Por Maximiliano
Montenegro
Las voces del mercado
no reparan en el protocolo cuando de presionar sobre la administración
De la Rúa se trata. A cuatro días de que el Presidente y
su reconfirmado ministro de Economía anunciaran las medidas acordadas
con el Fondo Monetario para destrabar la red de salvataje
financiero tejida por Washington, la calificadora internacional de riesgo
crediticio Standard & Poors le bajó la nota a Argentina.
A pesar de que el paquete cubre las necesidades de financiamiento
inmediatas de Argentina, no podrá restaurar la confianza en forma
duradera, en ausencia de una reforma más profunda en las finanzas
nacionales y provinciales, dijo S&P en un comunicado. Además,
critica el aumento del déficit fiscal contemplado en el Presupuesto
2001, en línea con menores perspectivas de crecimiento y advierte
que puede haber renovadas presiones del mercado si la Alianza demuestra
falta de efectividad en el tratamiento parlamentario de las medidas fiscales
y estructurales. El duro informe despertó polémica
en Wall Street, donde los analistas de los principales bancos de inversión
recomendaron en los últimos días a sus clientes comprar
títulos de deuda argentina, para aprovechar la suba de las cotizaciones
después de que se supo que el FMI garantizará el pago a
su vencimiento.
Standard & Poors es una de las tres calificadoras de riesgo
crediticio más conocidas del mundo. Las otras dos son Moodys
y Duff & Phelps. Su función es fijarle una nota a la capacidad
de repago de la deuda por parte del gobierno y/o empresas. Dicha nota
es luego tomada como referencia por fondos de inversión y bancos
que se lanzan a la aventura de comprar títulos de deuda de los
más diversos países, en especial de los llamados emergentes.
Por ejemplo, la calificación investment grade (grado inversión)
que el presidente De la Rúa, a poco de asumir, mencionó
como uno de los objetivos de su gobierno, habilita a los grandes fondos
de pensión americanos a incluir en sus carteras dichos bonos. Argentina
está hoy muy lejos de esa meta. Revista en una categoría
(deuda especulativa) en la que sólo están autorizados
a jugar inversores amantes del riesgo tanto como ávidos de ganancias
de corto plazo.
En Buenos Aires, S&P cuenta con una oficina que dirigen las economistas
Diana Mondino y Viviana Zocco. La primera es hermana de Guillermo Mondino,
director del Instituto de Estudios de la Fundación Mediterránea,
el think tank de Domingo Cavallo. Zocco, en tanto, es la esposa del empresario
periodístico Daniel Hadad.
Sin embargo, la filial local de S&P sólo tiene voz, pero no
voto, en las decisiones de la calificadora sobre Argentina, que se toman
conjuntamente en los cuarteles generales de Nueva York y Londres.
Dos semanas antes de la renuncia de Carlos Chacho Alvarez,
una misión de la consultora había viajado a Buenos Aires
para entrevistarse con funcionarios de primer nivel del Gobierno, como
parte de las habituales evaluaciones in situ del mercado sobre
la situación del país. El propio José Luis Machinea
fue quien arregló una reunión entre los enviados extranjeros
y el por entonces vicepresidente, de la cual según diversas
fuentes salieron encantados.
El primero de noviembre último, dos días después
de que Machinea anunciara su shock de inversión a toda
orquesta en el Banco Nación, desesperado por ahuyentar los rumores
sobre su propia renuncia, Standard & Poors anunció que
ponía bajo revisión la calificación de Argentina.
En tanto, advirtió sobre los peligros que la renuncia de Alvarez
y la crisis de la Alianza sembraban sobre la continuidad de la política
económica y la capacidad de repago de la deuda. Desde entonces,
el fantasma de la cesación de pagos motorizó
la venta de bonos argentinos en Wall Street, elevando la tasa de interés
que tuvo que pagar el Gobierno para refinanciar los vencimientos de capital
de la deuda hasta el pico del 16 por ciento de la semana pasada. Semejante
nivel de tasa, que de mantenerse haría quebrar al Estado argentino
en pocos meses, hizo que el Gobierno anunciara el viernes una serie de
medidas promercado (reforma previsional, desregulación de obras
sociales, congelamiento del gasto público de Nación y provincias),
condición necesaria para asegurarse el paquete financiero negociado
con el FMI, que sirve para cubrir los vencimientos de la deuda el año
próximo. Desde el viernes, los brokers de Wall Street empezaron
a comprar títulos argentinos, deseosos de hacer buenos negocios
con precios de los títulos por el piso (rendimientos por las nubes)
y que ahora vienen con premio garantizado por los organismos internacionales.
