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CONTINUAN LAS PRESIONES DEL “MERCADO”
POR MAS AJUSTE SOBRE LA DIRIGENCIA POLITICA
Las voces del mercado llaman a la puerta

Cuatro días después de que De la Rúa anunciara el paquete de medidas, la principal calificadora internacional de riesgo crediticio le bajó la nota a Argentina. En Wall Street, la deuda argentina, con garantía del FMI, lo mismo es buen negocio.

Ministro de Economía de la Alianza, José Luis Machinea.
Los dos últimos días el mercado va “pum” para arriba, pero...

Por Maximiliano Montenegro

Las “voces del mercado” no reparan en el protocolo cuando de presionar sobre la administración De la Rúa se trata. A cuatro días de que el Presidente y su reconfirmado ministro de Economía anunciaran las medidas acordadas con el Fondo Monetario para destrabar la “red de salvataje” financiero tejida por Washington, la calificadora internacional de riesgo crediticio Standard & Poor’s le bajó la nota a Argentina. “A pesar de que el paquete cubre las necesidades de financiamiento inmediatas de Argentina, no podrá restaurar la confianza en forma duradera, en ausencia de una reforma más profunda en las finanzas nacionales y provinciales”, dijo S&P en un comunicado. Además, critica el aumento del déficit fiscal contemplado en el Presupuesto 2001, en línea con menores perspectivas de crecimiento y advierte que puede haber renovadas presiones del mercado “si la Alianza demuestra falta de efectividad en el tratamiento parlamentario de las medidas fiscales y estructurales”. El duro informe despertó polémica en Wall Street, donde los analistas de los principales bancos de inversión recomendaron en los últimos días a sus clientes comprar títulos de deuda argentina, para aprovechar la suba de las cotizaciones después de que se supo que el FMI garantizará el pago a su vencimiento.
Standard & Poor’s es una de las tres calificadoras de riesgo crediticio más conocidas del mundo. Las otras dos son Moody’s y Duff & Phelps. Su función es fijarle una nota a la capacidad de repago de la deuda por parte del gobierno y/o empresas. Dicha nota es luego tomada como referencia por fondos de inversión y bancos que se lanzan a la aventura de comprar títulos de deuda de los más diversos países, en especial de los llamados “emergentes”. Por ejemplo, la calificación investment grade (grado inversión) que el presidente De la Rúa, a poco de asumir, mencionó como uno de los objetivos de su gobierno, habilita a los grandes fondos de pensión americanos a incluir en sus carteras dichos bonos. Argentina está hoy muy lejos de esa meta. Revista en una categoría (“deuda especulativa”) en la que sólo están autorizados a jugar inversores amantes del riesgo tanto como ávidos de ganancias de corto plazo.
En Buenos Aires, S&P cuenta con una oficina que dirigen las economistas Diana Mondino y Viviana Zocco. La primera es hermana de Guillermo Mondino, director del Instituto de Estudios de la Fundación Mediterránea, el think tank de Domingo Cavallo. Zocco, en tanto, es la esposa del empresario periodístico Daniel Hadad.
Sin embargo, la filial local de S&P sólo tiene voz, pero no voto, en las decisiones de la calificadora sobre Argentina, que se toman conjuntamente en los cuarteles generales de Nueva York y Londres.
Dos semanas antes de la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez, una misión de la consultora había viajado a Buenos Aires para entrevistarse con funcionarios de primer nivel del Gobierno, como parte de las habituales evaluaciones in situ del “mercado” sobre la situación del país. El propio José Luis Machinea fue quien arregló una reunión entre los enviados extranjeros y el por entonces vicepresidente, de la cual –según diversas fuentes– salieron “encantados”.
