Por Cristian Alarcón
Para no deslucir su saga, ayer Daniel Tractorcito Cabrera
largó a las diez de la mañana amotinándose a los
policías que lo rodeaban, aunque el enojo le duró poco.
Sentado y calmo, completó la historia según la cual él
se enganchó en una fuga planificada por los presos
de la AMIA para los dos paraguayos acusados del asesinato de Luis María
Argaña. Según fuentes judiciales, Cabrera declaró
que la fuga estaba programada para el 19 de setiembre, pero la adelantaron
al 17 porque supo que el juez Alberto Baños había programado
un traslado para él. Según el relato del ladrón coincidente
con las conclusiones del juez, no se pagó un centavo
por la evasión. Ya en la calle, fue él quien tuvo que bancar
a los paraguayos en algunos aguantaderos de su red de amigos del conurbano
durante varios días. Tractorcito recordó de paso los privilegios
de los que gozaban los detenidos del caso AMIA con sus visitas: entre
otros, los ex porongas de la Maldita Policía, Oscar Coco
Rossi y Mario Chorizo Rodríguez.
A los gritos, y sorprendiendo a la breve platea del juzgado de Gabriel
Cavallo, Tractorcito hizo ayer como que se arrojaba al picaporte de una
puerta. Fue apenas un gesto el que alcanzó a hacer el famoso ladrón
de blindados antes de tener a sus custodios sobre el lomo. Los ultraarmados
hombres del Departamento Unidad de Investigaciones Antiterroristas (DUIA)
de la Policía Federal, encargados de su custodia, se le subieron
encima.
El juez Cavallo pidió orden, habló con sus defensores y,
acto seguido, Cabrera se recompuso, se sentó y habló desde
las 10.20 de la mañana hasta pasadas las 15. Su relato se había
interrumpido el jueves a la tarde cuando hizo una especie de crisis de
nervios, cansancio y hambre, tras denunciar que la noche anterior había
sido apretado por los federales, quienes además de
amenazarlo de muerte, le negaron la cena.
Tractorcito ya había dicho que los policías Diego Barreda,
Mario Bareira y Bautista Huici tenían la fuga lista hacía
varios días cuando él llegó al Departamento Central,
la segunda semana de setiembre. Lo primero que le contaron fue la idea
de hacer fugar a los paraguayos Luis Alberto Rojas y Fidencio Vega Barrios,
para de esa manera demostrarle al juez Juan José Galeano, que no
tenían intenciones de huir. Con ese golpe de efecto pensaban conseguir
la excarcelación que les había sido negada. La tenían
preparada para el 19 de setiembre, pero hubo que adelantarla, le
dijo Cabrera a Cavallo. El juez Alberto Baños que investiga
la fuga de Tractorcito de la cárcel de Devoto mediante el supuesto
pago de cien mil pesos tenía resuelto, según chequearon
los investigadores, ordenar el traslado de Cabrera a Mar del Plata justo
el día siguiente de la fuga.
El ladrón de blindados contó también la particular
vida que llevaban como presos en el Departamento Central de Policía
los tres ex bonaerenses acusados por el atentado a la AMIA. Barreda, Bareira
y Huici no sólo disponían de los celulares y handies con
los que planificaron la fuga, sino que también habrían tenido
en sus celdas televisores enganchados a las cámaras de vigilancia
callejera de la Policía Federal. Tenían todos los
privilegios, dijo Cabrera y detalló desde un horario amplio
de visitas hasta una lista de funcionarios que los iban a
ver. Según Cabrera, Huici contó agrandado que
lo visitaron el Coco Rossi y el Chorizo Rodríguez. Las contradicciones
entre las declaraciones de Cabrera y los bonaerenses podrían motivar
un careo la semana próxima. Y los datos sobre los aguantaderos
en que supuestamente guardó a los paraguayos podrían servir
para allanamientos en busca de sus rastros.
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