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LOS ABOGADOS SE PONEN AL FRENTE DE UNA LUCHA QUE DIVIDE AL PAIS
Guerra civil en el estado de Florida

Parece la secuela del caso Elián González, sólo que lo que se juega ahora es el futuro de la democracia norteamericana. Esta es una crónica de la lucha Bush-Gore en su campo de batalla principal.

Estudiantes de las universidades de Florida hacen una sentada en el Capitolio de Tallahassee.
Abogados, periodistas y manifestantes están en el centro de la escena de una inédita crisis política.

Por Julian Borger
Desde Tallahassee

t.gif (862 bytes) Una cosa era clara ayer en la capital del estado de Florida. La confusión sobre los resultados electorales ha pavimentado el camino para una rápida conquista del poder en Estados Unidos. Los abogados han asumido el mando.
En Tallahassee estaban en todas partes, patrullando unas calles normalmente soñolientas vestidos en sus uniformes trajes de color carbón los hombres y de color tierra las mujeres. Se apiñaban en los lobbies de los hoteles o en las esquinas y entraban y salían de la Corte con la determinación y el propósito de gente que ha pasado todas sus carreras a la espera de un momento como éste. Siguiéndolos a todas partes, dentro de restaurantes o baños, había una excitable masa de periodistas, rebosantes de cámaras y trípodes, los corresponsales legales de las grandes cadenas de TV acreditados ante el foro. Mientras tanto, en los márgenes de la escena y generando un constante ruido de fondo, se encontraban los manifestantes de ambos bandos. Abogados, periodistas y manifestantes, mezclándose bajo las palmeras de Florida mientras el mundo contemplaba la escena con espanto: no era raro que pareciera familiar. Era como Elián González: La Secuela. Excepto que esta vez era el destino de la democracia norteamericana lo que estaba en juego, no sólo el futuro de un chico de seis años.
Los dos campos opuestos de traje están liderados por dos generales encanecidos, Jim Baker por el lado republicano y Warren Christopher por los demócratas. Estos dos veteranos solían volar a focos de tensión como Medio Oriente para bajar tensiones y puentear diferencias. Esta vez se los ha arrojado en paracaídas sobre Florida, principalmente para agitar las cosas a favor de sus partidos. Christopher, el primer secretario de Estado de Bill Clinton, menciona “preocupantes irregularidades”; Baker, secretario de Estado del presidente George Bush, padre de su actual jefe, llamó ayer a conferencia de prensa para urgir al país a alejarse del abismo. “Esta puede ser la última oportunidad de hacerlo –dijo–. No existe un final razonable si este proceso se desboca.”
Fuera de la rotonda de la antigua capital del estado, ambos decanos compiten por ver quién proyecta la imagen de mayor seriedad, acercándose a las hordas periodísticas con pasos deliberadamente lentos y premeditados. En las cercanías, se vendían por 5 dólares ejemplares de recuerdo del Tallahassee Democrat, proclamando la victoria de Bush.
Los dos bandos han montado campamentos opuestos desde donde comandar a sus batallones legales. La mayoría de los republicanos podían ser encontrados en el lujoso hotel Governor’s Inn en el centro de la ciudad. Los demócratas se hallaban a unos tres kilómetros de distancia, en un puesto de comando improvisado a los apurones entre un salón de manicura y un restaurant griego barato. Los voluntarios políticos operaban los teléfonos en la oficina de entrada mientras la habitación trasera se hallaba repleta de un equipo de operaciones especiales de abogados que analizaban el flujo de nuevas irregularidades que llegaba desde los condados. Era obvio que iba a ser una larga batalla. El recuento automático en los 67 condados de Florida achicó el margen entre George W. Bush y Al Gore a 327 votos de los casi 6 millones emitidos en el estado. Como señalaron los abogados demócratas, la exactitud de las máquinas mecanizadas de votos era sólo de 99,95 por ciento, lo que significaba un posible error de 3 mil sufragios