Así, repuntaron las cotizaciones y el riesgo-país, que había
superado el techo de los 10 puntos porcentuales (adicionales a la tasa
que pagan los títulos del Tesoro norteamericano), cayó hasta
8,25 puntos.
La pequeña fiesta fue aguada por el nuevo informe de Standard &
Poors, confirmando la señal de alerta de hace quince días
que sin embargo no frenó la tendencia compradora de
los mercados (ver pág. 11). En sus fundamentos, la consultora asume
la cara más ortodoxa de Wall Street. Comenta que la menor estimación
de crecimiento oficial para el 2001 (de sólo 2,5 por ciento), sumada
a la menor capacidad para efectivizar un ajuste fiscal de envergadura,
requerirá una modificación de la Ley de Responsabilidad
Fiscal, para permitir un déficit mayor (de 6400 millones).
Y destaca que con un congelamiento de los gastos a nivel nacional
y provincial, las autoridades proyectan alcanzar el equilibrio fiscal
en el 2005, frente al 2003 original. Dada la naturaleza del régimen
de convertibilidad, la flexibilidad de Argentina para incurrir en déficit
fiscales se encuentra limitada, concluye.
Del otro lado del mostrador de Wall Street, ahora que el negocio tiene
garante, se muestran menos exigentes que hace una semana, y hasta critican
la decisión de S&P (ver aparte). Sólo Goldman Sachs
siguió la línea de conducta de presionar a la dirigencia
política, azuzando el cuco del golpe de mercado. La reforma
previsional puede aplicarse por decreto, pero el acuerdo fiscal con las
provincias no, y sin éste la ayuda financiera no vendrá,
afirma en su último reporte. Creemos que los mercados continuarán
volátiles en las próximas 3 o 4 semanas, hasta que los mercados
digieran las negociaciones políticas necesarias para aprobar las
medidas, explica luego. Y amenaza: Dadas las dificultades
al inicio de las negociaciones, nos preocupa que se requiera presiones
de mercado adicionales (sic) para convencer a gobernadores, legisladores
y el Gobierno de la necesidad de actuar agresiva y rápidamente.
Sea como fuere, aun los analistas más optimistas consideran que
la baja del riesgo país no perforará los 7/7,5 puntos, es
decir, el mismo que había a fines de setiembre, antes de la crisis
política. Es el mismo riesgo que Brasil y el doble que México.
Con ese nivel de tasa de interés, el problema que se plantea es
el de entonces: cómo salir de la recesión más larga
de la historia y bajar niveles record de desocupación y pobreza.
Dos mujeres de riesgo
Standard & Poors desembarcó en Argentina a través
de la calificadora Risk Annalysis. Sus dos titulares son Viviana
Zocco, mujer de Daniel Hadad, el empresario de medios menemista,
propietario de Radio 10 y del semanario La Primera, especializados
ambos en operaciones periodísticas tras las que muchos creen
ver la mano del ex presidente, y Diana Mondino, esposa del ex superintendente
de Entidades Financieras del menemismo, Eugenio Pendás. Precisamente
esa relación entre la dueña de una calificadora bancaria
y el superintendente de bancos ocasionó más de una
crítica al funcionario estatal. Pendás no registró
la contradicción y se limitó a explicar que en su
casa nunca hablaba de cuestiones de trabajo. Menos subjetivo que
esas temáticas familiares resulta el hecho de que buena parte
de la gruesa cartera de clientes de Risk y su propio despegue como
evaluadora de riesgos coincidiera con el período en que Pendás
se desempeñó como director del Banco Central y luego
al frente de la Superintendencia. En calidad de superintendente
de Entidades Financieras, Pendás fue el encargado de monitorear
la crisis desatada por el Tequila. Se afirma, no obstante, que Risk
Annalysis fue una de las dos calificadoras que evaluaron con suma
buena voluntad al Banco Extrader poco antes de su caída,
vinculada, justamente, a los efectos del cimbronazo mexicano. También
se acota que haciendo exhibición de reflejos rápidos
Risk retiró su evaluación, inhallable hoy en los archivos.
