Mientras los nueve presos por
el copamiento al cuartel de La Tablada que seguían en las cárceles
tuvieron que ser internados, la titular de la Asociación Madres
de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, comenzó un ayuno solidario
junto a profesores de la Universidad Popular, en apoyo a la huelga de
hambre que realizan los detenidos. Por otra parte, las Madres de Plaza
de Mayo Línea Fundadora, encabezadas por Nora Cortiñas,
se reunieron con la Cámara de Casación para solicitarle
que revisen las condenas contra los reclusos.
Ayer por la tarde Roberto Felicetti y Luis Díaz fueron trasladados
al Hospital Fernández, debido al desmejoramiento de su salud, tras
71 días de huelga de hambre. En ese hospital ya estaban alojados
Enrique Gorriarán Merlo, Carlos Motto, Miguel Aguirre y Claudio
Rodríguez. Por otro lado, Claudio Veiga, Sergio Paz, Gustavo Messutti
y José Moreira tuvieron que ser internados en el Hospital Santojanni.
A última hora, fueron derivadas a ese establecimiento Ana María
Sívori, Isabel Fernández y Claudia Acosta.
Con las internaciones de ayer, ya no quedan detenidos en las cárceles.
Según un comunicado de sus familiares, los huelguistas han perdido
en promedio el 20 por ciento de su peso. Los presos sufren cefaleas, vómitos,
dolores musculares y arritmias. En algunos casos, también presentan
cuadros de deshidratación, calambres y náuseas.
En cuanto al ayuno iniciado en la sede de la Asociación Madres
de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini aseguró que tomaron esa medida
porque el Gobierno no tiene ningún interés en el tema
de los presos. La titular de las Madres aseguró que la huelga
de hambre será rotativa y se extenderá hasta el lunes, cuando
marcharán hacia los hospitales en donde estén internados
los detenidos.
En mi opinión, pareciera que el Gobierno está esperando
algún desenlace fatal para preocuparse por el tema, disparó
Vicente Zito Lema, director de la Universidad Popular de las Madres, que
también realiza el ayuno. Si sucede algo desgraciado, el
Gobierno tendrá que responder judicialmente, agregó
Zito Lema.
El primer día del ayuno solidario en la sede de las Madres fue
realizado, además de por Bonafini y Zito Lema, por León
Rozitchner, Horacio González y Alfredo Grande, todos docentes de
la Universidad Popular. De la medida también participarán
Osvaldo Bayer y Alberto Szpunberg, entre otros.
El Gobierno tiene que cumplir con la ley. Esta huelga y la de los
muchachos es para que se cumplan leyes internacionales, señaló
Osvaldo Bayer. Simplemente tienen que cumplir con la ley,
afirmó el escritor.
Por otro lado, ayer por la mañana la titular de las Madres de Plaza
de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas, junto a otros representantes
de organismos de derechos humanos, se reunieron con los integrantes de
la Cámara de Casación Penal, que les informaron que están
estudiando la solicitud de los detenidos.
Según las organizaciones de derechos humanos, los jueces del tribunal
Raúl Madueño, Juan Fégoli y Pedro David dijeron que
están estudiando profundamente la causa. Sin embargo,
los magistrados no quisieron anticipar ninguna consideración sobre
la viabilidad del pedido.
Los detenidos por el ataque al cuartel de La Tablada fueron juzgados por
la Ley de Defensa de la Democracia, que no contempla la apelación
de las condenas, y por este motivo realizan la segunda huelga de hambre
con apenas dos meses de diferencia.
La propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció
al Estado argentino por incumplir los tratados internacionales, que están
incorporados a la Constitución, y que establecen que todo condenado
pueda apelar su sentencia. Los pactos internacionales firmados por Argentina
fueron introducidos en la Carta Magna con la Reforma de 1994.
Hasta el momento, hay un proyecto oficial en el Congreso, pero su tratamiento
está trabado por la oposición del justicialismo y de algunos
legisladores de la Alianza. De todos modos, los miembros del MTP noaceptan
el proyecto, porque habla de revisión y no de apelación
a las condenas y los excluye del beneficio del dos por uno.
Informe Alejandro Cánepa.
