Usar
el mismo apellido, acceder a seguros de enfermedad y desempleo y compartir
derechos de herencia y arrendamiento: las parejas homosexuales alemanas
recibieron ayer su status de legalidad, al haberse aprobado la ley de
registro de comunidad de vida, que reconoce derechos familiares
para las uniones entre personas del mismo sexo realizadas ante un representante
del estado civil. La norma, impulsada en la Cámara baja por el
Partido Socialdemócrata y sus aliados en la coalición gobernante
los Verdes fue aprobada por mayoría, a pesar de la
negativa de la Unión Cristiana Demócrata y del Partido Federal,
que señalaron que la nueva ley vulnera la Constitución.
La ministra de Justicia alemana, Hertha DaublerGmelin, refutó este
argumento señalando que no se está violando la Constitución
porque no se está copiando el matrimonio, sino que se crea una
nueva institución del derecho de familia.
La discusión por la ley comenzó temprano en la Bundestag,
donde los miembros de la bancada socialcristiana protestaron a viva voz
contra lo que consideran una trasgresión a la cultura.
Norbert Geis, diputado de ese partido, consideró que el reducido
número de homosexuales en Alemania no justifica la aprobación
de una ley de este tipo. El Partido Federal, en tanto, acusó
al oficialismo de impulsar una norma que atenta contra la protección
del matrimonio y de la familia, contemplada por la Carta Magna alemana.
En países vecinos hay disposiciones similares, y en ninguno
se derrumbó la civilización occidental y cristiana,
refutó la presidenta de los Verdes, Kerstin Mueller.
El proyecto fue estratégicamente dividido en dos partes, para sortear
la oposición conservadora. Una de ellas, la que fue aprobada ayer,
es la que otorga a las parejas homosexuales derechos similares a los que
confiere el matrimonio. La segunda parte se refiere a las obligaciones
fiscales y no fue presentada porque este tipo de medidas requiere tratamiento
en la Cámara alta, donde los conservadores son mayoría.
El registro de comunidad de vida permitirá a los miembros de una
pareja gay utilizar el mismo apellido, acceder a seguros de enfermedad
y desempleo y compartir derechos de herencia y arrendamiento. A partir
del contrato, cada uno de los integrantes de la unión
debe comprometerse a apoyar al otro, incluso si se produjera una ruptura
de la relación. Por el momento, quedó excluida del texto
la posibilidad de que las parejas gay adopten chicos.
De este modo, Alemania adhiere a la política de no discriminación
a la homosexualidad impulsada por varios países de la Unión
Europea. Dinamarca fue el primero en reconocer, en 1989, el status legal
de las parejas gay, a través de la implementación de contratos
de asociación. Luego se sumaron Noruega, Suecia, Francia
y algunos municipios españoles. Holanda autorizó a principios
de este año el matrimonio civil entre homosexuales y, al mismo
tiempo, admitió los derechos de la pareja a adoptar niños.
En Estados Unidos, la unión gay está reconocida solamente
en los estados de Vermont y Nueva Jersey, mientras que los otros estados
y el gobierno federal aprobaron leyes que niegan la legitimidad del matrimonio
entre personas del mismo sexo.
Al sur del mapa, la situación comienza a complicarse: César
Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), advirtió
que América latina está bastante atrasada en materia
de legislación que ampare los derechos de los homosexuales.
En Chile, la homosexualidad se despenalizó recién el año
pasado, a pesar de que en ese país son legales las operaciones
de cambio de sexo y todavía es delito en Nicaragua y Ecuador. El
Estado argentino tampoco reconoce las uniones entre personas del mismo
sexo: Pagamos los mismos impuestos, pero no tenemos los mismos derechos,
señala Cigliutti. La CHA presentará próximamente
un nuevo pedido para la creación de un contrato de unión
civil para las parejas gay.
EN
ESPAÑA, UN HOSPITAL ESTATAL HACE LA OPERACION
Un cambio físico que es emocional
El País de Madrid
Por Leonor García
Para un transexual, el cuerpo
es como una cárcel que le obliga a convivir con un sexo equivocado.
Desde marzo pasado, cinco enfermos se han liberado de esos barrotes en
España. Tras una operación de cambio de sexo, han conseguido
un físico que se corresponde con su mente y sus emociones. Lo particular
del caso son los primeros pacientes que han recibido un tratamiento integral
(hormonal, psicológico y quirúrgico) de un servicio estatal
de salud: el hospital Carlos Haya, que depende del Servicio Andaluz de
Salud y que tiene desde hace un año una Unidad de Trastornos de
Identidad de Género.
El transexualismo es una divergencia entre la realidad anatómica
y fisiológica y la vivencia radical de pertenencia a otra identidad
sexual que lleva incluso a rechazar el propio cuerpo. Su tratamiento exige
algo más que una mera operación. Requiere una asistencia
endocrinológica y psicológica prolongada que desemboca en
una intervención quirúrgica irreversible. Y eso es lo que
prioriza el centro andaluz: a fin de poner a prueba la decisión
del transexual y de determinar si su caso se encuadra dentro de la patología,
el paciente debe someterse por lo menos durante un año al test
de la vida real, que consiste en vivir según las pautas del sexo
que se pretende asumir.
Completada esta fase, llega la intervención. Hay dos tipos: genitoplastia
feminizante (de hombre a mujer) y masculinizante (de mujer a hombre).
La primera es la más demandada y es la que obtiene mejores resultados.
Tal vez a eso se deba que tres de cada cuatro personas (75 por ciento)
que inician el tratamiento se operan. La paciente debe someterse a una
única intervención que dura alrededor de siete horas, en
la que se le extirpan los genitales masculinos y con esos tejidos locales
se le reconstruye una vulva, una vagina y un clítoris. Las posibilidades
de estas mujeres de experimentar un orgasmo serán del 80 por ciento,
pero nunca podrán tener hijos porque carecen de las funciones reproductoras.
La reasignación de mujer a hombre es más compleja y por
el momento tiene resultados más limitados porque, aunque se logra
que el enfermo tenga sensación táctil y erógena,
todavía no se consigue la erección. Sin embargo, según
los especialistas, para estos pacientes el simple hecho de orinar de pie
es una conquista porque el transexualismo no es tanto un problema de placer
como de identidad sexual.
¿Cómo se siente una persona que ha conseguido cambiar su
cuerpo cuando debe mostrar un documento en el que figura con el sexo contrario?
La experiencia demuestra que es más difícil cambiar el sexo
jurídico que el físico. Las operaciones que desde hace tiempo
se vienen realizando en centros privados y que desde octubre de 1999 ha
asumido la sanidad pública andaluza dejan en evidencia el vacío
legal existente. El afectado debe entablar un pleito para que se le autorice
la correspondiente modificación en el Registro Civil. Generalmente,
los tribunales fallan a favor, pero los transexuales echan en falta un
mecanismo automático.
|