El primero de noviembre último, dos días después de que Machinea anunciara su “shock de inversión” a toda orquesta en el Banco Nación, desesperado por ahuyentar los rumores sobre su propia renuncia, Standard & Poor’s anunció que ponía bajo revisión la calificación de Argentina. En tanto, advirtió sobre los peligros que la renuncia de Alvarez y la crisis de la Alianza sembraban sobre la continuidad de la política económica y la capacidad de repago de la deuda. Desde entonces, el fantasma de la “cesación de pagos” motorizó la venta de bonos argentinos en Wall Street, elevando la tasa de interés que tuvo que pagar el Gobierno para refinanciar los vencimientos de capital de la deuda hasta el pico del 16 por ciento de la semana pasada. Semejante nivel de tasa, que de mantenerse haría quebrar al Estado argentino en pocos meses, hizo que el Gobierno anunciara el viernes una serie de medidas promercado (reforma previsional, desregulación de obras sociales, congelamiento del gasto público de Nación y provincias), condición necesaria para asegurarse el paquete financiero negociado con el FMI, que sirve para cubrir los vencimientos de la deuda el año próximo. Desde el viernes, los brokers de Wall Street empezaron a comprar títulos argentinos, deseosos de hacer buenos negocios con precios de los títulos por el piso (rendimientos por las nubes) y que ahora vienen con premio garantizado por los organismos internacionales. Así, repuntaron las cotizaciones y el riesgo-país, que había superado el techo de los 10 puntos porcentuales (adicionales a la tasa que pagan los títulos del Tesoro norteamericano), cayó hasta 8,25 puntos.
La pequeña fiesta fue aguada por el nuevo informe de Standard & Poor’s, confirmando la señal de alerta de hace quince días que –sin embargo– no frenó la tendencia compradora de los mercados (ver pág. 11). En sus fundamentos, la consultora asume la cara más ortodoxa de Wall Street. Comenta que la menor estimación de crecimiento oficial para el 2001 (de sólo 2,5 por ciento), “sumada a la menor capacidad para efectivizar un ajuste fiscal de envergadura, requerirá una modificación de la Ley de Responsabilidad Fiscal”, para permitir un déficit mayor (de 6400 millones). Y destaca que “con un congelamiento de los gastos a nivel nacional y provincial, las autoridades proyectan alcanzar el equilibrio fiscal en el 2005, frente al 2003 original. Dada la naturaleza del régimen de convertibilidad, la flexibilidad de Argentina para incurrir en déficit fiscales se encuentra limitada”, concluye.
Del otro lado del mostrador de Wall Street, ahora que el negocio tiene garante, se muestran menos exigentes que hace una semana, y hasta critican la decisión de S&P (ver aparte). Sólo Goldman Sachs siguió la línea de conducta de presionar a la dirigencia política, azuzando el cuco del golpe de mercado. “La reforma previsional puede aplicarse por decreto, pero el acuerdo fiscal con las provincias no, y sin éste la ayuda financiera no vendrá”, afirma en su último reporte. “Creemos que los mercados continuarán volátiles en las próximas 3 o 4 semanas, hasta que los mercados digieran las negociaciones políticas necesarias para aprobar las medidas”, explica luego. Y amenaza: “Dadas las dificultades al inicio de las negociaciones, nos preocupa que se requiera presiones de mercado adicionales (sic) para convencer a gobernadores, legisladores y el Gobierno de la necesidad de actuar agresiva y rápidamente”.
Sea como fuere, aun los analistas más optimistas consideran que la baja del riesgo país no perforará los 7/7,5 puntos, es decir, el mismo que había a fines de setiembre, antes de la crisis política. Es el mismo riesgo que Brasil y el doble que México. Con ese nivel de tasa de interés, el problema que se plantea es el de entonces: cómo salir de la recesión más larga de la historia y bajar niveles record de desocupación y pobreza.

