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“Gane quien gane, va a ser muy
difícil hacer una agenda nacional”

El analista norteamericano Michael Shifter analiza en esta entrevista con Página/12 qué puede pasar con Florida y con Estados Unidos luego de estos comicios.

Protestas frente a la mansión de George Bush en Texas.
Las elecciones profundizaron las divisiones en Estados Unidos.

Por Eduardo Febbro

¿Estados Unidos pende del hilo del recuento de los votos en un estado para conocer el nombre de su futuro presidente? Nada puede resultar más paradójico, tanto más cuanto que ese estado, Florida, es aquel donde la mezcla de orígenes es más densa. Por su peso electoral, Florida es el cuarto estado del país en aporte de “grandes electores”. Pero ese lugar donde se decide quién gobernará la principal potencia mundial en los próximos cuatro años condensa todas las divisiones, las contradicciones y las mezclas de Estados Unidos. No sólo en Florida vive la mayor proporción de jubilados .-detalle central a la hora de votar– sino también una serie de minoría determinantes en el desenlace de las elecciones: 12 por ciento de afroamericanos, 12 por ciento de hispanos, donde entra una importante porción de cubano-estadounidenses anticastristas residentes en Florida, 5 por ciento de judíos. Según datos de la consultora Hispanic Trends, en 1996, el presidente Bill Clinton había conseguido que un tercio de los cubanos.estadounidenses votara por él. Si bien Gore no repitió esa hazaña electoral, la estrechez de las diferencias no se explican sólo por ese dato. En esta entrevista con Página/12, Michael Shifter, catedrático en el Centro de Estudios Latinoamericanos de Washington y secretario ejecutivo de la Asociación Diálogo Interamericano, encargada de analizar las políticas latinoamericanas y promover el acercamiento entre Estados Unidos y América latina, desmenuza las razones de una crisis electoral que, asegura, dejará muchas huellas.
–La gran paradoja de las elecciones presidenciales radica en que el resultado final depende del Estado donde la mezcla de orígenes es la más importante.
–Yo diría que sí. Es la gran ironía o el gran ejemplo de la polarización que constatamos en todo el país. Florida es, justamente, el Estado que tiene más representaciones de distintos sectores, de distintos grupos. Florida es una mezcla representativa de un país bien complejo. Resulta, por lo tanto, justo que sea allí donde se decide la contienda. Tal vez esta situación refleje de manera irónica la gran división norteamericana.
–Si tomamos en cuenta lo que los republicanos pensaban hace unas semanas, cuando estaban casi seguros de ganar en Florida, y lo que está ocurriendo ahora, el cambio es notorio. ¿Cómo explica usted esta progresiva mudanza del electorado?
–Bueno, las encuestas han ido cambiando de manera significativa a lo largo de las semanas. En el estado de Florida se suponía que los republicanos iban a ganar pero intervinieron varios factores que complicaron el panorama. Mucha gente vino a Florida cambiando de Estado. Después está el impacto que tuvo la elección de Lieberman a la candidatura a la vicepresidencia decidida por Al Gore. La presencia de Lieberman influenció el voto de los jubilados y hasta recibió el apoyo de sectores cubanos de gravitación importante como es el caso de la Fundación Nacional Cubano Norteamericana. En suma, creo que la elección de Lieberman ayudó mucho a Al Gore en el estado de Florida: su candidatura resultó un factor muy positivo para los demócratas en ese Estado.
–¿Acaso este “cabeza a cabeza” en Florida puede explicarse más ampliamente por la constitución misma del estado, es decir, la gran acumulación de orígenes distintos: afroamericanos, hispánicos, judíos, etcétera?
–Es un estado muy complejo, que ha cambiado mucho en los últimos años. Tiene un gobernador republicano, que es el hermano del mismo candidato Bush, pero, al mismo tiempo, tiene un senador demócrata que cuenta con mucho apoyo. Creo que hay distintos grupos con partes muy conservadoras y otras muy progresistas; hay gente de distintas edades y muchos latinos. Sin embargo, la comunidad latina está igualmente muy dividida. Encontramossectores cubanos, colombianos, venezolanos, en fin, un mundo de orígenes que hacen de este estado algo muy complejo y, obviamente, bien dividido. Florida es un espejo de las divisiones del país.
–Si bien, como usted lo señala, las divisiones en el seno de esas comunidades son importantes, se puede afirmar que el caso del niño balsero Elián González jugó un papel tan trascendente como se dice en el momento del voto. ¿Elián le hizo perder a Al Gore lo que Clinton había ganado en el ‘96?
–Yo no creo que el caso de Elián haya pesado mucho, incluso diría que ni siquiera fue un tema de peso durante la campana electoral. En general, para los cubanos comprometidos con sus posiciones anticastristas, es obvio que votan a los republicanos porque tienen más confianza en que sus posiciones van a ser defendidas. Pero, definitivamente, la historia del niño balsero cubano no fue un factor clave en esta elección.
–Queda siempre una evidencia: sea quien fuere el ganador, Bush o Al Gore, Estados Unidos no será el mismo. ¿Cómo hará el futuro presidente para gobernar con un voto tan estrecho?
–Va a ser muy complicado. La campaña electoral fue muy fuerte, muy densa y me parece que será muy, muy difícil superar los problemas y los obstáculos que persisten entre los dos partidos para intentar unificar el país. Ese es el gran reto que Bush o Al Gore tienen por delante. Gane quien gane, con una diferencia tan pequeña, tan reducida, gobernar a Estados Unidos y unir al país no será una tarea simple.
–Con perdón por la redundancia, ¿se puede pensar con anticipación en una suerte de “pacto republicano”, es decir, en un acuerdo global de gobierno entre demócratas y republicanos?
–Desde luego, no hay absolutamente nada definitivo. La situación va a requerir algún tipo de liderazgo y algún tipo de compromiso para consolidar el país buscando trabajar de manera bipartidaria. Pienso que sea Bush o Al Gore, ambos tendrán muchas dificultades para avanzar en una agenda nacional. Las elecciones nos muestran una división muy honda y clara. El reto de la próxima administración radica en la búsqueda de una fórmula adecuada para gobernar Estados Unidos.

 

 

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