También fue Risk quien calificó en términos
positivos al Banco República, propiedad de Raúl Moneta,
poco tiempo antes de su hundimiento.
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Era lo que se
esperaba
Ningún miembro del equipo económico quiso opinar
públicamente sobre la baja de la calificación argentina
dispuesta ayer por Standard & Poors. No obstante, un alto
funcionario del Palacio de Hacienda accedió al diálogo
con Página/12 con el compromiso de reservar su identidad.
En realidad, descontábamos que (la agencia) nos iba
a bajar la nota desde que la puso en observación con perspectiva
negativa a principios de mes, admitió. Nunca
es agradable una baja en la calificación, pero preferimos
que lo haga ahora y no dentro de un mes, cuando esté definido
el nuevo escenario con el crédito de blindaje y el acuerdo
con las provincias, agregó el funcionario. Respecto
de las negociaciones con el FMI por un préstamo extraordinario,
estimó poco probable que el anuncio pueda concretarse
esta semana. Durante algunos días definiremos con Teresa
Ter Minassian y Tomás Raichman la nueva carta de intención
del acuerdo (con el organismo) y las características del
crédito, señaló. El informante también
calificó como remota la posibilidad de que los
gobiernos español, italiano y alemán participen del
préstamo de salvataje.
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Los bancos de inversión
opinan diferente
Esta vez, los representantes de bancos de inversión discreparon
con la agencia Standard & Poors por haber bajado la calificación
de Argentina. Sigo recomendando comprar bonos argentinos,
afirmó Arturo Porzecansky, economista del ABN-Amro, quien
se manifestó sorprendido por la decisión
de S&P. Cambiar la nota basados en que el año que
viene habrá más déficit es mirar la historia
a medias. Hay que ver este paquete de medidas desde el lado positivo,
no sólo los aspectos negativos, añadió.
Tendrá poco impacto en el mercado, ya que era algo
que estaba previsto, sostuvo, por su parte, Pablo Goldberg,
analista para mercados emergentes de Merrill Lynch, banco de inversión
que ayer modificó al alza su visión sobre la economía
argentina. La situación de Argentina era muy difícil,
podría haber llegado a ser catastrófica, pero ahora
se abrió una nueva oportunidad con el crédito
de blindaje, sostuvo el economista. En tanto, Walter Molano, de
BCP Securities, afirmó que nuestra tesis es que la
economía está en una recuperación leve. El
equipo económico aplicó medidas importantes para recuperar
la disciplina fiscal. Con respecto a los costos laborales,
el analista entregó una definición curiosa. Dijo que
no se necesita otra reforma laboral, ya que durante este año
la Argentina tuvo un brutal ajuste salarial. De ello se desprende
que si no se hubiera producido ese ajuste, el Gobierno debería
dictar una nueva ley.
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Evaluación
de la nota de la evaluadora
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Leonardo Blejer, economista del Credicoop
Piden más
ajuste
La baja en la calificación de Standard & Poors
demuestra una vez más la falta de timing de las empresas
calificadoras, que actúan sobre los hechos consumados. Llama
la atención que bajen la nota en este momento, cuando aún
restan muchas tareas pendientes. Deberían haber esperado
un poco más para ver cómo avanzaban las negociaciones
con los gobernadores para extender el ajuste fiscal a las provincias.
