiso federal por el crecimiento y la disciplina fiscal”, subrayó. “Hace rato que pasó la época en que los asuntos se definían sólo en la capital del país; necesitamos que cada gobernador, cada legislador provincial, cada intendente y cada concejal asuma personalmente la obligación de ser responsable con los gastos públicos, y queremos que esa responsabilidad sea una obligación (...). Voy a instar a los gobernadores, con toda la energía que me permiten las instituciones, a que firmen un Compromiso Federal por el crecimiento y la disciplina fiscal, un pacto que garantice que en los próximos cinco años no aumentará el gasto primario ni en la Nación ni en las provincias”, anticipó. “Si hoy nos pesa la deuda pública –agregó De la Rúa– es porque en el pasado no hubo instituciones que impidieran la práctica cruel de cargar los derroches de la generación que gobierna sobre las espaldas de sus descendientes”.
Cerró su discurso con un explícito apoyo al titular del Palacio de Hacienda, jaqueado en los últimos días por las versiones de su reemplazo. “Este Presidente, el ministro Machinea, todo el gabinete nacional, está firme en este compromiso”, anunció, proclamando que “no permitiremos que esta turbulencia circunstancial frustre la oportunidad que tenemos por delante”.
Apenas un par de horas después de emitido el mensaje presidencial, el propio José Luis Machinea se refirió a las medidas anticipadas por De la Rúa, en un discurso improvisado ante la premura con la que se resolvieron. El ministro concurrió a la cena de clausura del Coloquio de IDEA, en Mar del Plata, acompañando al Presidente. Pero mientras partía en viaje, su equipo seguía definiendo en el Palacio de Hacienda el perfil del paquete que ya había delineado De la Rúa. “Vamos por más”, subrayó el ministro desempolvando una consigna de campaña de la Alianza.
Su discurso mereció dos momentos de aplausos de la concurrencia: cuando se refirió a la abolición del sistema público de reparto (jubilación estatal) y cuando se refirió al congelamiento del gasto estatal primario por cinco años. Con respecto al régimen de las AFJP, anunció la eliminación de las comisiones fijas, anticipó la fijación de límites a la concentración, pero flexibilizó la posibilidad de que cada administradora ofrezca más de un fondo de acumulación y que pueda elegir más libremente el destino de las inversiones, con un margen en más o en menos del 20 por ciento con respecto a los topes establecidos. La intención implícita es que las AFJP queden en condición de poder adquirir más títulos de deuda al Estado.
“Vamos a despertar a la Argentina dormida. Vamos a competir y vamos a ganar”, proclamó De la Rúa ante las cámaras. La apuesta está hecha, el lunes los mercados votarán.

 

El paquete de medidas

Los siguientes son los principales anuncios efectuados por el Presidente Fernando de la Rúa:
Habrá respaldo de los organismos multilaterales de crédito y de un importante conjunto de bancos para constituir un reaseguro para el país.
Se reformará la Ley de Solvencia Fiscal.
En el 2001 no se aumentarán impuestos.
El Impuesto a los intereses será eliminado gradualmente de acuerdo con un cronograma que abarca hasta enero del 2002.
Se deducirá de la base de cómputo del Impuesto a las Ganancias, hasta un cierto monto, las cuotas pagadas por los créditos hipotecarios que se tomen de ahora en más para la compra de nuevas viviendas.
Se deroga el régimen de reparto.
El personal de las Fuerzas Armadas y de Seguridad será incorporado al régimen de capitalización.
A partir del 2002, se aumentará gradualmente la edad jubilatoria de las mujeres de 60 a 65 años.
Ningún jubilado recibirá menos de 300 pesos.
Habrá una protección básica de 100 pesos para los sectores marginados del mercado de trabajo formal, que hoy están quedando fuera del sistema previsional.
Se universalizará la cobertura del régimen jubilatorio.
Desde el primero de enero del 2001 ningún un jubilado mayor de 80 años percibirá menos de 200 pesos. En el 2002, esa garantía se extenderá a los mayores de 75 años.
Se prorrogará la intervención del PAMI y se interviene la Anses.
Se ratifica la desregulación del sistema de salud, a partir del 1º de enero del 2001.
Creación de una comisión para que eleve al Poder Ejecutivo un diseño no vinculante sobre la reforma tributaria que elimine impuestos distorsivos.
Se avanzará en la terciarización y privatización del control y recaudación de algunos impuestos, incluyendo al sector privado, a las provincias y municipios.
Impulsarán un acuerdo con los gobernadores para firmar un Compromiso Federal por el Crecimiento y la Disciplina Fiscal para garantizar que, en los próximos cinco años, no aumente el gasto primario ni en la Nación ni en las provincias.