 

Dos mujeres de riesgo

Standard & Poor’s desembarcó en Argentina a través de la calificadora Risk Annalysis. Sus dos titulares son Viviana Zocco, mujer de Daniel Hadad, el empresario de medios menemista, propietario de Radio 10 y del semanario La Primera, especializados ambos en operaciones periodísticas tras las que muchos creen ver la mano del ex presidente, y Diana Mondino, esposa del ex superintendente de Entidades Financieras del menemismo, Eugenio Pendás. Precisamente esa relación entre la dueña de una calificadora bancaria y el superintendente de bancos ocasionó más de una crítica al funcionario estatal. Pendás no registró la contradicción y se limitó a explicar que en su casa nunca hablaba de cuestiones de trabajo. Menos subjetivo que esas temáticas familiares resulta el hecho de que buena parte de la gruesa cartera de clientes de Risk y su propio despegue como evaluadora de riesgos coincidiera con el período en que Pendás se desempeñó como director del Banco Central y luego al frente de la Superintendencia. En calidad de superintendente de Entidades Financieras, Pendás fue el encargado de monitorear la crisis desatada por el Tequila. Se afirma, no obstante, que Risk Annalysis fue una de las dos calificadoras que evaluaron con suma buena voluntad al Banco Extrader poco antes de su caída, vinculada, justamente, a los efectos del cimbronazo mexicano. También se acota que haciendo exhibición de reflejos rápidos Risk retiró su evaluación, inhallable hoy en los archivos. También fue Risk quien calificó en términos positivos al Banco República, propiedad de Raúl Moneta, poco tiempo antes de su hundimiento.

“Era lo que se esperaba”

Ningún miembro del equipo económico quiso opinar públicamente sobre la baja de la calificación argentina dispuesta ayer por Standard & Poor’s. No obstante, un alto funcionario del Palacio de Hacienda accedió al diálogo con Página/12 con el compromiso de reservar su identidad. “En realidad, descontábamos que (la agencia) nos iba a bajar la nota desde que la puso en observación con perspectiva negativa a principios de mes”, admitió. “Nunca es agradable una baja en la calificación, pero preferimos que lo haga ahora y no dentro de un mes, cuando esté definido el nuevo escenario con el crédito de blindaje y el acuerdo con las provincias”, agregó el funcionario. Respecto de las negociaciones con el FMI por un préstamo extraordinario, estimó “poco probable” que el anuncio pueda concretarse esta semana. “Durante algunos días definiremos con Teresa Ter Minassian y Tomás Raichman la nueva carta de intención del acuerdo (con el organismo) y las características del crédito”, señaló. El informante también calificó como “remota” la posibilidad de que los gobiernos español, italiano y alemán participen del préstamo de salvataje.

Los bancos de inversión opinan diferente

Esta vez, los representantes de bancos de inversión discreparon con la agencia Standard & Poor’s por haber bajado la calificación de Argentina. “Sigo recomendando comprar bonos argentinos”, afirmó Arturo Porzecansky, economista del ABN-Amro, quien se manifestó “sorprendido” por la decisión de S&P. “Cambiar la nota basados en que el año que viene habrá más déficit es mirar la historia a medias. Hay que ver este paquete de medidas desde el lado positivo, no sólo los aspectos negativos”, añadió. “Tendrá poco impacto en el mercado, ya que era algo que estaba previsto”, sostuvo, por su parte, Pablo Goldberg, analista para mercados emergentes de Merrill Lynch, banco de inversión que ayer modificó al alza su visión sobre la economía argentina. “La situación de Argentina era muy difícil, podría haber llegado a ser catastrófica, pero ahora se abrió una nueva oportunidad” con el crédito de blindaje, sostuvo el economista. En tanto, Walter Molano, de BCP Securities, afirmó que “nuestra tesis es que la economía está en una recuperación leve. El equipo económico aplicó medidas importantes para recuperar la disciplina fiscal”. Con respecto a los costos laborales, el analista entregó una definición curiosa. Dijo que “no se necesita otra reforma laboral, ya que durante este año la Argentina tuvo un brutal ajuste salarial”. De ello se desprende que si no se hubiera producido ese ajuste, el Gobierno debería dictar una nueva ley.

 

Evaluación de la nota de la evaluadora
Leonardo Blejer, economista del Credicoop
“Piden más ajuste”

“La baja en la calificación de Standard & Poor’s demuestra una vez más la falta de timing de las empresas calificadoras, que actúan sobre los hechos consumados. Llama la atención que bajen la nota en este momento, cuando aún restan muchas tareas pendientes. Deberían haber esperado un poco más para ver cómo avanzaban las negociaciones con los gobernadores para extender el ajuste fiscal a las provincias. La principal crítica es la modificación de la ley de responsabilidad fiscal. Lo central es que están pidiendo más ajuste. Siempre quieren más. No hay que olvidarse que este gobierno decía que su principal objetivo era lograr el investment grade. Sin embargo, vamos para atrás. A las calificadoras sólo les interesa la capacidad de repago de los bonos. La posibilidad de que la deuda supere el 50 por ciento del PBI les preocupa. En especial luego de que el FMI autorizara un mayor nivel de déficit para evitar otro ajuste. En otro orden conviene advertir que no debería gobernarse mirando lo que dicen las calificadoras. Sus metodologías, criterios y tiempos no son transparentes.”

