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DE LA RUA DEBE DECIDIR SI DECRETA
LA REFORMA PREVISIONAL O LA ENVIA AL CONGRESO
Nuevamente, los tiempos del Presidente

El jefe de Estado frenó la firma del decreto que reformaría el sistema previsional para analizar si intenta la vía parlamentaria. La marcha atrás, fomentada por algunos ministros y por los diputados aliancistas, encrespó el ánimo del ministro de Economía, José Luis Machinea, quien teme otra tempestad en los mercados si no se cumple la promesa de firmar el decreto.

Fernando de la Rúa regresó a sus cavilaciones. Ahora duda entre el decreto o la vía parlamentaria.

Por José Natanson y David Cufré

Fernando de la Rúa debe decidir qué hace con el anunciado proyecto de reforma previsional. Tiene dos alternativas: la que defiende José Luis Machinea es sacarla cuanto antes a través de un decreto de necesidad y urgencia. Ayer, el ministro de Economía habría puesto en duda su continuidad si el Presidente no apuraba la decisión, con el argumento de que la iniciativa es una de las condiciones para que llegue el blindaje financiero del FMI. La otra posibilidad es impulsar una ley, lo que demoraría el trámite –y quizás la ayuda financiera–, pero dejaría más conformes a los legisladores de la Alianza y a algunos funcionarios como Federico Storani. Al cierre de esta edición, De la Rúa se encontraba en la Casa Rosada evaluando la situación. De todos modos, según aseguró a Página/12 una alta fuente de Presidencia, lo más probable es que la definición se demore un par de días más, ya que hoy por la mañana De la Rúa parte a una gira por Panamá.
Junto al demorado pacto con las provincias, la modificación del sistema jubilatorio es uno de los ejes del paquete de medidas que De la Rúa anunció el viernes pasado para calmar la ofensiva de los mercados. A pesar de que en aquella oportunidad el Presidente utilizó un tono inusualmente enfático para anticipar el conjunto de iniciativas, la definición de los puntos principales se fue dilatando: las negociaciones con los caciques del PJ se encuentran paralizadas (ver páginas 8 y 9) y De la Rúa todavía no decidió qué medio utilizará para concretar la reforma previsional.
Anoche, en el despacho presidencial se había reunido la primera plana del Gobierno y del Congreso. Además de Machinea y De la Rúa, estaban el jefe de Gabinete, Crhystian Colombo; el ministro del Interior, Federico Storani; el titular de la Cámara baja, Rafael Pascual; el jefe del bloque de Diputados aliancistas, Darío alessandro, y los legisladores Horacio Pernasetti y Mario Negri. Allí, además de evaluar las negociaciones con los gobernadores peronistas, discutían las dos opciones para concretar el proyecto de reforma previsional.
Hay dos posiciones bien diferenciadas. En el Congreso prevalece la opinión de que el Presidente debería optar por una ley. Ayer, la mayoría de los frepasistas coincidió en rechazar la vía del decreto. Aunque defendían la opción de la ley, anoche consensuaron oponerse a votar el proyecto tal cual lo concibió el equipo económico (ver páginas 4 y 5). En conclusión: no sólo están en contra del decreto, sino del contenido de la reforma.
Ayer por la tarde hubo una larga reunión de los legisladores del Frepaso en la que se debatieron las diferentes posiciones. Alessandro, que viene tratando de contener los ánimos cada vez más beligerantes de sus compañeros de partido, tuvo que abandonar el encuentro para acercarse a la Rosada. Cuando le preguntaron qué ocurría si De la Rúa apuraba un decreto, el jefe del bloque evadió una respuesta. “No discutamos en abstracto”, pidió. De todos modos, si el Presidente opta por la vía rápida son varios los que amenazan con profundizar el cisma.
Algunos sostenían que Machinea busca “extorsionar” tanto a los bloques de la Alianza como al propio De la Rúa. Según decían, la derogación del régimen de reparto, el aumento a 65 años de la edad jubilatoria de las mujeres y la supresión de la PBU (Prestación Básica Universal), es decir, el núcleo duro del proyecto, no fue una exigencia del FMI. Diputados del oficialismo dijeron a este diario que, en verdad, Machinea aprovecha la oportunidad de la crisis para filtrar una iniciativa propia, cuya aprobación jamás hubiera conseguido en otro contexto.
Por otro lado, la mayor parte de los diputados radicales coincidía con los frepasistas en que lo mejor era una ley, pero criticaban a sus socios por la decisión anticipada de no votarla. “Están buscando un argumento para irse de la Alianza”, decía un diputado radical. Los senadores radicales también pensaban que lo mejor era evitar un decreto. Ayer, el más rebelde de todos, el bonaerense Leopoldo Moreau, escribió una carta dirigida a De la Rúa en la que le sugería la vía parlamentaria, a la que adhirieron otros senadores, entre ellos el jefe de bloque, Jorge Agúndez. Entre otros argumentos, los senadores aseguraban que el decreto dispararía una avalancha de juicios alegando la inconstitucionalidad de la medida.
Pero los cuestionamientos al decreto no se limitaban al Congreso. Dentro del Gabinete, los ministros con mirada más política, como Storani, se oponen a la pretensión de Economía de saltearse al Congreso. Según decían ayer en Interior, con un decreto el Gobierno aparecería copiando las peores prácticas del menemismo, para algo que –aseguran– podría concretarse a través de una ley. “Es cuestión de negociar”, decían.
En tanto, las marchas y contramarchas de De la Rúa en torno de la reforma previsional pusieron al equipo económico al borde del ataque de nervios. “Si no sale por decreto, Machinea se va”, amenazó uno de sus alfiles en diálogo con Página/12. Algo más calmado, media hora más tarde relativizó su advertencia, pero no la retiró por completo.
Otra alta fuente del Palacio de Hacienda hizo la siguiente lectura: “El acuerdo con el FMI está atado a que la reforma salga de inmediato. Enviar un proyecto de ley al Congreso hará caer toda la ingeniería del crédito de blindaje. Y ahí vendrá el caos total. No podemos aceptar ese escenario, por lo tanto nos vamos del Gobierno”, enfatizó, sin poder ocultar su furia. Sin embargo, otros miembros del equipo veían la situación con mucho menos dramatismo, y hasta se resignaban a que la reforma finalmente salga por ley. La indefinición sobre un tema que Economía considera crucial para superar la crisis llegó a generar discrepancias dentro de los principales funcionarios del Ministerio.
Para Machinea, la situación actual retrotrae todo al punto de la semana pasada. La única forma de superar el golpe de mercado es que la Argentina acceda al préstamo de salvataje del Fondo Monetario, el Banco Mundial, el BID, un pool de bancos y las AFJP. Se trata de un paquete que, de acuerdo con lo que viene negociando el equipo económico, sumaría entre 25 y 27 mil millones de dólares, el famoso “blindaje financiero”. Semejante auxilio convencería a los inversores que el país no caerá en default (cesación de pagos de la deuda), y se conseguiría oxígeno para que la economía y la convertibilidad no colapsen. Pero si se pone en duda el acceso del Gobierno a esa ayuda, todo se vendrá abajo como un castillo de arena, de acuerdo a la interpretación del equipo económico.
Machinea apeló al fantasma de la crisis total para tratar de convencer a De la Rúa de que firme el decreto de la reforma previsional. “Mañana (por hoy) los mercados nos van a castigar duro”, pronosticó uno de los hombres más cercanos al ministro. A esa altura del día, aún conservaba la esperanza de que en las horas siguientes la situación quedaría resuelta en favor de la postura del Palacio de Hacienda. “Si empezamos a mostrar fisuras en el acuerdo con el FMI, los mercados se convencerán de lo que siempre creyeron: que no tendríamos la suficiente fuerza política para imponer las medidas”, añadió.
Pasada la medianoche, cuando terminó la reunión en la Casa Rosada, Colombo se negó a anticipar una definición. “Va a salir de la mejor manera posible”, se limitó a decir.

