PAGINA/12
EN PERU
Por
Carlos Noriega
Desde Lima
Esta vez el golpe llegó desde Colombia. Y quien lo lanzó
fue nada menos que el hermano de Pablo Escobar, el fallecido capo histórico
de la mafia colombiana. Desde el hospital en el que se encuentra bajo
detención, Roberto El Osito Escobar aseguró
que su hermano tenía una estrecha relación con Vladimiro
Montesinos y contribuyó con un millón de dólares
a la campaña presidencial de Fujimori en 1990. Las palabras del
hermano de Pablo Escobar han estallado como un misil en el centro de un
gobierno envuelto por la corrupción y han servido para poner sobre
el tapete ya no sólo las oscuras relaciones entre Montesinos y
el narcotráfico, sino el rol cumplido por el propio Fujimori en
esa sociedad.
La cronología de vida de Montesinos está estrechamente ligada
al narcotráfico. Luego de ser expulsado en 1977 del Ejército
por vender secretos militares y pasar un año en una prisión
militar, se dedicó a ejercer su profesión de abogado. Sus
mejores clientes eran personas acusadas de narcotráfico. Sus buenos
contactos para comprar fiscales, jueces y policías, antes que sus
habilidades jurídicas, eran las principales cartas que el inescrupuloso
abogado Montesinos tenía para ofrecer a sus clientes. Uno de esos
clientes fue Evaristo Porras Ardila, un colombiano que trabajaba con el
cartel de Medellín y que fuera detenido en el Perú a fines
de los años setenta. Años después Porras Ardila .actualmente
preso en Colombia sería acusado de haber participado en el
asesinato del ministro de Justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla.
Porras fue uno entre muchos importantes traficantes de droga que recurrieron
a los servicios de Montesinos.
Con esos antecedentes Montesinos llegó hasta donde Fujimori durante
la campaña electoral de 1990. Su misión era bloquear una
denuncia puesta ante los Tribunales por el equipo de campaña de
Mario Vargas Llosa contra Fujimori, en el que se acusaba al entonces candidato
de evasión tributaria por haber subvaluado varias propiedades.
Montesinos tuvo éxito y ahí comenzó su meteórico
ascenso al poder. Se convirtió en el jefe real del Servicio de
Inteligencia Nacional (SIN) y desde esa posición fue acumulando
poder hasta llegar a controlar a las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial
y La Fiscalía. El golpe de estado de 1992 fue clave para que Montesinos
lograra sus objetivos. Y así se fue estrechando la peligrosa relación
entre el gobierno de Fujimori y el narcotráfico. Era pública
la complicidad de los militares con las mafias de la droga y los ejemplos
de ello abundan.
El propio avión presidencial se vio envuelto en un narcoescándalo
cuando en 1997 se descubrió cocaína en su interior. Un edecán
de Fujimori estuvo involucrado en el caso, pero rápidamente el
presidente salió a defenderlo y lo mismo hizo con los otros oficiales
acusados en el caso. Sólo se procesó a personal subalterno.
Según versiones de los acusados a las que tuvo acceso Página/12
y que se mantienen en reserva, el avión presidencial habría
sido usado para llevar cocaína a la Argentina. Los buques de la
Marina también fueron utilizados en su oportunidad como transporte
de droga.
Fujimori no puede decir, como ha pretendido hacerlo, que él no
sabía nada de las actividades de su brazo derecho. Las relaciones
de Montesinos con el narcotráfico eran públicas cuando el
presidente peruano lo llamó a trabajar en su gobierno. Y las denuncias
de que esas relaciones se estrecharon en la medida que Montesinos acumulaba
más y más poder, se han repetido una y otra vez a lo largo
de estos diez años. La respuesta de Fujimori siempre fue encubrir
esos hechos. Cada vez hay más evidencias deque bajo el gobierno
de Fujimori el Perú se convirtió no sólo en una república
bananera, sino también en una narcorepública.
La
cuenta regresiva
El gobierno
de Alberto Fujimori se hunde en medio de los escándalos de
corrupción. La cuenta regresiva para el presidente peruano
puede comenzar a correr desde hoy. La oposición presentará
una acusación constitucional contra Fujimori por haberse
apropiado de una serie de documentos y videos que la policía
incautó en la casa de la esposa de Vladimiro Montesinos.
Para evitar que los documentos encontrados lleguen a las autoridades
judiciales antes que él pueda revisarlo, Fujimori organizó
un operativo en el cual se usó un fiscal falso. Los documentos,
algunos de los cuales pueden comprometer al propio Fujimori, fueron
llevados al Palacio de Gobierno. Pero la acusación contra
Fujimori será precedida por una moción de censura
contra la mesa directiva del Congreso que deberá votarse
hoy. Si la oposición logra los 61 votos para censurar a la
mesa directiva, algo factible ahora que el oficialismo ha perdido
la mayoría, entonces tomaría el control del Congreso,
lo que abriría las puertas para iniciar el juicio constitucional
contra Fujimori, el que terminaría en su destitución
de la presidencia.
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