Por Felipe Yapur
Desde San Pedro, Jujuy
La historia en el norte argentino
se repite. Hace exactamente seis meses las localidades salteñas
de Tartagal y General Mosconi levantaban el corte sobre la ruta 34. Ese
mismo día de mayo en San Pedro, la segunda ciudad de Jujuy, los
obreros del surco del ingenio La Esperanza instalaban un piquete también
sobre la 34. Ayer, pocas horas después de que el conflicto salteño
finalizara, los obreros azucareros jujeños repetían la historia.
Cortaron el camino por la misma razón que hace medio año,
reclaman sus sueldos atrasados.
Los más de trescientos hombres, mujeres y niños que impiden
el ingreso o la salida de San Pedro son todos obreros del surco. Todos
porque aunque sólo el jefe de familia exista oficialmente para
los papeles del ingenio, todos saben obviamente que también
los propietarios de la fábrica azucarera que no podría
cobrar el jornal de siete pesos con diecinueve centavos sin la ayuda de
toda su familia. Pues bien, la cuestión es que el ingenio La Esperanza
hoy en concurso preventivo desde que las familias Figueroa y Jorge
anunciaron su crisis financiera no paga los magros salarios desde
hace dos meses a estos obreros que, en su totalidad, son transitorios
y a la vez golondrinas.
Trifona Rodríguez es madre de cinco chicos, está en la ruta
acompañando a su marido y se desespera por la falta de pago. Uno
de mis hijos dejó de estudiar porque no tenemos plata. Tiene 17
años y le pedimos que busque una changa, dice mientras una
media docena de mujeres se arremolinan a su alrededor y asienten con sus
cabezas las frases de Trifona. La mayoría somos obreros golondrinas
continúa la mujer de tez trigueña y curtida por el
sol. Necesitamos el dinero que nos deben para poder viajar en busca
de otra cosecha. Algunos van a Mendoza y otros llegan hasta Ushuaia.
Los golondrinas están ávidos de noticias, quieren saber
qué ocurrió con el piquete de Mosconi. Un gesto de resignación
surge cuando se enteran de que los rebeldes consideran lo obtenido como
migajas. Pero inmediatamente surge la diferencia: Vea
señor, lo que nos pasa a nosotros es peor porque en realidad tenemos
trabajo, afirman, y destacan: No somos desempleados y nos
da mucha bronca que el ingenio gane plata pero cuando vamos a pedir por
nuestro sueldo nos dicen que la cosa está fiera y nos volvemos
con las manos vacías. Pero no sólo vacías de
dinero, tampoco el ingenio paga la obra social y menos los aportes previsionales
condenándolos al trabajo eterno.
La Esperanza es, junto al ingenio Ledesma, una de las fábricas
azucareras más importante de Jujuy. Posee algo más de ochenta
mil hectáreas cultivadas con caña de azúcar y otras
tantas de tierra virgen. En tiempos de zafra ocupa 2100 obreros de los
cuales sólo 540 son efectivos. El ingenio le exige al obrero cosechar
al menos tres surcos por día, de 100 metros cada uno, los siete
días de la semana. Pero esa cantidad puede incrementarse si la
caña de esos surcos pesa menos de 600 kilos promedio. Es por ello
que toda la familia debe trabajar desde la cinco de la mañana hasta
el final del día para recibir el vale de siete pesos.
Eduardo Urzagasti es el secretario de magras Finanzas del
gremio azucarero de La Esperanza. Recuerda que cuando la Justicia intervino
el ingenio todos creyeron que iba a cambiar. Pero dice que la nueva administración,
sospechada de mantener los vínculos con las familias que supieron
ser propietarias, mantiene las viejas prácticas denunciadas: Sólo
les pagan a los obreros de la fábrica y a los del campo los discriminan,
que son los que le dan la materia prima para que el ingenio muela.
Urzagasti habla, describe con lujo de detalles la disminución histórica
de la producción de azúcar, de la caída de los precios
y otrastantas magras estadísticas mientras atrás suyo la
barricada se alimenta con troncos de eucaliptos junto a tres descoloridas
y desflecadas banderas argentinas que flamean. Sólo 220 kilómetros
separan a General Mosconi de San Pedro de Jujuy y los une la misma crisis.
COMO
FUE EL DIA DESPUES EN SALTA
Gris y sin festejos
Por F.Y.
Lluvioso, frío y sin
piquete. Así amaneció General Mosconi tras 15 días
de corte de ruta. El resultado ya se conoce, apenas 400 planes Trabajar
de 160 pesos cada uno, varias promesas para generar fuentes genuinas de
empleo, un muerto, una viuda y cinco niños sin padre. Un día
después gris y sin nada para festejar.
Al costado de la ruta descansan los restos calcinados de los autos y el
camión hidrante de la policía. Las huellas de la lucha.
En las calles hay poca gente, fruto tal vez de la intensa lluvia y el
brusco descenso de la temperatura. En el ingreso a Mosconi un hombre mira
lo que supo ser su auto. No pronuncia palabra, sólo observa, camina
a su alrededor y regresa al pueblo, no quiere hablar. En Tartagal y Mosconi
la escena se repite, los pocos transeúntes recorren lo que fue
la comisaría, la empresa distribuidora de energía, todo
lo que tenga algo que ver con el gobierno de Juan Carlos Romero y que
fue arrasado por la bronca del viernes pasado Sólo la ruta parece
haber recuperado la actividad que tuvo hasta el 30 de octubre. Unas maestras
vuelven a hacer dedo en busca de un auto o camión que les ahorre
los siete pesos que les cuesta el colectivo hasta Embarcación.
Los piqueteros, en tanto, duermen. Sus familiares dicen que recuperan
energías porque si el gobierno provincial ausente durante
todo el conflicto no aparece para brindar algún tipo de ayuda,
la barricada volverá a la cinta asfáltica, el escenario
donde los pobres muestran la bronca de la miseria.
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