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“Para mí, andar cantando por la
vida más que un placer es un don”

Ariel Prat, uno de los referentes para entender el rock que popularizaron Los Piojos y la Bersuit, refleja con la Houseman René Band un imaginario que combina fútbol, murga y poesía.

Ariel Prat presentará pasado mañana en Megafón, en San Telmo, su nuevo CD, �Sobre la hora�.

Por Karina Micheletto

“Cuando los flojos lloran y está cerquita el fin, quiero ser sobre la hora de aquellos que se bancan tener alma de win”, dice Ariel Prat, precisamente en “Sobre la hora”, la canción que da nombre a su último disco. El tema está dedicado a René Houseman, el jugador que, ya retirado y abonado a la leyenda futbolera, aportó también su nombre y apellido a la banda que acompaña al músico desde 1993. En boca de Prat, parece ser una declaración de principios: “Es un homenaje al tipo que vive sobre el límite, empujado por el deseo, y elige ese deseo por el riesgo como una forma de vida”, explica en diálogo con Página/12. “Mi música es así, al límite, no se sabe si es rock, murga o candombe, y yo me siento cómodo en ese lugar.”
A los 40 años, el músico, cantante y compositor ha transitado los escenarios porteños al frente de varias agrupaciones. En el 93 viajó por primera vez a España, invitado por la compañía de juglares “El silbo vulnerado”. A mediados del año pasado se instaló en Zaragoza, ciudad que dice haber adoptado como su segundo barrio. Volvió al país para presentar Sobre la hora, un disco cuyo arte gráfico remite a un número viejo de la revista El Gráfico, con publicidades y comentarios de periodistas y todo. Si bien varios de los temas que presenta abrevan en el fútbol, también cuentan historias de la calle, de nuevos freaks y de amores perdidos y encontrados. “Hay vida más allá del fútbol”, se ataja con cierto acento español que se le mezcla con su porteñismo militante. “Lo que pasa es que muchas veces me encuentro hablando de fútbol para hablar de otras cosas, porque mi vida ha estado muy cruzada por ese deporte.”
Pasado mañana y el próximo sábado Prat presentará el disco en Megafón, Chacabuco 1027, sustentado, claro, por la Houseman René Band, integrada por Pablo Sánchez en bajo y dirección musical, el virtuoso Hernán “Perikles” Campodónico en guitarras, Rodrigo Gómez en batería y accesorios y Claudio Torres en percusión.
–¿Cuáles son las dificultades que debe sortear un artista popular en la Argentina?
–En el 97 fui declarado de interés cultural, y también fui uno de los que escribió la ordenanza de patrimonio cultural de las murgas. Y, sin embargo, lo que te ofrece el sistema es tocar poco, y estar relegado del circuito cultural oficial. En lugar de pelearme, busqué la manera de generar que el disco salga, y bien. Y así es como se generan estas causalidades: ahora sale el disco acá y luego salgo de gira en el verano español. No es que yo me la estoy pensando todo el tiempo, las cosas cuando se hacen con pasión fluyen mejor.
–¿Cómo es recibido su trabajo por el público español?
–Es impresionante. Hago tangos como “Yuyo verde” que le ponen la piel de gallina a todos los chicos. Me pasa que el público es cada vez más joven, igual que acá. Uno es auténtico y hace las cosas con pasión sobre el escenario, pone sangre caliente, ésa es mi única manera de subirme sobre el escenario. Y en Europa está todo tan enlatado que estas cosas se agradecen mucho. Sólo trato de no cantar allá los sábados, porque la monada toma mucho y se pone ciega. Hasta que no forme mi banda, evito situaciones que me pongan en riesgo.
–¿Cambió la murga porteña por el hecho de que haya sido aceptada e incorporada por la clase media?
–Esto forma parte de un proceso cultural más amplio, y que es sumamente positivo para la vida de la murga. Al haberse destruido la clase media, ciertos sectores se acercan a un fenómeno que estaba ahí, pero quizás marginado en los barrios. Hoy vas a Barrio Norte y el hijo del que vive en el edificio está tomando tetra en la vereda. Por eso la murga se va metiendo, al principio tímidamente, y ahora cada vez hay más talleres barriales y gente que se engancha. Pienso que es un fenómeno al que hay que darle tiempo, recién está empezando a tomar su forma, seguramente seva a enriquecer con el tiempo. Lo importante es que no se olvide el “desde dónde”, la raíz, esa cosa de tablón que no puede quedar afuera.
–¿Tiene un objetivo en particular como artista?
–Yo no tengo apuro, no quiero grabar cinco discos ni hacer veinte shows. He aprendido a respetar mis tiempos y a responder sólo al apuro de mi sangre. Ir cantando por la vida para mí más que un placer es un don, podría haber elegido vivir de otra manera. Pero si tengo que nombrar un sueño, me gustaría hacer un teatro que me permita una puesta en la que tenga la libertad total, no estar restringido por un escenario. Tal vez un gran concierto en un lago, a la mañana, y poder despertarme para llegar a darlo.

 

 

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