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Los alemanes homosexuales
ahora ya pueden ir al Registro Civil

La Cámara de Diputados aprobó una ley que introduce el casamiento entre hombres o entre mujeres: se trata de un contrato por el cual las parejas gay pueden usar el mismo apellido, acceder al seguro del otro y heredar.
Una norma similar rige en Dinamarca, donde hasta la Iglesia local admite el casamiento homosexual.

t.gif (862 bytes) Usar el mismo apellido, acceder a seguros de enfermedad y desempleo y compartir derechos de herencia y arrendamiento: las parejas homosexuales alemanas recibieron ayer su status de legalidad, al haberse aprobado la ley de “registro de comunidad de vida”, que reconoce derechos familiares para las uniones entre personas del mismo sexo realizadas ante un representante del estado civil. La norma, impulsada en la Cámara baja por el Partido Socialdemócrata y sus aliados en la coalición gobernante –los Verdes– fue aprobada por mayoría, a pesar de la negativa de la Unión Cristiana Demócrata y del Partido Federal, que señalaron que la nueva ley vulnera la Constitución. La ministra de Justicia alemana, Hertha DaublerGmelin, refutó este argumento señalando que “no se está violando la Constitución porque no se está copiando el matrimonio, sino que se crea una nueva institución del derecho de familia”.
La discusión por la ley comenzó temprano en la Bundestag, donde los miembros de la bancada socialcristiana protestaron a viva voz contra lo que consideran “una trasgresión a la cultura”. Norbert Geis, diputado de ese partido, consideró que “el reducido número de homosexuales en Alemania no justifica la aprobación de una ley de este tipo”. El Partido Federal, en tanto, acusó al oficialismo de impulsar una norma que atenta contra la protección del matrimonio y de la familia, contemplada por la Carta Magna alemana. “En países vecinos hay disposiciones similares, y en ninguno se derrumbó la civilización occidental y cristiana”, refutó la presidenta de los Verdes, Kerstin Mueller.
El proyecto fue estratégicamente dividido en dos partes, para sortear la oposición conservadora. Una de ellas, la que fue aprobada ayer, es la que otorga a las parejas homosexuales derechos similares a los que confiere el matrimonio. La segunda parte se refiere a las obligaciones fiscales y no fue presentada porque este tipo de medidas requiere tratamiento en la Cámara alta, donde los conservadores son mayoría. El registro de comunidad de vida permitirá a los miembros de una pareja gay utilizar el mismo apellido, acceder a seguros de enfermedad y desempleo y compartir derechos de herencia y arrendamiento. A partir del “contrato”, cada uno de los integrantes de la unión debe comprometerse a apoyar al otro, incluso si se produjera una ruptura de la relación. Por el momento, quedó excluida del texto la posibilidad de que las parejas gay adopten chicos.
De este modo, Alemania adhiere a la política de no discriminación a la homosexualidad impulsada por varios países de la Unión Europea. Dinamarca fue el primero en reconocer, en 1989, el status legal de las parejas gay, a través de la implementación de “contratos de asociación”. Luego se sumaron Noruega, Suecia, Francia y algunos municipios españoles. Holanda autorizó a principios de este año el matrimonio civil entre homosexuales y, al mismo tiempo, admitió los derechos de la pareja a adoptar niños. En Estados Unidos, la unión gay está reconocida solamente en los estados de Vermont y Nueva Jersey, mientras que los otros estados y el gobierno federal aprobaron leyes que niegan la legitimidad del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Al sur del mapa, la situación comienza a complicarse: César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), advirtió que “América latina está bastante atrasada en materia de legislación que ampare los derechos de los homosexuales”. En Chile, la homosexualidad se despenalizó recién el año pasado, a pesar de que en ese país son legales las operaciones de cambio de sexo y todavía es delito en Nicaragua y Ecuador. El Estado argentino tampoco reconoce las uniones entre personas del mismo sexo: “Pagamos los mismos impuestos, pero no tenemos los mismos derechos”, señala Cigliutti. La CHA presentará próximamente un nuevo pedido para la creación de un “contrato de unión civil” para las parejas gay.

 


 

EN ESPAÑA, UN HOSPITAL ESTATAL HACE LA OPERACION
Un cambio físico que es emocional

El País de Madrid
Por Leonor García

Para un transexual, el cuerpo es como una cárcel que le obliga a convivir con un sexo equivocado. Desde marzo pasado, cinco enfermos se han liberado de esos barrotes en España. Tras una operación de cambio de sexo, han conseguido un físico que se corresponde con su mente y sus emociones. Lo particular del caso son los primeros pacientes que han recibido un tratamiento integral (hormonal, psicológico y quirúrgico) de un servicio estatal de salud: el hospital Carlos Haya, que depende del Servicio Andaluz de Salud y que tiene desde hace un año una Unidad de Trastornos de Identidad de Género.
El transexualismo es una divergencia entre la realidad anatómica y fisiológica y la vivencia radical de pertenencia a otra identidad sexual que lleva incluso a rechazar el propio cuerpo. Su tratamiento exige algo más que una mera operación. Requiere una asistencia endocrinológica y psicológica prolongada que desemboca en una intervención quirúrgica irreversible. Y eso es lo que prioriza el centro andaluz: a fin de poner a prueba la decisión del transexual y de determinar si su caso se encuadra dentro de la patología, el paciente debe someterse por lo menos durante un año al test de la vida real, que consiste en vivir según las pautas del sexo que se pretende asumir.
Completada esta fase, llega la intervención. Hay dos tipos: genitoplastia feminizante (de hombre a mujer) y masculinizante (de mujer a hombre). La primera es la más demandada y es la que obtiene mejores resultados. Tal vez a eso se deba que tres de cada cuatro personas (75 por ciento) que inician el tratamiento se operan. La paciente debe someterse a una única intervención que dura alrededor de siete horas, en la que se le extirpan los genitales masculinos y con esos tejidos locales se le reconstruye una vulva, una vagina y un clítoris. Las posibilidades de estas mujeres de experimentar un orgasmo serán del 80 por ciento, pero nunca podrán tener hijos porque carecen de las funciones reproductoras.
La reasignación de mujer a hombre es más compleja y por el momento tiene resultados más limitados porque, aunque se logra que el enfermo tenga sensación táctil y erógena, todavía no se consigue la erección. Sin embargo, según los especialistas, para estos pacientes el simple hecho de orinar de pie es una conquista porque el transexualismo no es tanto un problema de placer como de identidad sexual.
¿Cómo se siente una persona que ha conseguido cambiar su cuerpo cuando debe mostrar un documento en el que figura con el sexo contrario? La experiencia demuestra que es más difícil cambiar el sexo jurídico que el físico. Las operaciones que desde hace tiempo se vienen realizando en centros privados y que desde octubre de 1999 ha asumido la sanidad pública andaluza dejan en evidencia el vacío legal existente. El afectado debe entablar un pleito para que se le autorice la correspondiente modificación en el Registro Civil. Generalmente, los tribunales fallan a favor, pero los transexuales echan en falta un mecanismo automático.

 

 

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