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EL FREPASO RECHAZARA LA REFORMA Y PIDE CAMBIOS EN EL PRESUPUESTO
Igual que cuando eran oposición

Tras una ardua reunión de seis horas, el bloque frentista decidió rechazar la reforma previsional propuesta por De la Rúa. Y pedirán que en el Presupuesto se aumente el gasto social.

Darío Alessandro, jefe del bloque, tuvo un día difícil.

Por Felipe Yapur

Casi seis horas les tomó al bloque del Frepaso frenar diferencias y consensuar una estrategia común que incluye el rechazo a la reforma del sistema previsional impulsada por el Gobierno –por decreto o por ley– y trabajar en diferentes modificaciones al Presupuesto 2001 que incorpore lo que los legisladores denominaron “el blindaje social” que atenderá los problemas más graves de pobreza y desempleo.
Los frepasistas llegaron al encuentro envueltos en una clima tenso que tuvo su clímax cuando circuló la versión de que Darío Alessandro había presentado su renuncia a la presidencia del bloque, fruto de las diferencias que existen entre su defensa de las medidas económicas y el rechazo de la mayoría de los frepasistas. El jefe de la bancada tuvo que negarlo personalmente: “Mi renuncia está desmentida”. Al mismo tiempo, algunos diputados frepasistas aseguraban que todo se trataba de “una operación del justicialismo” para luego ratificar la conducción de Alessandro.
Sin duda, la reunión sirvió para calmar los ánimos de los legisladores y, como aseguró el vicepresidente del bloque, José Vitar, unificó criterios: “Un decreto (que reforme el sistema previsional) no sería apoyado por el Frepaso”, advirtió. Otro detalle que generó la calma generalizada fue que nadie defendió el proyecto de Presupuesto enviado al Congreso.
El propio Alessandro fue el responsable de abrir el debate. Transmitió al bloque los argumentos del Ministerio de Economía y se comprometió a reclamar en el Gobierno una salida por ley de la reforma previsional.
A pesar de lo expresado por el jefe del bloque, la casi totalidad de los presentes tuvieron como base el rechazo al presupuesto tal como vino de gobierno y también de la reforma previsional. La diferencia estaba desde el lugar en que lo hacían y en las distintas corrientes de opinión que hay dentro del grupo. Es decir, los que tienen alguna responsabilidad dentro del bloque y que, como reconocieron algunos, “les pesa la cercanía con el Gobierno”. Pero también están aquellos que lo hacen desde una posición de mayor fuerza –como los que algunas vez conformaron el grupo conocido como “rebeldes”– y otros que navegan en una posición intermedia (ver nota aparte).
Sin embargo, los diputados de las diferentes corrientes se preocuparon en destacar que las “diferencias” no tienen que ver con que haya “dignos o indignos” dentro del bloque sino simplemente con particulares visiones sobre cómo enfrentar la crisis y el rumbo del Gobierno.
Será por ello que diputados identificados en la línea dura, como Eduardo Macaluse, calificaron al encuentro como “fraterno” porque se respetaron las diferencias y “se consensuó una mínima estrategia” a seguir que se traducirá en una reunión durante la próxima semana donde se discutirán las modificaciones al proyecto del Presupuesto 2001.
La oposición al decreto que modifica el sistema jubilatorio fue anunciado por Cafiero, quien criticó que el argumento esgrimido por el Gobierno para derivar al 95 por ciento de los trabajadores hacia el sistema privado. Cafiero recordó que, actualmente, “el 45 por ciento no elige y es derivado sin consulta a una AFJP”. Por otra parte, el vicepresidente de la Cámara baja señaló que “hay que incluir en la discusión las comisiones de las AFJP, la evasión previsional y los casos que la Anses no resuelve”.
Otro punto que preocupó a los frepasistas es el rol que cumple esta fuerza política dentro del Gobierno. Algunos, como Gustavo Cardesa, destacaron que “es necesario discutir qué queremos hacer en este gobierno porque de lo contrario terminaremos siendo la UCeDé del menemismo”.
Esta opinión está enmarcada en el documento que circuló mientras los frepasistas estaban reunidos. “La seguridad jurídica no es sólo para los mercados, sino también para todos los habitantes de nuestro pueblo. Todostenemos derecho a un trabajo estable, a recibir educación y salud, tener una jubilación digna y poder dar a nuestros hijos un futuro promisorio”, reza el texto que lleva por título “Construyamos otro modelo”.
El escrito, además de rechazar la reforma previsional y el Presupuesto 2001, también equipara el programa del actual gobierno con el instaurado por la gestión menemista al decir que “la continuidad de un modelo instaurado desde 1991 lleva al gobierno de la Alianza a alejarse de la base social que lo votó”.
Federico Soñez, Ramón Torres Molina, Alicia Castro, Eduardo Macaluse, Gustavo Cardesa, Marcela Bordenave, Jorge Giles, Alfredo Villalba, Elsa Quiroz y María América González firmaron la declaración que fue tomada por la conducción del bloque como una forma de sentar posición y “que no implica la ruptura de la bancada”.

