Por Julian Borger
Desde Tallahassee
Una
cosa era clara ayer en la capital del estado de Florida. La confusión
sobre los resultados electorales ha pavimentado el camino para una rápida
conquista del poder en Estados Unidos. Los abogados han asumido el mando.
En Tallahassee estaban en todas partes, patrullando unas calles normalmente
soñolientas vestidos en sus uniformes trajes de color carbón
los hombres y de color tierra las mujeres. Se apiñaban en los lobbies
de los hoteles o en las esquinas y entraban y salían de la Corte
con la determinación y el propósito de gente que ha pasado
todas sus carreras a la espera de un momento como éste. Siguiéndolos
a todas partes, dentro de restaurantes o baños, había una
excitable masa de periodistas, rebosantes de cámaras y trípodes,
los corresponsales legales de las grandes cadenas de TV acreditados ante
el foro. Mientras tanto, en los márgenes de la escena y generando
un constante ruido de fondo, se encontraban los manifestantes de ambos
bandos. Abogados, periodistas y manifestantes, mezclándose bajo
las palmeras de Florida mientras el mundo contemplaba la escena con espanto:
no era raro que pareciera familiar. Era como Elián González:
La Secuela. Excepto que esta vez era el destino de la democracia norteamericana
lo que estaba en juego, no sólo el futuro de un chico de seis años.
Los dos campos opuestos de traje están liderados por dos generales
encanecidos, Jim Baker por el lado republicano y Warren Christopher por
los demócratas. Estos dos veteranos solían volar a focos
de tensión como Medio Oriente para bajar tensiones y puentear diferencias.
Esta vez se los ha arrojado en paracaídas sobre Florida, principalmente
para agitar las cosas a favor de sus partidos. Christopher, el primer
secretario de Estado de Bill Clinton, menciona preocupantes irregularidades;
Baker, secretario de Estado del presidente George Bush, padre de su actual
jefe, llamó ayer a conferencia de prensa para urgir al país
a alejarse del abismo. Esta puede ser la última oportunidad
de hacerlo dijo. No existe un final razonable si este proceso
se desboca.
Fuera de la rotonda de la antigua capital del estado, ambos decanos compiten
por ver quién proyecta la imagen de mayor seriedad, acercándose
a las hordas periodísticas con pasos deliberadamente lentos y premeditados.
En las cercanías, se vendían por 5 dólares ejemplares
de recuerdo del Tallahassee Democrat, proclamando la victoria de Bush.
Los dos bandos han montado campamentos opuestos desde donde comandar a
sus batallones legales. La mayoría de los republicanos podían
ser encontrados en el lujoso hotel Governors Inn en el centro de
la ciudad. Los demócratas se hallaban a unos tres kilómetros
de distancia, en un puesto de comando improvisado a los apurones entre
un salón de manicura y un restaurant griego barato. Los voluntarios
políticos operaban los teléfonos en la oficina de entrada
mientras la habitación trasera se hallaba repleta de un equipo
de operaciones especiales de abogados que analizaban el flujo de nuevas
irregularidades que llegaba desde los condados. Era obvio que iba a ser
una larga batalla. El recuento automático en los 67 condados de
Florida achicó el margen entre George W. Bush y Al Gore a 327 votos
de los casi 6 millones emitidos en el estado. Como señalaron los
abogados demócratas, la exactitud de las máquinas mecanizadas
de votos era sólo de 99,95 por ciento, lo que significaba un posible
error de 3 mil sufragios para cualquiera de los lados. Eso normalmente
se considera trivial. Pero ayer parecía una avalancha. Los recuentos
manuales han sido ordenados en cuatro grandes condados: Palm Beach, Volusia,
Broward y Miami-Dade, que suman bastante más de 1 millón
de votos. Luego están los votos postales: militares de la Marina
o de la Fuerza Aérea en el exterior y judíos norteamericanos
que viven en Israel pero han mantenido su residencia oficial en Florida.
Para el día de la elección, unos 170 mil de las boletas
postales que habían sido solicitadas no habían sido devueltas.
Las que lleguen el próximo viernes y tengan fecha de envío
anterior al día de las elecciones, el 7 de noviembre, serán
contabilizadas.
Después vienen nuevos factores de incidencia imprevisible: los
alegatos legales sobre la controvertida boleta de voto en Palm Beach,
el comportamiento de la policía hacia los votantes negros en torno
a Tampa, que supuestamente habría disuadido a algunos de votar.
Y hay rumores de trapisondas más exóticas. En el condado
de Miami-Dade, que incluye gran parte de Miami, los muertos habrían
votado en elecciones de alcaldes. Muchos floridianos aluden a su estado
como la república bananera, y una protesta popular
consiste en tirar bananas sobre los escalones de los edificios públicos.
El condado de Miami-Dade estuvo en el centro de un suspenso electoral
anterior. En 1876 se ordenó un recuento electoral en el condado
para ayudar a resolver la disputada competencia electoral entre Rutherford
Hayes, un republicano, y su oponente demócrata, Samuel Tilden.
Aunque el condado, que entonces era un pantano infestado de malaria, sólo
tenía 85 residentes, fue tan lento en entregar sus votos que Estados
Unidos estalló de furia. Un diario de Nueva York publicó
un editorial preguntando: ¿Dónde diablos está
el condado de Dade?. Ahora la pregunta es: ¿Qué
diablos está pasando en Florida?.
Ya los efectos de la controversia por Elián se están mezclando
con la debacle electoral. Ayer, los parientes de Florida de Elián,
que culpan a la administración Clinton por enviar al niño
náufrago de regreso a Cuba, cancelaron una ceremonia en honor de
Kendall Coffey, un prominente abogado de Miami que estaba en el equipo
legal que luchó por retener a Elián en EE.UU. Coffey ahora
se ha unido a los abogados que ayudan a Gore y a los demócratas
en su desafío de Florida.
Después de sus declaraciones públicas cuestionando
la integridad de esta administración, no puedo entender cómo
puede trabajar para ella, dijo de Coffey Armando Gutiérrez,
portavoz de la familia González. Lázaro, el tío abuelo
de Elián, dijo encontrar esta acción incomprensible.
Es una pésima cosa lo que está haciendo.
Sólo cinco meses después de que su combate judicial fracasara
y Elián regresara con su padre a Cuba, los abogados están
otra vez al mando. Y esta vez Estados Unidos está en el banquillo.
|