 

Claves

De la Rúa debe definir cómo concreta el proyecto de reforma previsional. Si lo hace mediante un decreto de necesidad y urgencia u opta por intentar sacarla por ley.
Está tironeado. Por un lado, Machinea le advierte sobre los riesgos de demorar la medida y pretende que salga por decreto. Ayer habría amenazado con renunciar si no le hacían caso.
Pero los diputados y senadores de la Alianza rechazan el decreto y exigen la vía parlamentaria. Algunos funcionarios como Storani comparten esta opinión. El Frepaso ya anunció que no la votará.

 

Confianza de Rocca

El presidente del grupo Techint, Agostino Rocca, volvió a renovarle el voto de confianza al Gobierno y, en particular, al ministro José Luis Machinea. “Estamos en la buena dirección. El acuerdo alcanzado con los gobernadores nos permite avanzar muchísimo en transmitir una sensación de afianzamiento del frente político”, aseguró, aunque todavía tal acuerdo no se haya alcanzado. En tanto, afirmó que “tendremos claras señales de recuperación económica a partir del segundo trimestre del 2001”. Rocca habló tras la inauguración de una planta de hojalata del grupo, a la que concurrió el presidente De la Rúa. “Las medidas, más el arreglo de un paquete llamado de blindaje van a contribuir a serenar un poco los ánimos y las expectativas, sobre todo de los mercados del exterior”, dijo el empresario, aunque admitió que “la recuperación va a ser lenta, pero se va a producir”, insistió. La flor para Machinea tampoco pasó desapercibida. “El equipo del ministro José Luis Machinea tiene claro el papel reactivante de una reasignación inteligente de los recursos disponibles para aplicarlos a prioridades como sostener las exportaciones de bienes de capital o de alto valor agregado o a reducir aportes laborales para sectores que crean mayor valor agregado”, señaló. Pero reclamó al Gobierno mayor velocidad en la implementación del Plan de Infraestructura: “Se está tardando mucho tiempo para lanzarlo a la práctica”, disparó.

