Por Raúl
Kollmann
La fuga del paraguayo Luis Alberto
Rojas se terminó en la medianoche del viernes. Acusado por el asesinato
del vicepresidente de su país, el prófugo curiosamente cayó
detenido justito en Paraguay, donde lo buscaban desde marzo de 1999 y
donde lo espera una sentencia durísima. Rojas siempre dijo que
el oficialismo paraguayo lo quería matar y que moriría en
una celda porque siempre según su versión querían
usarlo para probar la relación de Lino Oviedo con el asesinato
del vicepresidente José María Argaña. Las policías
de Paraguay y Argentina se atribuyen haber hecho una vasta operación
de inteligencia para detener a Rojas, al que localizaron en la calle,
a metros del mercado de Ciudad del Este. El prófugo, que andaba
con arito y el pelo teñido de rojo, había protagonizado
la espectacular fuga del Departamento Central de la Policía Federal
argentina el 17 de setiembre pasado. Los investigadores sostienen que
su cómplice, Fidencio Vega Barrios, también se esconde en
la misma zona de Ciudad del Este, donde ayer trataban de ubicarlo.
¿Cómo es posible que un prófugo por asesinato
vuelva al país donde lo están buscando? le preguntó
Página/12 a un hombre de la Unidad Antiterrorista de la Policía
Federal, encargada de buscar a ambos paraguayos.
Bueno, Rojas estaba sin dinero. Vivía de pequeños
robos y amparado por otros ciudadanos paraguayos en la Argentina. Hace
unas dos semanas dejó sus escondites del Gran Buenos Aires, seguramente
porque ya no tenía quién le diera cobijo. Todo indica que
en Paraguay alguien lo iba a ayudar a sobrevivir. Estaba cercado. Eso
es lo que explica que se haya ido a Paraguay.
Desde Asunción, colaboradores de Lino Oviedo le manifestaron a
Página/12 sus dudas sobre la versión oficial y sugirieron
dos alternativas. La primera es que Rojas fue localizado por agentes paraguayos
en la Argentina, Bolivia o Brasil, y fue trasladado de forma irregular
a Ciudad del Este, donde blanquearon su detención.
La segunda variante es que Rojas fue entregado en forma clandestina por
la policía de Argentina, o de Bolivia, o de Brasil, a su par de
Paraguay. Sin embargo, los hombres de Oviedo no tenían datos ni
evidencias para responder a la información oficial entregada por
las autoridades.
Hombres de la Unidad Antiterrorista argentina sostuvieron anoche que después
de la fuga del Departamento Central, los dos paraguayos y el delincuente
argentino Daniel Tractorcito Cabrera se mantuvieron juntos,
en la zona de Laferrère, La Matanza, durante unas dos semanas.
Según Cabrera quien fuera integrante de la banda del Gordo
Valor al cabo de ese tiempo le dieron un dinero por haber ayudado
a la fuga de los paraguayos. Cabrera no especificó quién
pagó ese dinero ni precisó la cantidad. Eso sí, contó
que Rojas y Vega Barrios no tenían un peso y se dedicaban a hacer
pequeños robos.
La Unidad Antiterrorista y también la Policía Nacional de
Paraguay dicen que a fines de octubre los dos paraguayos dejaron el Gran
Buenos Aires y cruzaron la frontera hacia Bolivia. Allí robaron
un auto con el que llegaron a Ciudad del Este, donde preparaban otro robo.
Para que no lo descubrieran, Rojas cambió el look: arito, pelo
rojo, aspecto de hippie. Cuando lo detuvieron, a las 23 del viernes, portaba
una pistola 9 milímetros con la que según la información
de la Policía Nacional se enfrentó brevemente a sus
captores. La Dirección de Narcóticos, en cambio, dice que
no hubo enfrentamiento y que Rojas se entregó mansamente. No es
la única incongruencia: una información oficial indica que
Rojas ya tenía un departamento en el que vivía, en tanto
que otra, igualmente oficial, señala que recién llegaba
a Ciudad del Este y todavía no se había instalado. El caso
es que lo pescaron en plena calle, a metros del concurrido mercado de
la ciudad.
Ayer, Rojas ya había sido trasladado a Asunción donde será
procesado y seguramente condenado por el asesinato de Argaña.
Un delincuente de poca monta, Pablo Vera Espeche, confesó que fue
uno de los que participó del atentado contra el vicepresidente
y acusó a Rojas y Vega Barrios de haber sido quienes verdaderamente
dispararon contra Argaña y su chofer. Toda la operación
según Vera Espeche fue organizada y pagada por el general
Lino Oviedo. Todo su relato y especialmente los detalles que fue revelando
sugieren que hay elementos bastante ciertos en su versión, aunque
tanto Oviedo como sus colaboradores insisten en que se trata de un armado.
Sea como fuere, el caso tuvo un insólito protagonismo en la Argentina
y provocó una sucesión de bloopers:
Oviedo consiguió que
Carlos Menem lo asilara, pero desapareció misteriosamente el día
antes de que el riojano dejara el poder.
Rojas y Vega Barrios fueron
detenidos por robar una remisería en Morón. Quedaron presos
en una comisaría hasta que alguien, casi sin querer, se dio cuenta
que eran buscados nada menos que por el asesinato de Argaña.
Los dos paraguayos después
se escaparon del Departamento Central de Policía, justito cuando
era un hecho que los iban a extraditar al Paraguay. Ambos libraron una
formidable batalla legal con abogados pagados por Lino Oviedo
para que no los enviaran a su país.
El final (por ahora) de la historia no es menos insólito. Rojas
apareció en el país que lo andaba buscando, que había
pedido su extradición y al que él no quería ser enviado
por nada del mundo.
|