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LA JUSTICIA CHILENA PROCESO A UN GENERAL ACTIVO
El largo brazo de la ley

Ayer un juez chileno ordenó el arresto de un general en actividad en relación con un asesinato cometido durante la dictadura.

El jefe del Ejército Ricardo Izurieta está preocupado.
Y ayer le comunicó su inquietud al presidente Lagos.

t.gif (862 bytes) La ola de causas judiciales en Chile por crímenes cometidos durante la dictadura de Augusto Pinochet se extendió a un grupo hasta ahora intocable: los oficiales en actividad. Ayer se ordenó el arresto del general Hernán Ramírez Held en relación con el asesinato en 1982 del líder sindical Tucapel Jiménez. El juez Sergio Muñoz dictó la captura luego de que Ramírez desobedeciera una orden de comparecer en su tribunal el día anterior. Simultáneamente, una sala de la Corte de Apelaciones de Santiago rechazaba por unanimidad otorgar la libertad condicional a Fernando Torres Silva, fiscal de la dictadura cuando Jiménez fue muerto. La prensa chilena hablaba ayer de “inquietud” en el mando castrense, que habría advertido explícitamente al presidente Ricardo Lagos sobre su preocupación.
“Los jueces actúan en Chile de acuerdo con su competencia y de acuerdo con los procedimientos que corresponde y, si uno considera que es necesario y está dentro de sus atribuciones el citar a un general en servicio activo, o a un alto funcionario público, o a quien sea, siempre podrá hacerlo.” Las palabras del ministro del Interior chileno, José Miguel Insulza, no podían ocultar el carácter casi revolucionario de la orden de captura dictada ayer contra el general Ramírez. Este ocupa nada menos que el puesto 18 en la lista de antigüedad del Ejército y actualmente dirige el Comando de Industrias Militares e Ingeniería. El juez Muñoz planeaba citarlo a mediados de año, pero fue sólo en esta semana que pudo completar el sumario contra él. Quien posibilitó su arresto fue Carlos Herrera, ex agente de la Central Nacional de Informaciones (ex DINA, la policía política de Pinochet), quien participó del asesinato del sindicalista Jiménez. Este último fue asesinado a tiros y cuchilladas en las afueras de Santiago por participar en negociaciones con opositores para crear una organización nacional de trabajadores que alentaría una huelga contra la dictadura de Pinochet. El testimonio de Carlos Herrero permitió el procesamiento del otro protagonista del drama judicial de ayer: Fernando Torres Silva.
El nombre es mucho más notorio que el de su camarada en actividad. Fiscal general, auditor de Chile y antiguo jefe de la división judicial del Ejército, Torres fue uno de los integrantes más “duros” del círculo interno de Pinochet. Desde 1990, ya en democracia, se especializó en dirigir la defensa de los militares acusados de violaciones a los derechos humanos. El juez Muñoz ordenó su arresto por su actuación en la investigación que siguió al asesinato de Jiménez, durante las cuales habría preparado de antemano las respuestas que entregarían los militares y agentes citados a declarar. También se lo acusa de ofrecer dinero al mayor Herrera y facilitarle su escape al extranjero con documentación falsa. El abogado de la familia Jiménez enfatizó que “ha habido permanentemente un verdadero dispositivo de encubrimiento de personas y ocultamiento de antecedentes que fue coordinado por el señor Torres Silva”. El aludido no podrá avalarse de la libertad condicional, ya que la tercera sala de la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó ayer por 3-0 concederle esa opción.
Las reacciones no tardaron en llegar. El abogado defensor de Torres, Miguel Retamal, consideró que el fallo de los tres magistrados reflejaba “odiosidad hacia el mundo militar”. Retamal aseguró no tener claridad acerca de por qué se negó la libertad condicional a su defendido, pero señaló que “tal vez, se decretaron algunas diligencias”. Confrontado con la última ampliación de la ofensiva judicial, ayer el jefe del Ejército, Ricardo Izurieta, le habría planteado directamente la preocupación de las Fuerzas Armadas al presidente Ricardo Lagos, según informes de prensa.

 

Noticias bomba de ETA

Una vez más desde la ruptura de la tregua, la organización armada separatista vasca ETA eligió como blanco al periodismo. Las víctimas elegidas eran una periodista del diario El País de Madrid, Aurora Intxausti, y su marido, Juan Francisco Palomo, periodista de Antena 3 Televisión. La Ertzaintza (policía autónoma vasca) descubrió en el interior de la maceta en el palier una fiambrera cargada con dos kilos del explosivo titadine. El doble mecanismo de la bomba falló. Por su parte, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, proclamó la desactivación del comando Vizcaya de ETA (en la foto, arrestos en Bilbao). La noticia fue recibida con reserva, porque ya otras veces hizo el solemne anuncio.

 

 

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