Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
ESPACIO PUBLICITARIO


UN CONGOLEÑO LO EXPLICA EN LAS ESCUELAS ALEMANAS
Para saber qué es ser negro

Jean-Jérôme Muyemba es profesor en Economía, pero prefirió dedicarse a recorrer escuelas alemanas hablando de cómo es ser extranjero y negro en ese país. Las reacciones son insólitas.

Página/12
en Francia

Por Eduardo Febbro
Desde París

“Mi nombre, Muyemba, significa una suerte de cocodrilo. Por eso, cuando un skinhead se hace el vivo, le digo que venga al Congo para sacar un cocodrilo del agua. Si lo logra, entonces sé que es un auténtico skinhead.” Desde hace poco más de 8 años, Jean-Jérôme Chico-Kaleu Muyemba recorre las colegios de Alemania, desde el jardín de infantes hasta el bachillerato, con un solo propósito: hacerles descubrir a niños y adolescentes lo que es un extranjero en un país donde la última versión del racismo condujo a los grupos extremistas a protagonizar sangrientos atentados contra los inmigrantes. Muyemba no necesita hablar mucho para que se entienda que de ese tema sabe: es negro, nació en el Congo belga hace 55 años y llegó a Alemania en 1972. En el ‘83 obtuvo el diploma de Economía política en la Universidad de Berlín y en 1990 se doctoró en la misma disciplina. Entre 1990 y 1992 ejerció la docencia hasta que empezó a viajar por los colegios de Alemania para mostrarle a “los rubios” qué es un extranjero y cómo es “un negro”.
La experiencia y la militancia de Muyemba son únicas, tanto como las incongruencias y las reflexiones asesinas de muchos de los alumnos que visita. “La idea se me ocurrió a principios de los años ‘90, cuando los actos violentos y racistas empezaron a multiplicarse. El principal problema de los alemanes radica en que este país ignora lo que es un extranjero. Por eso pensé que si lograba estrechar los lazos provocando contactos, eso disminuiría el miedo de la sociedad.” Persona generosa y fuera de los común, Jérôme Muyemba tiene una técnica y un humor a toda prueba. En los jardines de infantes, los niños hacen cola para tocarlo y “sentir cómo es la piel de un negro”. El profesor de extranjeridad no se inmuta, se presta al juego con la convicción de que ha ganado una batalla. “Cuando los chicos me dan la mano, enseguida se miran la palma para ver si no está manchada. Es duro, pero, entiendo, es casi natural.” Con los grandes las cosas son más difíciles, menos “explicables”. Muyemba cuenta que muchas veces se enfrenta a interrogantes extremos, sobre todo cuando “me preguntan por qué soy negro. Paso momentos delicados, en que me obligan a explicar incluso por qué estoy en su país. Hasta me hacen reflexiones porque soy un poco gordo. Me dicen cosas, como por ejemplo: “Vos, en el Congo, con esa barriga, aseguro que estarías muerto de hambre”.
Los prejuicios racistas son huesos duros de roer, un muro compacto hecho de ignorancia, desprecio, asco y sentimiento de superioridad. Muyemba conoce esas cosas antes de llegar a Alemania. Aunque nació en un pueblo del este del Congo Belga, su padres lo mandaron a seguir sus estudios a la capital en momentos en que el país adquiría su independencia, en 1960. El profesor de Economía descubrió el racismo en sus peores formas. Los colonos recién estaban abandonando el país y en plena Leopoldville todavía podían leerse carteles como éstos: “Los negros y los perros tienen prohibido pisar el césped”.
Muyemba afirma que la experiencia piloto que lleva a cabo en Alemania no es un oprobio para él, que es profesor de Economía, sino para los alemanes. “Me parece que es molesto para ellos. Es increíble que haya que enseñarles cómo tienen que portarse. Para mí, las visitas a las escuelas representan una ocasión excepcional, sobre todo cuando se sabe que en el 90 por ciento de los casos son positivas. Ante una clase llena de alumnos, alguien como yo simboliza al extranjero total. Los alemanes proyectan a través mío todos los problemas que tienen con los judíos, los turcos, los gitanos.” Hay que decir que Muyemba hace las cosas con arte y habilidad. Capta la atención del auditorio presentando “las diferencias” bajo su aspecto más casual. Ante una clase de Eisenhuttenstadt, al este de Alemania, Muyemba exhibe instrumentos de música tradicionales, distribuye batatas entre los alumnos y termina presentándose así: “Mi nombre es Jean-Jérôme Chico-Kaleu Muyemba. Jean como el Apóstol porque mi padre era pastor protestante. Llevo un nombre francés porque el Congo era una colonia belga. Chico porque mi padre viene de Angola y ese nombre en portugués significa niño. Kaleu, en nuestra mitología, es el dios todopoderoso, un dios que se creó a sí mismo. Muyemba designa a un cocodrilo. Mi abuelo tuvo 10 mujeres que dieron a luz a más de cien hijos. Mi familia es más grande que toda esta escuela junta”. Los chicos empiezan a mirarlo fascinados y el profesor continúa: “Llegué a Alemania en diciembre y tuve la impresión de que acababa de entrar en una heladera”.
Hace unos meses, un joven se interrogó en su clase sobre el Holocausto. El niño le dijo: “Nos enseñaron que matamos a más de seis millones de judíos, entonces, dígame, ¿por qué siguen viniendo a Alemania? ¿Hasta cuando vamos a seguir pagando por la reparación? No soy yo quien tiene que arreglarle los problemas a los judíos”. La imagen de una Alemania mayoritariamente carcomida por la culpa no corresponde exactamente a la realidad que Muyemba enfrenta en los colegios. “Una vez les pregunté a los alumnos de un colegio si sabían cuántos extranjeros había en Alemania. ¿Sabe qué me respondieron? Más de la cuenta, son un montón, tendrían que volver a sus países. Cuando les expliqué que los extranjeros representaban el 9 por ciento de la población, una niña me respondió: “Habría que bajar la cifra a cero”.
Sin embargo, el congoleño no se rinde nunca. Muyemba adquirió la nacionalidad alemana en 1982 y eso le sirve para poner ante los alumnos la evidencia. No la de su color o la de sus orígenes sino la del derecho de la tierra, que es el derecho del tiempo.
–Decime –pregunta Muyemba a una alumna–, ¿en qué año naciste?
–En 1978 –responde la niña.
–Pero qué cosa –exclama Muyemba–. ¿Te das cuenta? Hace seis años menos que yo que estás en Alemania. A mí me parece que la extranjera sos vos

 

KIOSCO12

PRINCIPAL