OPINION
Por León Rozitchner
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La democracia
acobardada
Este país, prolongando la política del exterminio,
emerge como una tierra desolada. Pero no sólo por el imperio
de la economía neoliberal sino por algo más básico
y fundamental: por su alianza con la muerte. La Argentina extinta:
los asesinatos impunes del genocidio le marcaron el rostro y el
alma a la nación.
Este es el fondo que explica lo que está pasando ahora, entre
otras cosas, con los llamados presos de La Tablada:
un empecinamiento criminal los pone al borde de la muerte antes
que reconocerles sus derechos. Cosa que también reclama la
Corte Interamericana de Justicia: una ley igual a la que se les
aplicó a los militares. No se pide ningún estado de
excepción: ni gracia ni absolución, ni punto final
ni obediencia debida, ni indulto por sus actos. Nada más
que una estricta y elemental igualdad ante la Justicia.
Pero en la Argentina posterior al genocidio la muerte predomina
sobre el derecho. Podemos afirmar, luego de ver transcurrir el tiempo,
algo antes impensable pero ahora cierto: el poder político,
jurídico y religioso necesita ver muertos a los presos
de La Tablada.
Hagamos memoria. En estos presos se personifica, abreviada, una
decisión de olvido sobre el pasado. Se quiere seguir castigando
otra vez con la muerte, sin justicia, lo que hace diez años
se produjo en un acto fugaz: el asalto al cuartel de La Tablada
y la represión militar feroz como respuesta. Quien esto escribe
también lo hizo al día siguiente de la toma del cuartel,
en este mismo diario, para expresar su repudio frente a ese acto
insensato de los asaltantes. Porque la tragedia cruel de los años
setenta volvía a repetirse, innecesaria, en ese encuentro.
Emergieron entonces como en una pesadilla los fantasmas de todo
el largo derrotero de los enfrentamientos: la guerrilla distanciada
de la realidad histórica y el terror militar de su exterminio.
Pero también actualizaba, para la población acobardada
por el pavor, el retorno del pasado del cual no querían saber
nada. Bastó el ataque a un cuartel para que los militares
desencadenaran nuevamente, ahora en democracia, el mismo furor asesino:
la misma represión innecesaria, a sangre, fósforo
y fusilamientos para aniquilarlos, allí donde el comisario
Pirker sólo pedía una compañía de gases
lacrimógenos para reducirlos. Ese furor militar desnudó
de golpe el fondo siniestro y soslayado del drama nacional, que
quedó sin solución y que sintetiza hasta hoy nuestra
tragedia: la misma decisión de exterminio que antes, en los
70, había firmado el civil Ruckauf.
Y se volvió a repetir, abreviado, el genocidio militar: no
el imperio de la ley y de la fuerza del derecho del Estado para
juzgar a quienes se ponían a su margen, sino otra vez más
la misma represión aniquiladora y vengativa del terror de
la dictadura, por parte ahora del Estado democrático.
Quienes quedaron vivos de la masacre absurda tratan de conmover,
apostando la vida, el corazón implacable de los hombres que
deben aplicar la ley. Lo cual supone, como premisa, que para los
personeros del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la vida
humana tenga valor: que sean seres humanos sensibles. ¿Por
qué entonces esta fruición, esta impiadosa venganza?
¿Tienen también, como los genocidas, un alma asesina?
¿Por qué es necesario que estos presos, que han asumido
la responsabilidad de sus actos, deban inmolarse para pedir justicia?
La misma situación pasada vuelve a repetirse, pero quien
impone la muerte es ahora el poder civil: los aniquila de otro modo
nuevamente. Si el poder no aplica la ley, es porque requiere que
estos jóvenes mueran. Ellos expresan, chivos emisarios, la
irresponsabilidad que la democracia acobardada tuvo en el pasado,
rendida y silenciosa ante los militares, y cuya impiedad nuestros
civiles ejecutan ahora como propia.
Esta actitud pasiva esperando que la muerte llegue es, para nuestra
Justicia que se declama cristiana, lisa y llanamente criminal. Esperan,
nuestros justos, que por fin se mueran. ¿No es ésta
una situaciónsiniestra que expresa la verdad de nuestra democracia,
que tomó partido por la complicidad y la continuidad del
terror por otros medios?
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