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LA DEFENSA ENEL JUICIO POR EL ASESINATO DE PRATS
Inocente pero agente de DINA

La defensa del acusado del asesinato del militar chileno admitió que trabajó para la inteligencia de Pinochet y negó que haya estado en Buenos Aires cuando se produjo el atentado.

Enrique Arancibia Clavel está detenido desde 1996 en Caseros, acusado del asesinato de Prats.

Por Victoria Ginzberg

La defensa de Enrique Arancibia Clavel reconoció la vinculación del acusado por el asesinato del ex jefe del Ejército chileno Carlos Prats y su mujer Sofía Cuthbert con la Dirección Nacional de Inteligencia chilena (DINA). Lo hizo al admitir, durante su alegato, que los memos que “Luis Felipe Alemparte” mandaba a Chile con información sobre Argentina fueron escritos por Arancibia Clavel. El abogado Eduardo Gerome trató de utilizar algunos párrafos de las comunicaciones entre el acusado y la policía secreta de Augusto Pinochet a su favor y después de intentar refutar durante dos horas las afirmaciones que habían hecho las acusaciones solicitó la absolución de su defendido.
A lo largo de su exposición, Gerome y Enrique Terrarosa trataron de desvincular a Arancibia Clavel de los dos cargos por los que está siendo juzgado, doble homicidio y asociación ilícita. Para impugnar su participación en el crimen de Prats y su mujer, la defensa se basó en el testimonio que Michael Townley, el norteamericano que confesó haber puesto la bomba en el auto de Prats, hizo ante la jueza María Servini de Cubría. En esa declaración, Townley, que vive en su país amparado por el régimen de testigo protegido, aseguró que no tenía conocimiento de que Arancibia Clavel hubiera participado en el atentado a Prats.
Los representantes de la familia Prats y del Estado chileno argumentaron en sus alegatos que Townley no necesariamente debía saber que el acusado había ayudado a viabilizar el atentado, ya que la DINA tenía una organización celular. Por otro lado, afirmaron que el agente norteamericano tenía intención de beneficiar a Arancibia Clavel, con quien mantenía una estrecha amistad. Para contrastar las palabras de Townley, las querellas dieron importancia a los dichos de los fiscales norteamericanos que investigaron el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier y que mantuvieron numerosas entrevistas con Townley. Esos funcionarios involucraron a Arancibia Clavel en el crimen de Prats. “No sé por qué habría que creerle más a un homicida que a los fiscales de Estados Unidos. Citan a Townley como si fuera verdad revelada y no estamos hablando de Santo Tomás, sino de uno de los homicidas más siniestros del siglo XX”, manifestó al término del alegato de la defensa el abogado del Estado chileno, Alejandro Carrió.
Otro argumento planteado por Gerome, en el que insistió durante todo el debate, es que el acusado estuvo en Chile desde setiembre de 1973 hasta octubre de 1974 y que, por lo tanto, no pudo participar del atentado realizado el 30 de setiembre de 1974 en el barrio de Palermo. Para fundamentar este punto, se basó en varios testigos –todos familiares y amigos del acusado– y descartó a quienes aseguraron haberlo conocido en Buenos Aires a principios de 1974.
Gerome y Terrarosa se refirieron al vínculo entre Arancibia Clavel y la DINA como un contacto poco fluido y sin importancia y para eso se apoyaron en los documentos que fueron secuestrados en la casa del acusado en 1978, cuando fue arrestado por espionaje. En base a una lectura selectiva de algunos memos, quisieron pintar al agente de inteligencia como un personaje de poca monta. Obviaron los papeles en los que se intercambiaba información sobre exiliados chilenos, entre los que hay varios desaparecidos. Tampoco hicieron mención al documento en el que “Luis Felipe Alemparte Díaz” habla de los 22 mil desaparecidos que había en Argentina, según le habían informado en el Batallón 601; ni el que se menciona al acusado como “Jefe de Información Clandestina” de la DINA. Pero al darle lectura a esos papeles se aceptó el uso del nombre y documento falso y la vinculación con la policía secreta chilena, aunque la defensa tuvo cuidado de admitir el contacto con la DINA sólo después de la fecha del atentado contra el ex jefe del ejército chileno. El propio acusado, cuando al final de la audiencia se encendieron las cámaras de televisión declaró: “Fui colaborador del gobierno chileno de esa época”.
Por último la defensa hizo una prolongada explicación sobre la figura de asociación ilícita, que consideran debe ser tomada en cuenta como “simple” y no “agravada”, como plantearon los querellantes. Los acusadores consideran que ese delito se prolongó en el tiempo y debe ser considerado como agravado por las características que tenía la DINA. Al salir de la audiencia las hijas de Prats se mostraron seguras. “La defensa no tuvo capacidad de refutar las pruebas presentadas por nosotros y por el Estado de Chile”, afirmó Sofía Prats.

 

 

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