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La selección genética permitió el nacimiento de un bebé sano

Sus hermanos padecen una grave enfermedad. Para evitarla, analizaron varios embriones y seleccionaron uno: el bebé nació sano. Era la primera vez que se aplicaba en Francia.

La conferencia de prensa en la que los médicos anunciaron el nacimiento de Valentin.

Por Eduardo Febbro
Desde París

El primer “bebé genético” francés nació el lunes a la madrugada en el hospital Antoine Béclère, en las afueras de París. Valentin llegó al mundo un mes y medio antes de la fecha prevista pero su estado de salud es no sólo “satisfactorio” sino que, sobre todo, el recién nacido no tiene ninguna huella de la “enfermedad enzimática grave” que padecen sus tres hermanos. Valentin fue concebido luego de una selección de embriones que se realizó en laboratorio para evitar que sus padres le transmitieran una enfermedad genética tan grave como incurable. La técnica usada permitiría la selección de sexo, color de ojos o cabello, aunque las leyes en Francia sólo admiten que se utilice para evitar la transmisión de enfermedades. Aun así, algunos especialistas temen que con su difusión pueda prestarse a abusos y procedimientos ilegales.
La técnica que permitió el nacimiento de un bebé libre de toda enfermedad es conocida como DPI (diagnóstico preimplante). Su principio consiste en extraer una célula de un embrión de tres días concebido in vitro y buscar luego en esa célula la presencia de una determinada anomalía genética. Una vez que se conocen los embriones afectados por la enfermedad buscada, el resto de los embriones “sanos” son introducidos en el útero de la madre. El DPI se aplica únicamente a las parejas portadoras de un riesgo importante de transmisión de afecciones genéticas graves o aquellas que presentan “anomalías cromosónicas” imposibles de corregir. El doctor René Frydman, jefe del servicio de ginecología obstétrica del hospital Béclère, precisó ayer que no existía ni por asomo la más mínima sospecha de “manipulación genética” ya que se trata “de un diagnóstico prenatal precoz, similar a los que se llevan a cabo siempre”, pero que, en este tipo de casos, da lugar a que se “apliquen los métodos recientes para corregir las enfermedades genéticas”. También se señaló que en el momento en que la célula fue extraída el embrión aún no estaba formado.
Si bien el DPI es una técnica perfectamente conocida, las autorizaciones para que se aplicara en Francia recién se dieron en 1999. Las disposiciones que permiten su uso son muy estrictas y limitan la técnica únicamente a los casos en que los médicos están en presencia de enfermedades genéticas que no tienen ninguna posibilidad de curación. Quedan excluidos de la técnica todos los intentos de “fabricar un hijo a medida”, es decir, según explicó a Página/12 el doctor Arnold Munnich del hospital de niños Necker, “elegir el sexo, el color del pelo, los ojos o la altura no corresponde con la misión del DPI”. El profesor Jean- François Matei, miembro del organismo consultivo Comité Nacional de Etica, estimó ayer por la noche que el uso de esas técnicas era “perfectamente fundado siempre y cuando se lo restringiera a lo esencial. De ninguna manera se debe recurrir al DPI para seleccionar el sexo u otra preferencia de los padres. Es obvio que en adelante la medicina tendrá que actuar con suma atención para evitar deslices o derivas hacia tratamientos semejantes destinados a fines dudosos”.
Los científicos franceses admitían sin reservas el riesgo potencial de una “utilización fraudulenta de una técnica que, desviada hacia campos selectivos, puede dar lugar a muchos abusos”.
Los especialistas no han evaluado aún el costo global del procedimiento, si bien por intervenciones similares se habla de unos 20.000 francos, alrededor de 2300 dólares.

 


 

LOS PLANES DEL NUEVO DIRECTOR DEL PLANETARIO
“La aventura de comprender”

“El Planetario, que funciona como un artefacto didáctico, deberá ser un lugar cultural, donde se viva la aventura de comprender.” Bajo esta premisa, Leonardo Moledo –editor del suplemento Futuro de Página/12–asumió ayer la dirección del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, que se transformará, en poco tiempo, en la Dirección General para la Promoción de la Ciencia y el Conocimiento. Para el lanzamiento, Moledo apuesta todo a su sueño de llevar el cielo a los chicos de los barrios más pobres, que por diferentes razones no pueden acercarse al Planetario: “Porque la ciencia, además de una aventura, es un derecho, ya que toda conquista de la cultura humana pertenece por sí al conjunto de la sociedad”, señaló. Ya consiguió un telescopio y encaró la compra de un observatorio, para que se pueda observar a ojo desnudo aquello que antes se ha visto en la cúpula.
Durante la nueva gestión se prevé renovar el Museo del Planetario y transformarlo en “un museo de ciencias en serio, que no aburra, como lo que se ve ahora y que no consista sólo en láminas pegadas en paneles”. En el museo habrá módulos de transformación de la energía, se pondrá en funcionamiento el Copernicano (maqueta del sistema solar que estaba paralizada hace diez años y a la que sólo falta ajustarle el motor) y se realizarán experiencias que permitirán, por ejemplo, “tocar el ADN”.
Los chicos tienen un lugar de privilegio en la nueva etapa: por eso, además del observatorio móvil que recorrerá los barrios de Buenos Aires, se elaborará material didáctico y se convocará periódicamente a concursos literarios y plásticos, en los que el ganador expondrá sus trabajos en el Planetario y podrá convertirse en guía del museo por un día. Para que el espectáculo sea para todos, se construirán rampas para discapacitados; se darán funciones subtituladas para personas con audición disminuida y se implementará el proyecto “Planetario para Ciegos”.
En el área científica, Moledo ya estableció un convenio con la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA para la realización de un programa educativo en escuelas porteñas y próximamente se firmará un acuerdo de colaboración con el CONICET. Para el año que viene se proyectan conferencias de divulgación científica, jornadas de observación nocturna y cursos de astronomía y de periodismo científicos. Moledo también apunta a convertir la “fuga de cerebros” en “utilización de cerebros”: reunirá a través del proyecto Diáspora a los tres mil científicos argentinos que trabajan en el exterior, para que debatan sobre las posibles formas de contribuir al desarrollo de la ciencia, la cultura y la economía nacional. “Los planes son muchísimos; mi objetivo es realizarlos todos –indica Moledo–. Lo que es seguro es que el Planetario funcionará con empuje progresista, con la idea de que la ciencia es siempre, por derecho propio, pública; que no sólo es una necesidad, sino un derecho, y además, es bella.”

 

 

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