 

 

DETALLE PUNTO POR PUNTO DE LA POLEMICA REFORMA DEL SISTEMA JUBILATORIO
“El régimen de reparto será abolido”

Por David Cufré

“A partir de estas reformas, pierde sentido el régimen de reparto, que será abolido”, enfatizó ayer Fernando de la Rúa. La desaparición del sistema previsional estatal fue uno de los anuncios más impactantes que hizo ayer el Gobierno. El Presidente aclaró que se enviará un proyecto de ley al Congreso, por lo que la medida no será sancionada mediante un decreto de necesidad y urgencia. Un alto funcionario del Ministerio de Economía explicó a Página/12 que el sistema de reparto seguirá existiendo para las personas actualmente inscriptas, pero desde la sanción de la ley los aportes de los nuevos trabajadores irán a una AFJP.
“Peor que esto es caer en default (cesación de pagos de la deuda)”, subrayó en diálogo con este diario un diputado aliancista de la Comisión de Previsión. “Esto es indigerible. Es un escándalo. Ni Menem se atrevió a tanto”, fue la lapidaria definición de otro legislador oficialista. Ambos estaban sorprendidos, pero sus respuestas anticipan la ardua discusión que habrá en las bancadas parlamentarias de la Alianza.
El proyecto altera radicalmente el funcionamiento del sistema previsional. La propuesta se encuentra en línea con la visión más ortodoxa, sostenida por los mismos a los que José Luis Machinea acusó de querer desestabilizarlo por cuestiones ideológicas. El ministro –con el respaldo del Presidente– tomó las ideas más a gusto de los inversores, con la clara intención de calmar a los mercados. De allí la sorpresa extrema que mostraron diputados de la Alianza tras escuchar los anuncios del área previsional. La iniciativa resulta del agrado del FMI, uno de los organismos con que el Gobierno cerró un crédito de entre 10 y 15 mil millones de dólares.
Las medidas que anunció ayer De la Rúa son las siguientes:
Abolición del régimen de reparto. Las personas que actualmente aportan al sistema estatal no serán transferidas a una AFJP, sino que mantendrán la opción de jubilarse por el régimen público. En cambio, los aportes de los nuevos trabajadores irán a una AFJP. Aquellos que en 30 días no elijan entre las distintas empresas, serán asignados a una de las dos que cobran las comisiones más bajas para su rango de ingresos.
Se eleva de 60 a 65 años la edad jubilatoria de las mujeres. Se hará de manera gradual, a partir de 2002.
Se designará un interventor en la Anses. De este modo, desaparecerá el actual directorio del organismo, integrado por dirigentes de las distintas corrientes que componen la Alianza. En los hechos, Machinea definirá sin obstáculos el manejo del organismo.
Ningún nuevo jubilado –ya sea por el régimen público o privado– cobrará menos de 300 pesos. El Estado garantiza esa asignación mínima. Pero, en los hechos, el promedio de haberes de los nuevos jubilados es hoy de 420 pesos, de los cuales 200 corresponden a la PBU (Prestación Básica Universal). Esto implica que, en promedio, el Estado aportará sólo 80 pesos para alcanzar los 300 de la asignación mínima. Y se ahorrará parte o todo de la PBU que ahora paga a todos los jubilados que cobran más de 300 pesos.
Se entregará a las personas que no cobran jubilación una asignación de 100 pesos. Habrá una escala gradual, empezando por las personas de más edad –aún no se definió cuál– y se bajará progresivamente hasta que el subsidio alcance a todas las personas sin recursos mayores de 65 años. Tampoco se anunció en qué plazos llegará la asistencia a todas los potenciales beneficiarios. En este momento, el Ministerio de Desarrollo Social entrega 100 pesos a los mayores de 70 años sin ningún otro ingreso, pero esa pensión a la vejez –que por ley debería ser universal– no llega a todas las personas que están en condiciones de acceder a ella, por una cuestión presupuestaria.
Desde el 1º de enero de 2001, ningún jubilado mayor de 80 años percibirá menos de 200 pesos. A partir de 2002, esa garantía se extenderá a losmayores de 75. En la actualidad, la gran mayoría de los mayores de 67 años cobran 200 pesos, ya que el Estado asigna un subsidio a la pobreza a quienes cobran jubilaciones inferiores a ese monto.
El personal de las fuerzas armadas y de seguridad será incorporado al régimen de capitalización. Al igual que con el sistema jubilatorio estatal, desaparece el actual sistema de retiro para militares, policías y demás agentes de otras fuerzas.
Transparencia. Se eliminan las comisiones fijas que cobran las AFJP, que pasarán a ser sólo variables. También se establecerá un límite a la concentración del sistema. Y las AFJP podrán administrar más de un fondo de acuerdo a los aportes de sus afiliados.

 

 

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