 

CLAVES

Los diputados del Frepaso acordaron rechazar la reforma al sistema previsional ya sea por decreto o por ley.
La semana próxima volverán a reunirse para consensuar las modificaciones al Presupuesto 2001 que incluirá un “blindaje social” que combata la pobreza y el desempleo.
Ratificaron a Darío Alessandro como conductor del bloque y destacaron la unidad del Frepaso.
Diez diputados dieron a conocer un documento que destaca que el Gobierno continúa con el modelo instaurado por el menemismo en 1991.
Los frentistas estuvieron al borde del cisma.
Mientras, Chacho Alvarez sigue en silencio.

 

LAS POSICIONES DEL BLOQUE FRENTE AL GOBIERNO
Tres bandos de contornos difusos

Por F.Y. y E.T.

Tras cinco horas de discusión, las posiciones que habían dividido a los diputados del bloque frepasista no estaban tan fácilmente diferenciadas como al principio del encuentro, en el que se distinguían básicamente tres emblocamientos.
Los más críticos se oponían a votar cualquier presupuesto que consagrara el ajuste. Junto con su oposición al presupuesto oficial, sostenían las posiciones más duras sobre la reforma previsional, ya sea que ésta se instrumente por ley o por decreto. En este grupo se ubicaban los primigeniamente denominados rebeldes: Eduardo Macaluse, Jorge Giles, Marcela Bordenave, Gustavo Cardesa, Federico Soñez, Ramón Torres Molina, a los que se sumó María América González.
Aun cuando sus críticas fueran virulentas, un grupo se mostraba proclive a aprobar el Presupuesto si es que éste incluía un fuerte porcentaje para la ayuda social. Ayuda que la reclamaban para dos programas benéficos, uno destinado a planes de empleo y otro a formación laboral. Una idea que Juan Pablo Cafiero definió como “blindaje social”. En este grupo se enrolaba el santacruceño Rafael Flores y en algunos momentos se sumó el tucumano José Vitar.
Con mayor claridad se vislumbraba el grupo cercano a las posiciones del Gobierno. El principal argumento del sector lo realizó el jefe de la bancada, Darío Alessandro, cuando en un intervalo señaló con preocupación que “apoya las posiciones del Gobierno, porque la crisis puede estallar en mil pedazos”. En estas posiciones se distinguía Alessandro, Rodolfo Rodil, Adriana Puiggrós, Ricardo Vago y en algunas ocasiones adhirió Juan Pablo Cafiero.
Como las discusiones eran sobre temas puntuales, las posiciones no fueron rígidas, por eso la constante del encuentro fue que algunos diputados adhirieron indistintamente a uno u otro grupo. Esto al margen de que algunos frepasistas estaban pendientes sobre cuál sería la opinión mayoritaria para apoyarla. El tucumano Vitar acordó indistintamente sus puntos de vista con las tres posiciones que se perfilaron durante las cinco horas de discusión. Otros no se embanderaron explícitamente con ninguno de los argumentos, tal el caso de Alejandro Peyrou.

 


 

El Frepaso cruje Y Alvarez calla

El frente creado por Chacho debate su posición ante el (su) gobierno y prenuncia una crisis que podría terminar en un cisma.

Bloque: �La crisis puede estallar en mil pedazos. No se puede hacer oposición y estar al frente de la bancada oficialista�, sostuvo Darío Alessandro.

Con su silencio, el líder
frepasista confunde a los suyos.