Pedro Lacoste, economista
“Llega tarde”

“Creo que la repercusión que puede tener esta baja en la calificación es muy limitada y llega tarde. Ya había sido descontada por los mercados. Hoy las preocupaciones son otras, el mercado está tratando de ver cuáles son las soluciones. Hoy el interés está en otro lado. Aunque el paper con los considerandos que distribuyó Standard & Poor’s hace algunas recomendaciones de más ajuste, los mercados lo que miran es la nota, no esas recomendaciones. Pero es claro que se trata de una reacción tardía, en otro momento habría tenido más repercusión. De lo que no cabe duda es de que se trata de un fuerte golpe para quienes pensaban que el investment grade debía ser el único objetivo de la política económica y que se alcanzaba sólo con ajuste fiscal. Hubo una gran simplificación, el problema fiscal es hoy una consecuencia de la recesión y no al revés. El crecimiento se soluciona con otra dinámica, resolviendo los problemas de competitividad de la economía argentina. La solvencia fiscal se alcanzará sólo si se crece y la política fiscal debe empujar al crecimiento.”

 

OPINION
Por Raúl Dellatorre

El partido del “mercado”

Hay quienes afirman que es difícil entender la lógica de los mercados. Más difícil, sin embargo, es entender que un gobierno administre un país en función de ese comportamiento (i)lógico del mercado. Y proceda a aplicar ajustes estructurales (congelamiento del gasto público por cinco años, eliminar el régimen previsional público) para responder a humores pasajeros de los inversores. Si hay tormenta, el Gobierno no abre el paraguas, sino que quiere hacer que pare de llover. La baja de la calificación de Standard & Poor’s demuestra dos cosas, para quien todavía no lo hubiera comprendido: una es que el Gobierno no está en capacidad de parar la lluvia; la otra es que volverá a llover cada vez que el mercado amanezca malhumorado después de una mala noche.
Más que un índice de desconfianza, la actitud de los mercados –o de calificadoras y consultores, más estrictamente– se parece cada día más a una extorsión. Hasta la década del 70, los grupos de poder echaban mano al partido militar para venir a “corregir los desarreglos” de los gobiernos democráticos. Ahora, esa arma es el partido del “mercado”, el gran disciplinador del sector público. En nombre de la confianza, reclaman ajuste. Pero después del ajuste, dirán que es insuficiente y pedirán más. Si el Gobierno sobreactúa el ajuste, como ocurrió el viernes pasado, los irritables mercados dirán que dudan de que se pueda cumplir lo prometido. Y mientras tanto, la situación social se hace a cada paso más convulsiva, más intolerable, más injusta. El pacto de gobernabilidad que la Alianza le pidió a la oposición formal (el justicialismo, no el partido del “mercado”) al comienzo de su gestión ahora dio paso a una propuesta de pacto de ingobernabilidad: si las provincias aceptan un nuevo ajuste en sus presupuestos, sus territorios se harán inmanejables. Los organismos internacionales y la banca privada ofrecen un blindaje financiero, pero no para que el Gobierno pueda llevar a cabo el programa por el cual fue votado sino para que lo abandone y pueda seguir pagando los intereses de la deuda. Es como haber privatizado el programa de gobierno. Después de una década en la que el mayor negocio privado en el país fue la valorización financiera, la deuda no dejó de crecer. Gran parte de los calificadores del riesgo argentino son ex yuppies argentinos emigrados. ¿Será conspirativo pensar que también buena parte de los títulos de la deuda argentina está en manos de los capitales que fugaron del país, por más de 100 mil millones de dólares? A ellos está dedicada esta política de ajuste. Y las que vengan.

 

 

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