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LA LUPA de la MAGISTRATURA SOBRE LA CAMARA COMERCIAL
Entre bueyes, hay cornadas

El camarista Héctor Di Tella cuestionó también a la magistrada Isabel Míguez de Cantore, quien denunció ante el Consejo de la Magistratura a sus pares por arreglar fallos en el fuero comercial.

Por Irina Hauser

Todo empezó cuando, a comienzos de agosto, la jueza Isabel Míguez de Cantore acusó a sus dos compañeros de la Sala A de la Cámara Comercial de Apelaciones de negociar fallos favorables con abogados litigantes. Ayer el titular de la Cámara, Héctor Di Tella, cuestionó también a la magistrada al declarar ante la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura. Y ratificó el acta que firmó junto con otros nueve camaristas y el fiscal Raúl Calle Guevara, que derivó en la denuncia de las irregularidades ante ese organismo. En ese documento se reproducían imputaciones de Míguez de Cantore en las que contaba que su compañero Julio Peirano le había pedido en nombre de Rodolfo Barra, titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), que redujera el monto de indemnización de un fallo contra un banco.
La semana pasada la camarista señaló ante el Consejo su preocupación por el vínculo de Peirano con abogados que patrocinan causas en trámite ante la Cámara Comercial, como Guillermo Tabanera y Pedro González Trabucco. Al relato sobre el pedido de parte de Barra agregó, por ejemplo, que Peirano y González Trabucco al parecer comparten una caja de seguridad bancaria en la que el abogado habría puesto a disposición del camarista dinero ganado en un juicio. También comprometió a su ex compañero de sala, Manuel Jarazo Veiras, que renunció en medio del escándalo. Dijo que ella misma grabó una conversación con el abogado Juan Manuel Lynch, del grupo Aluar, en la que se menciona que el abogado José de San Martín, amigo reconocido de Jarazo Veiras, asesoró a la empresa en relación con actuaciones que tenía a estudio ese camarista y que por esa tarea habría cobrado 350 mil pesos.
La jueza que destapó la olla, Peirano y Jarazo Veiras están siendo investigados por supuesto cohecho por los jueces Sergio Torres y Adolfo Calvete. Intentan verificar si los camaristas recibieron coimas a cambio de favorecer con sus sentencias a los accionistas mayoritarios de la firma Aluar y a dos ex socios del laboratorio Biogenesis.
El juez Di Tella dijo ayer ante los consejeros que le llamaba la atención que Míguez de Cantore se hubiera negado a formalizar una denuncia concreta. “Decía que sólo transmitía lo que sabía para que el tribunal tomara conciencia y tuviera una intervención, evidentemente se desenvolvía en un plan diferente al nuestro en relación a lo que podía ser una conducta reprochable de Peirano”, dijo. “Le pedimos –añadió– que estructurara su denuncia, pero no lo hizo.”
Di Tella ratificó todo lo que había denunciado con sus colegas ante el Consejo, pero se cuidó de hacer referencias a irregularidades puntuales. También sugirió que, al menos en la sala A, nadie estaría exento de culpas. Contó que tiempo atrás, al asistir a un acto en el condecoraban a Míguez de Cantore por sus 25 años como jueza, le llamó la atención el hombre que sacaba fotos. “Cuando averigüé quién era me enteré de que era el abogado González Trabucco”, el mismo que según denunció la jueza frecuentaba sospechosamente el despacho de su colega Peirano.
Ayer también declaró Susana Polotto, prosecretaria de la sala A. Dijo que vio a Barra dos veces (una en 1998 y otra en 1999) de visita por la Cámara, y que preguntó por Peirano. También contó que Míguez de Cantore y Peirano solían hablar de González Trabucco. Y que en una oportunidad lo nombraron perito de común acuerdo. Por último, dio su testimonio el fiscal Calle Guevara, que también ratificó las irregularidades denunciadas.

 

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