La principal crítica es la modificación de la ley
de responsabilidad fiscal. Lo central es que están pidiendo
más ajuste. Siempre quieren más. No hay que olvidarse
que este gobierno decía que su principal objetivo era lograr
el investment grade. Sin embargo, vamos para atrás. A las
calificadoras sólo les interesa la capacidad de repago de
los bonos. La posibilidad de que la deuda supere el 50 por ciento
del PBI les preocupa. En especial luego de que el FMI autorizara
un mayor nivel de déficit para evitar otro ajuste. En otro
orden conviene advertir que no debería gobernarse mirando
lo que dicen las calificadoras. Sus metodologías, criterios
y tiempos no son transparentes.
Pedro Lacoste, economista
Llega tarde
Creo que la repercusión que puede tener esta baja
en la calificación es muy limitada y llega tarde. Ya había
sido descontada por los mercados. Hoy las preocupaciones son otras,
el mercado está tratando de ver cuáles son las soluciones.
Hoy el interés está en otro lado. Aunque el paper
con los considerandos que distribuyó Standard & Poors
hace algunas recomendaciones de más ajuste, los mercados
lo que miran es la nota, no esas recomendaciones. Pero es claro
que se trata de una reacción tardía, en otro momento
habría tenido más repercusión. De lo que no
cabe duda es de que se trata de un fuerte golpe para quienes pensaban
que el investment grade debía ser el único objetivo
de la política económica y que se alcanzaba sólo
con ajuste fiscal. Hubo una gran simplificación, el problema
fiscal es hoy una consecuencia de la recesión y no al revés.
El crecimiento se soluciona con otra dinámica, resolviendo
los problemas de competitividad de la economía argentina.
La solvencia fiscal se alcanzará sólo si se crece
y la política fiscal debe empujar al crecimiento.
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OPINION
Por Raúl Dellatorre
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El partido del mercado
Hay quienes afirman que es difícil entender la lógica
de los mercados. Más difícil, sin embargo, es entender
que un gobierno administre un país en función de ese
comportamiento (i)lógico del mercado. Y proceda a aplicar
ajustes estructurales (congelamiento del gasto público por
cinco años, eliminar el régimen previsional público)
para responder a humores pasajeros de los inversores. Si hay tormenta,
el Gobierno no abre el paraguas, sino que quiere hacer que pare
de llover. La baja de la calificación de Standard & Poors
demuestra dos cosas, para quien todavía no lo hubiera comprendido:
una es que el Gobierno no está en capacidad de parar la lluvia;
la otra es que volverá a llover cada vez que el mercado amanezca
malhumorado después de una mala noche.
Más que un índice de desconfianza, la actitud de los
mercados o de calificadoras y consultores, más estrictamente
se parece cada día más a una extorsión. Hasta
la década del 70, los grupos de poder echaban mano al partido
militar para venir a corregir los desarreglos de los
gobiernos democráticos. Ahora, esa arma es el partido del
mercado, el gran disciplinador del sector público.
En nombre de la confianza, reclaman ajuste. Pero después
del ajuste, dirán que es insuficiente y pedirán más.
Si el Gobierno sobreactúa el ajuste, como ocurrió
el viernes pasado, los irritables mercados dirán que dudan
de que se pueda cumplir lo prometido. Y mientras tanto, la situación
social se hace a cada paso más convulsiva, más intolerable,
más injusta. El pacto de gobernabilidad que la Alianza le
pidió a la oposición formal (el justicialismo, no
el partido del mercado) al comienzo de su gestión
ahora dio paso a una propuesta de pacto de ingobernabilidad: si
las provincias aceptan un nuevo ajuste en sus presupuestos, sus
territorios se harán inmanejables. Los organismos internacionales
y la banca privada ofrecen un blindaje financiero, pero no para
que el Gobierno pueda llevar a cabo el programa por el cual fue
votado sino para que lo abandone y pueda seguir pagando los intereses
de la deuda. Es como haber privatizado el programa de gobierno.
Después de una década en la que el mayor negocio privado
en el país fue la valorización financiera, la deuda
no dejó de crecer. Gran parte de los calificadores del riesgo
argentino son ex yuppies argentinos emigrados. ¿Será
conspirativo pensar que también buena parte de los títulos
de la deuda argentina está en manos de los capitales que
fugaron del país, por más de 100 mil millones de dólares?
A ellos está dedicada esta política de ajuste. Y las
que vengan.
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