para cualquiera de los lados. Eso normalmente se considera trivial. Pero ayer parecía una avalancha. Los recuentos manuales han sido ordenados en cuatro grandes condados: Palm Beach, Volusia, Broward y Miami-Dade, que suman bastante más de 1 millón de votos. Luego están los votos postales: militares de la Marina o de la Fuerza Aérea en el exterior y judíos norteamericanos que viven en Israel pero han mantenido su residencia oficial en Florida. Para el día de la elección, unos 170 mil de las boletas postales que habían sido solicitadas no habían sido devueltas. Las que lleguen el próximo viernes y tengan fecha de envío anterior al día de las elecciones, el 7 de noviembre, serán contabilizadas.
Después vienen nuevos factores de incidencia imprevisible: los alegatos legales sobre la controvertida boleta de voto en Palm Beach, el comportamiento de la policía hacia los votantes negros en torno a Tampa, que supuestamente habría disuadido a algunos de votar. Y hay rumores de trapisondas más exóticas. En el condado de Miami-Dade, que incluye gran parte de Miami, los muertos habrían votado en elecciones de alcaldes. Muchos floridianos aluden a su estado como “la república bananera”, y una protesta popular consiste en tirar bananas sobre los escalones de los edificios públicos.
El condado de Miami-Dade estuvo en el centro de un suspenso electoral anterior. En 1876 se ordenó un recuento electoral en el condado para ayudar a resolver la disputada competencia electoral entre Rutherford Hayes, un republicano, y su oponente demócrata, Samuel Tilden. Aunque el condado, que entonces era un pantano infestado de malaria, sólo tenía 85 residentes, fue tan lento en entregar sus votos que Estados Unidos estalló de furia. Un diario de Nueva York publicó un editorial preguntando: “¿Dónde diablos está el condado de Dade?”. Ahora la pregunta es: “¿Qué diablos está pasando en Florida?”.
Ya los efectos de la controversia por Elián se están mezclando con la debacle electoral. Ayer, los parientes de Florida de Elián, que culpan a la administración Clinton por enviar al niño náufrago de regreso a Cuba, cancelaron una ceremonia en honor de Kendall Coffey, un prominente abogado de Miami que estaba en el equipo legal que luchó por retener a Elián en EE.UU. Coffey ahora se ha unido a los abogados que ayudan a Gore y a los demócratas en su desafío de Florida.
“Después de sus declaraciones públicas cuestionando la integridad de esta administración, no puedo entender cómo puede trabajar para ella”, dijo de Coffey Armando Gutiérrez, portavoz de la familia González. Lázaro, el tío abuelo de Elián, dijo encontrar esta acción “incomprensible. Es una pésima cosa lo que está haciendo”.
Sólo cinco meses después de que su combate judicial fracasara y Elián regresara con su padre a Cuba, los abogados están otra vez al mando. Y esta vez Estados Unidos está en el banquillo.

 

Claves

La crisis electoral en Estados Unidos estaba lejos de resolverse ayer. El candidato demócrata Al Gore seguía superando a George W. Bush por 260 votos electorales contra 246, pero en los estados clave todo seguía sin definirse.
En Florida, el resultado final recién se conocerá el viernes que viene. Ambos bandos confían en que el voto postal los favorecerá.
Si no gana, es posible que Al Gore desconozca los resultados, y ayer su equipo ya estaba reuniendo fondos para financiar una acción legal.
Pero el vicepresidente está bajo una presión cada vez mayor, incluso desde dentro de su propio partido, para que no ponga en juego el sistema electoral norteamericano por el voto en el condado de Palm Beach.
Ayer el jefe de campaña de Gore se mostró más moderado que en días anteriores. Insistió en que había que esperar al recuento final, pero cesó en sus referencias a una batalla judicial.
Pero hay otros estados que podrían seguir el camino de Florida. Ayer CNN y NBC retiraron a Nuevo México de la columna de Gore ya que el voto era demasiado estrecho como para hacer una predicción.

 

 

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