Por
Mariana Enriquez
Bersuit
Vergarabat colmó el estadio Obras en la presentación de
su último álbum, Hijos del Culo, el sábado pasado.
Desde la edición de Libertinaje, disco con el que lograron sus
primeros hits masivos, como Sr. Cobranza, o Yo Tomo,
se convirtieron en una de las tantas bandas que, gracias a una mezcla
de ritmos afro, cumbia, algo de tango, algo de ska, algo de reggae y algo
de rock, más letras contestatarias, son una opción para
el público barrial con conciencia social. O algo por estilo: a
esta altura es difícil definir cuál es la sensibilidad que
tocan tanto Bersuit como Los Piojos o tantas otras, y la etiqueta de rock
barrial hace rato que dejó de ser apropiada. Lo cierto es que convocan
a una suerte de ritual que incluye bengalas, banderas del Che, baile y
coro futbolero.
No siempre fue así, sin embargo. En sus primeros tres discos, Bersuit
estaba más cerca de ser una banda de culto, con canciones sobre
locos y pequeñas historias urbanas, con toda la imaginería
rioplatense. Hoy, están a medio camino de Los Auténticos
Decadentes y Los Piojos, con cierto gusto por el discurso social agregado.
Es decir, tienen las canciones sensibles, con tango, candombe y murga,
y las canciones picarescas, divertidas, escatológicas.
El problema es que no tienen ni los hits instantáneos e increíblemente
pegadizos de los Decadentes ni la sensibilidad de Andrés Ciro,
cantante y letrista de Los Piojos. Por lo que el show, si bien fue intenso
y emocionante, tuvo momentos de tedio relacionados con que muchos temas
se parecen peligrosamente entre sí, y sobre todo, con la duración
del show: tres horas. Es notable la tendencia de muchas bandas (lo mismo
sucede con La Renga) a extender sus presentaciones hasta el infinito.
Mantener la energía de público y banda durante tanto tiempo
es una tarea titánica, y que ciertamente Bersuit no pudo llevar
a cabo, por lo menos desde el punto de vista de aquellos espectadores
que no son fans incondicionales. Los que sí lo eran, todo hay que
decirlo, disfrutaron con frenesí, cantando todas las letras, coreando
todos los estribillos, incluso los del flamante álbum que ya es
conocido por todos.
Se trató, también, de una recorrida por la historia de la
banda. Así hubo amigos que subieron al escenario, desde Palo Pandolfo
en Murguita del Sur, (probablememte el mejor momento de la
noche) hasta ex integrantes de la banda casi míticos, como Rubén
Sadrinas, en el viejísimo Tuyu. Pero claro, los momentos
de festejo llegaron con los hits. En Yo Tomo hubo suelta de
globos, La Bolsa, el corte de Hijos del Culo,
ya es otro favorito, y está claro que El Estallido
es esperado por todos. Gustavo Cordera se dirigió todo el tiempo
a la gente: es bueno mantener el espíritu cuando es lo único
que nos queda en esta selva, dijo para presentar Espíritu
de esta selva, y como ya lo viene haciendo en casi todas las presentaciones,
se bajó los pantalones (acompañado por dos de sus compañeros)
para CSM. También dedicó un tema, Toco
y me voy, a Ricardo Bochini, en otra apelación fácil
al imaginario popular, la del fútbol. Hubo además pequeñas
coreografías, la mayoría olvidables, o predecibles, como
los disfrazados de torero y toro en, obviamente, La del toro,
o la aparición de un antropólogo estilo Tato
Bores para leer un informe sarcástico acerca de que muchos de los
habitantes del tercer mundo han nacido por el culo, los que nacieron
para atrás, los olvidados, los mal paridos. Más allá
de que cuentan con el indiscutible fervor de su público, Bersuit
Vergarabat es una banda que no sorprende, y que últimamente, con
canciones y referencias algo obvias, apela cada vez más a los lugares
comunes.
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