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OPINION

Un paquete más y....

Por James Neilson

Ante cada nuevo espasmo de la crisis, el gobierno “centroizquierdista” de la Alianza reacciona corriendo algunos kilómetros más hacia la derecha del espectro económico. Amenazado por las jaurías salivantes del Mercado, quiere un refugio totalmente seguro y entiende que el único lugar en que estará a salvo se halla en la zona gélida regida por los neoliberales más imaginativos. Sin embargo, ya se ha adentrado tanto en este territorio inhóspito sin encontrar lo que está buscando que muy pronto se verá frente a un problema inédito: ¿Cómo seguir rumbeando hacia la derecha cuando ya se ha privatizado virtualmente todo? ¿Qué hará cuando el Mercado, luego de haber masticado y digerido todas las jubilaciones del país y la recaudación de impuestos, sienta hambre y se ponga a mostrarles los dientes?
Aún le quedan algunas opciones. Podría intentar vender algunas provincias pintorescas: habrá multimillonarios europeos, nipones o norteamericanos a los cuales les encantaría convertirse en dueños exclusivos de Tierra del Fuego o Neuquén. O, haciendo caso omiso de prejuicios nacionalistas trasnochados, podría ofrecer el Ministerio de Economía al mejor postor para que haga del país un laboratorio para teorías avanzadas. Otra alternativa acaso menos drástica consistiría en oficializar la esclavitud, eliminando así la necesidad de una nueva reforma laboral. O podría elegir la dolarización acompañada por un decreto según el cual la Casa Rosada será trasladada a Miami. Por cierto, tendrá que pensar en algo contundente si aún quiere asestar aquel “choque de confianza” que según los expertos en la materia serviría para que la economía recuperara el brío perdido.
El Mercado es poderoso en todas partes, pero parecería que sólo aquí es capaz de obligar al Gobierno a obedecer hasta sus caprichos más estrafalarios. ¿Por qué? Porque aquí el mal llamado sector público siempre ha estado al servicio de una clase política cuyos miembros perciben y gastan más por barba que sus homólogos de los Estados Unidos pero que, como el Gobierno mismo acaba de confirmar, ni siquiera está en condiciones de recaudar impuestos –es decir, de llevar a cabo lo que desde los días de los faraones es la tarea básica de todo régimen político–, razón por la cual le ha sido necesario recurrir a métodos propios del Imperio Romano o de la Mafia siciliana. Como tantos han estado señalando, el problema no es económico sino político, lo cual hace pensar que no habrá ninguna “solución” mientras no se concreten reformas que resulten ser por lo menos tan profundas como las planteadas por Carlos “Chacho” Alvarez y otros.


 

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