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A Dios rogando y con el mazo dando

Un día antes de la cumbre de Washington, Israel continúa con los ataques preventivos y los palestinos declararon un �día de la ira�.

Palestinos rezan con sus Kalashnikovs en una mezquita de Belén.
Hoy el premier israelí Barak parte a encontrarse con Bill Clinton.

Por Suzanne Goldenberg*
Desde Beit Sahour, Cisjordania

t.gif (862 bytes) Un día antes de partir con rumbo a Washington y al saludo final del presidente Clinton al proceso de paz, el primer ministro de Israel, Ehud Barak, no estaba arrepentido ayer por el asesinato del militante palestino, que fue enterrado entre los tañidos de campanas de iglesias y el ruido de disparos. Monjas y hombres armados, empresarios de mediana edad con pañuelos almidonados en los bolsillos, e islamitas en túnicas flotantes se presentaron de a miles para el entierro del líder del partido Fatah de Yasser Arafat y de dos mujeres mayores muertas en un rico suburbio de Belén por misiles de helicópteros artillados israelíes.
Los ataques del jueves unieron a los palestinos, suprimiendo las divisiones religiosas, clasistas y de afiliación política y uniendo a la población en el dolor y la furia. Pero Barak, impertérrito ante la creciente resolución palestina de continuar con su intifada, dijo que Israel estaba comprometido con una nueva política ofensiva de ataques preventivos. “Seguiremos con estas operaciones”, dijo el primer ministro durante una visita a los cuarteles generales del ejército en Cisjordania. “Atacaremos a aquellos que nos ataquen.” La dura postura de Barak seguramente va a causar más consternación en Washington, donde el presidente Clinton se reunió el jueves con Arafat en otro intento de llevar a Israel y a los palestinos de la guerra a las negociaciones.
El líder palestino dijo que había reafirmado su compromiso de lograr la paz y aun de hablar directamente con Barak, siempre que tal encuentro tuviera más oportunidades de éxito que la cumbre de Camp David en julio pasado. Debía visitar las Naciones Unidas esta noche para presionar por su campaña para lograr una fuerza de protección internacional en Cisjordania y Gaza. La diplomacia restablecida no trajo muchas señales de esperanza. “Seguimos frustrados,” dijo el vocero de la Casa Blanca, P. J. Crowley. Es improbable que esa situación cambie mañana cuando Barak se reúna con el presidente Clinton. Ayer, dijo que sería “un tanto improbable” esperar una reanudación de las negociaciones. En cambio, como lo hizo tantas veces durante estas últimas seis semanas, Barak dijo que primero se debía terminar la violencia.
Pero en Beit Sahour, donde miles se reunieron en un patio de escuela local alrededor de los dos féretros de las dos mujeres envueltos en la bandera, que fueron las primeras víctimas de esta nueva política militar ofensiva, para los palestinos era claro que Israel era la fuente de la violencia. “Este es un verdadero crimen... que le hacen a nuestro pueblo,” dijo una monja del colegio San José en Belén. Detrás de ellas había un camión cargado de adolescentes, en remeras negras impresas con la imagen del más nuevo de los mártires: Hussein Abayat, un líder local de la milicia Fatah de Arafat, vestido de fajina y con un rifle de asalto. “Abajo con la rama de olivo, arriba con el arma”, cantaban.
Israel dijo que Abayat era responsable de la muerte de tres de sus soldados y de los disparos nocturnos en el asentamiento judío de Gilo, construido en tierra confiscada a un poblado palestino en los bordes del sur de Jerusalén. Los palestinos consideran su asesinato y la matanza de las dos mujeres como una clara señal de que Israel apuntó sus armas sobre el movimiento Fatah de Arafat, que ha estado predicando la paz durante siete años. Ayer, la sensación de traición era profunda. “Venganza, venganza para los tres palestinos asesinados con sus misiles”, dijo el imán que presidía el funeral de las mujeres.
Otro soldado israelí resultó herido afuera de Ramalá, mientras durante el “día de la ira” declarado ayer, los choques se sucedían a lo largo de Cisjordania y de Gaza. Ayer, por lo menos tres palestinos fueron muertos y 168 heridos, dijo la Sociedad de la Medialuna Roja.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

 

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