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UN FALLO CONTRA LA LEY DE SALUD REPRODUCTIVA
La guerra pasó a los papeles

Después de las marchas y protestas, abogados alineados con el movimiento Pro Vida pasaron a los estrados: una jueza otorgó un amparo para sus familias. Buscan que otros se adhieran.

Una movilización de sectores contra la Ley de Salud Reproductiva, la semana pasada.

Por Mariana Carbajal

En un nueva ofensiva de los sectores conservadores que se oponen a la aplicación de la ley de salud reproductiva en la ciudad de Buenos Aires, tres abogados alineados en el denominado movimiento Pro Vida consiguieron una resolución judicial contra la norma. Al hacer lugar a un amparo presentado por los letrados “en su condición de padres”, una jueza civil ordenó al gobierno porteño “abstenerse” de aplicar sobre ellos y sus hijos la ley, que garantiza el acceso a información sobre anticoncepción y a los métodos para prevenir un embarazo en los hospitales públicos. Los abogados buscan que otros padres adhieran al recurso para obstaculizar el alcance de la normativa.
Los letrados fundamentaron el recurso alegando que –a su entender– la ley es “inconstitucional” porque vulnera, entre otras garantías básicas, la patria potestad. Su posición recibió una rápida réplica de la presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Carmen Storani, y la titular de la Comisión de Salud de la Legislatura porteña, Clori Yelicic. “No coarta ni descarta el ejercicio de los derechos y deberes emergentes de la patria potestad”, consideró el constitucionalista Germán Bidart Campos.
“En la ley promovemos el diálogo en libertad entre padres e hijos. Recurrir a la Justicia para quitarles derechos a los propios hijos es una postura del siglo pasado. Pretendemos que los menores tengan la posibilidad de tener una asistencia médica integral”, destacó Yelicic, diputada de la Alianza y una de las impulsoras de la norma. “¿Qué pasaría con aquellos chicos que no tienen papá y mamá o teniéndolos no pueden dialogar sobre su sexualidad con ellos? El Estado les está brindando un espacio para que se puedan informar. Nadie está interviniendo en el interior de las familias”, indicó Storani.
El amparo fue presentado por los abogados Carlos Esteva, Roberto Castellano y Eduardo Sequeiros. Esteva y Castellano son padres de un hijo cada uno de 15 y 16 años, respectivamente; Sequeiros de dos, de 11 y 9. “Si para ciertos legisladores es más barato promover el control artificial de la natalidad mediante fármacos abortivos o cancerígenos que atender ciudadanos, que hagan el ahorro por otro lado, pero que no se entrometan en nuestros hogares para utilizar a nuestros hijos como conejillos de Indias de planes impuestos por organismos financieros internacionales”, sostuvieron ante la Justicia. Castellano dijo a este diario que la decisión judicial podría alcanzar a todas las personas que adhieran al amparo. Esteva y Castellanos patrocinan también una presentación de la Liga de Amas de Casa ante el Superior Tribunal de Justicia de la ciudad para que se declare la norma “inconstitucional”.
La Ley 418 garantiza la entrega de contraceptivos aprobados por el Estado, pero los tres abogados –en coincidencia con la posición de la Iglesia Católica– catalogan al DIU y a la píldora de emergencia como abortivos y a los anticonceptivos hormonales como cancerígenos, aunque los estudios científicos contradicen tales afirmaciones.
El viernes, la jueza civil Nº 34 Susana González Echeverría hizo lugar al recurso y dictó una medida de no innovar a favor de los tres abogados y sus hijos, por la cual le ordenó al gobierno porteño que se abstenga de aplicar sobre ellos la Ley 418, “mediante la implementación de un sistema que entienda adecuado a tal fin”, hasta tanto se dictamine sobre la cuestión de fondo. En la misma resolución, la magistrada se declaró incompetente.
“Vulnera la patria potestad porque suplanta la autoridad de los padres en la educación moral de sus hijos”, señaló Castellano. La norma no establece restricciones de edad para acceder a los servicios de salud reproductiva de los hospitales ni impone la autorización de los padres como pretendía la jerarquía católica.
En una reciente columna de opinión publicada en el diario La Ley, el constitucionalista Bidart Campos también abordó el tema y llegó a la conclusión de que la norma en cuestión no excluye el ejercicio de lapatria potestad de los padres. Por encima de ese derecho, consideró, se ubica “el interés superior del niño” garantizado por la Convención sobre los Derechos del Niño, con rango constitucional.

 

Se viene el otro debate

La Cámara de Diputados tiene previsto debatir mañana un proyecto de ley de salud reproductiva. El tratamiento de la iniciativa tiene una moción de preferencia para ser votada desde hace quince días y, aunque fue acordada entre la Alianza y el justicialismo, se descuenta que la sesión será caldeada. La Iglesia Católica ya manifestó su oposición a la norma y una serie de ONG del movimiento Pro Vida se está movilizando desde la semana pasada para trabar su aprobación.
El proyecto cuenta con el dictamen de cuatro comisiones legislativas que lo aprobaron por unanimidad. Se trata de una ley de financiamiento. La iniciativa crea el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable en el ámbito del Ministerio de Salud y obliga a esa cartera a disponer de presupuesto para financiar su implementación en el sector público de todas las jurisdicciones, a través de convenios con las provincias. Es decir, de la misma forma que el Estado nacional garantiza la vacunación a toda la población, de aprobarse esta ley garantizará el acceso a la anticoncepción a todas las personas que no puedan pagarla. Además, establece que los métodos sean cubiertos por los servicios de salud del sistema público, por las obras sociales y por las prepagas.
Una vez que tenga media sanción, el proyecto deberá pasar el examen en el Senado, que ha demostrado ser más permeable al lobby eclesiástico. Tres años atrás, una normativa similar murió en la Cámara alta por falta de tratamiento.

 

 

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