Por Eduardo Tagliaferro

Luego de las últimas medidas económicas y la polémica iniciativa de liquidar el sistema estatal de jubilaciones, el Frepaso comenzó un debate que puede llevarlo a no votar el presupuesto 2001, en el mejor de los casos o bien a asumir posiciones que van desde la ruptura del bloque parlamentario o incluso el abandono de la Alianza. Mientras una gran parte de los suyos discuten sobre el futuro frentista, el jefe del socio minoritario de la coalición gubernamental, Carlos “Chacho” Alvarez, mantiene su silencio y negativa cerrada a hablar sobre temas de la coyuntura. “Para la mayoría del bloque están rotos los puentes con Chacho. Sólo lo ven dos o tres dirigentes”, dice a Página/12 un diputado frepasista que sostiene que “no se puede estar sobreinterpretando gestos y silencios”.
El silencio adoptado por Alvarez desde que abandonó la vicepresidencia fue violado sólo en un momento: cuando transmitió la indicación, de no menor rango, a sus diputados para que aprobaran el proyecto de ley de presupuesto. A partir de entonces –una semana antes de partir a Buzios– todo fue silencio. Tan es así que en estos días suspendió un encuentro que tenía programado con un importante grupo de empresarios. “Chacho no quiere hablar sobre la coyuntura, por eso está levantando algunos encuentros que tenía agendados con anterioridad a que se desatara esta crisis económica”, reconoció a este diario Ricardo Mitre, hombre cercano al líder frepasista y ex secretario administrativo en el Senado que presidía Alvarez.
Aun los más allegados a Chacho reconocen que en el mejor de los casos hace 10 días que no lo ven, ni hablan con él. Cuando hace dos semanas cinco frentistas se incorporaron a las segundas líneas del Gobierno, en lo que fue presentado como un relanzamiento de la Alianza, los nuevos funcionarios preguntaron explícitamente si “Chacho respaldaba su ingreso al gobierno”. A pesar del apoyo que les brindó el líder frepasista, hoy varios de ellos reconocen que no han podido comunicarse con él. La falta de lineamientos políticos del que hoy se quejan quienes se incorporaron a la gestión De la Rúa es una situación ya vivida anteriormente por otros frentistas. De hecho, ni siquiera las responsabilidades institucionales que Graciela Fernández Meijide enfrenta desde el Ministerio de Desarrollo Social consiguió desandar el abismo que separa a ambos frepasistas.
“No se pueden dejar girones de la identidad política en pos de garantizar la gobernabilidad porque siempre los mercados van a decir que todo se viene abajo”, dijo a Página/12 Eduardo Macaluse, uno de los diputados que en su momento se enroló con los denominados rebeldes.
Los legisladores que cuestionan el presupuesto y la reforma previsional sostienen que, aun en minoría absoluta, van a oponerse a los iniciativas. Quisieran contar con la opinión de Chacho pero no los enloquece su silencio. “Tenemos que ponernos los pantalones largos y decidir por nosotros mismos”, concluye Macaluse.
El estado deliberativo de este bloque fue criticado por sus socios radicales, que incluso sugirieron que “fallaba la conducción política”. El titular del bloque, Darío Alessandro, desmintió ayer que estuviera evaluando renunciar a su puesto de titular de la bancada. “Si el Frepaso se opusiera institucionalmente al plan económico, sí tendría que dar un paso al costado”, dijo Alessandro. “La crisis puede estallar en mil pedazos. No se puede hacer oposición y estar al frente de la bancada oficialista”, sostuvo Alessandro, quien explicó que su respaldo a las medidas de gobierno se fundamentan en la frágil situación económica que enfrenta la gestión de Fernando de la Rúa.
“Como toda pauta anual, el presupuesto es el espejo de lo que se viene”, dijo a este diario el diputado Jorge Giles, que antes de ingresar en la reunión de bloque adelantó que votará en contra del presupuesto.
Para gran parte de los integrantes de la bancada frepasista, el Presidente está en lo cierto cuando sostiene que las últimas medidaseconómicas “reafirman el rumbo”. La diferencia es que para ellos el rumbo que se ratifica es el de la exclusión social. No casualmente Rafael Flores, cuando criticó el posible decreto sobre la reforma previsional, sostuvo que “nos estamos emparentando a lo peor del menemismo”.
Ayer un diputado del Frepaso recordaba ante Página/12 que cuando los rebeldes se opusieron a la rebaja salarial, los legisladores fueron recibidos por Chacho en la Casa Rosada. “No se apresuren”, les dijo Alvarez en esa ocasión. “A estas medidas le sucederán otras y ahí se podrá saber cuál será el rumbo definitivo de este gobierno”, continuó. “Si De la Rúa se inclina definitivamente hacia el neoliberalismo, en ese momento no tendremos nada que hacer en el gobierno”, concluyó en aquella oportunidad el hoy silencioso líder frepasista.