 

OPINION
Por Mario Wainfeld

Una semana después

El viernes pasado el Presidente intentó hacer gala de su capacidad de decisión ante los mercados y la sociedad. Anunció un drástico paquete de medidas económicas que tenían como contrapartida el apoyo de los organismos internacionales de crédito y un blindaje financiero. Le puso el cuerpo a un discurso cuyas líneas maestras fueron escritas en Economía y luego sazonadas con el savoir faire publicitario de su hijo Antonio y de Ramiro Agulla. Anunció, poniendo énfasis en la primera persona del singular, una situación muy grave. Se comprometió a una serie de duras soluciones que ponía en marcha apoyando claramente al ministro de Economía.
Poner en acto esa decisión exigía un acuerdo con los gobernadores peronistas y la implementación de la reforma previsional. Una semana después ambos objetivos están en veremos. Una cuota parte concierne a los justicialistas que han entablado una pulseada muy dura, pese a no disponer de mucha fuerza. Pero el resto compete a lo que viene siendo la marca de fábrica del obrar presidencial. Las dudas, la dilación a la hora de tomar medidas. Un pretendido manejo de los tiempos que lo ha dejado usualmente a la zaga de los hechos.
Ayer, seguramente agobiado por un marco de innegable presión, con el Frepaso en estado de asamblea, sin que Chacho Alvarez diera señales de vida, el Presidente resolvió que no sacaría la reforma previsional mediante un decreto de necesidad y urgencia (DNU). Una medida que José Luis Machinea y Chrystian Colombo (los dos hombres fuertes del gobierno en estos días, por derivación de poder del propio Presidente) consideraban imprescindible por razones de autoridad y de velocidad. El anuncio que intentaría sacar por ley la reforma previsional dejó catatónicos a varios funcionarios del ala económica del Gobierno (no sólo de Economía) que están convencidos de que una dilación en el dictado de la norma pondría en peligro el acuerdo con el FMI cuya conspicua representante Teresa Ter Minassian desembarca hoy en el país. Como fuera, la decisión no es definitiva. El Presidente, aseguran sus voceros, se tomará sus tiempos. Viajará a Panamá hoy y resolverá de acá al lunes.
Al menos dos economistas de primer nivel del Gobierno sugirieron a Página/12 que tomarse ese tiempo será casi imposible. Que la respuesta que darán hoy “los mercados” ante un cambio de rumbo presidencial será tremenda y forzará a De la Rúa a elegir un camino.
Además, aseguran que diferir la reforma a una ley dejará stand by el blindaje financiero. “Nos dirán. Macanudo, háganlo a través del Congreso si prefieren. Y cuando se promulgue la ley, nos avisan” se embroncaban.
Desde la otra trinchera de la Alianza, en el Frepaso, aseguran que no votarán la reforma, a la que también se oponen los diputados del PJ. La dureza de los parlamentarios oficialistas frente a la decisión presidencial no alude a la forma en que se sancionará sino a su contenido. No es legal, sino política. En verdad, explica a este diario una alta fuente del delarruismo, “ellos pidieron el DNU para no tener que asumir los costos de votar una ley que creen impopular”.
O sea que el escenario que parece proponer la (in)decisión presidencial es una ley varada en el Parlamento y una previsible ofensiva de los poderes económicos a los que De la Rúa prometió un paquete que –hoy por hoy– quizá no alcance a garantizar.
Un fantasma recorría ayer los pasillos de muchos edificios de la Plaza de Mayo: el de la crisis de gabinete que desembocó en la renuncia de Alvarez. También en esa ocasión hubo marchas y contramarchas del Presidente, demora en tomar decisiones inevitables. Y, en definitiva, los tiempos no fueron manejados por el primer mandatario sino por la realidad. Y los costos de la mora fueron siderales. En aquel entonces había un fuerte conflicto al interior de la coalición gobernante que el Presidente pareció negar o querer diferir y que le estalló entre las manos. Hoy existe otro, aún más grave, que el Presidente parece querer resolver buscando una vía intermedia bien distinta a la que anunció hace unasemana. Una intención loable, sin duda, que no adornó sus gestos de hace apenas siete días y que corre el riesgo de ser tardía y, a fuer de tal, ineficaz.

 

 

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