 

OPINION
Por Alfredo Bravo *

Convicciones

Hace algo más de tres años, y cuando el desenfreno menemista se encontraba en su máximo apogeo, la constitución de la Alianza significó la esperanza de que las mejores tradiciones republicanas volvieran a constituir el presupuesto inexcusable de una fuerza política que convocaba a la construcción de un país mejor, capaz de dejar atrás la larga noche de la regresión conservadora.
Durante esa década oscura, mientras millones de argentinos eran arrojados al desempleo y la miseria, la credibilidad y el prestigio de la política descendían a sus niveles más bajos. No era para menos. Por detrás de un fenómeno de alcance mundial, que la literatura especial ha definido hace ya tiempo como crisis de representación, se alzaba el obsceno espectáculo de un conjunto político preocupado sólo por sus propios negocios, voraz para el enriquecimiento súbito, ajeno al destino de la Nación y protegido por complicidades que terminaron tejiendo una densa trama de impunidad.
En esas condiciones, y a medida que la corrupción se ubicaba como una de las preocupaciones centrales para una sociedad librada a su suerte por un Estado que desertaba de sus responsabilidades, crecía también la demanda de austeridad y transparencia en el manejo de los dineros públicos, de honestidad en los procedimientos y de respeto a los compromisos asumidos.
Así, la imagen pública de la Alianza se fue consolidando como la exacta contracara de las prácticas reinantes bajo la prolongada hegemonía de la cultura menemista, como una fuerza renovadora capaz de despertar a los argentinos del escepticismo y la desesperanza.
Desde luego, ello demandaba de sus dirigentes más representativos el estricto cumplimiento de la palabra empeñada. La sociedad estaba, y lo sigue estando, muy atenta frente a la posibilidad de una nueva decepción. La conducta personal de esos dirigentes constituye, entonces, un parámetro irremplazable para juzgar en qué medida los cambios prometidos se traducen en una práctica concreta.
Por eso mismo, no puede menos que extrañar el episodio suscitado en torno del diputado radical Melchor Cruchaga, quien ha adjudicado a una decisión de su bloque y a su condición de “hombre de partido” la decisión de conservar la banca en el Congreso pese a su designación como secretario de Justicia, aunque para ello apele al expediente de un pedido de licencia.
Es sabido que así se bloquea el ingreso a la cámara de quien legítimamente debe hoy ocupar esa banca, el socialista Oscar González, secretario adjunto del PSD. Y ello sigue ocurriendo a pesar de que, hace ya una semana, el presidente del cuerpo, Rafael Pascual, y el titular de la bancada radical, Horacio Pernasetti, se comprometieron expresamente a resolver definitivamente esa anomalía.
Si la división de los poderes y la rectitud republicana son algo más que bellas palabras, resulta difícil explicar que una misma persona pertenezca al mismo tiempo a dos poderes del Estado, el Ejecutivo y el Legislativo, a los que por añadidura se agrega la relación con el propio Poder Judicial, ya no sólo como integrante del Consejo de la Magistratura sino también desde una secretaría a todas luces estratégica.
Poco antes de asumir el gobierno, la Alianza acordó que los legisladores que asumieran en el Ejecutivo renunciarían a sus bancas. Y así lo hicieron, por citar sólo algunos casos, Federico Storani, Horacio Jaunarena, César Martucci y Juan Manuel Casella. Estoy convencido de que Cruchaga, un hombre de bien cuyas preocupaciones éticas son por todos conocidas, terminará obedeciendo a sus propias convicciones.

* Diputado nacional. Secretario general del PSD.

 

 

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