Por Julian Borger
*
Desde
West Palm Beach
Las vacilaciones y cambios
de idea de los tres funcionarios locales que componen la comisión
electoral de Palm Beach parecían destinados ayer a la mañana
a costarle mucho a Al Gore en la batalla poselectoral sobre las boletas
de votación. La comisión había votado en las primeras
horas del domingo en favor de autorizar un recuento de los 462.000 votos
emitidos en todo Palm Beach durante la elección presidencial. Como
Palm Beach es un condado mayoritariamente demócrata y como los
recuentos manuales han tendido a ensanchar los márgenes de victoria,
un recuento de este tipo podía volcar la elección a favor
de Gore. La secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, una republicana
y la que manejó la campaña de George W. Bush en el estado,
había intentado impedirlo. Ayer la Corte Suprema de Florida dictaminó
que el conteo manual podía realizarse. Sin embargo, Harris ya anunció
que no tomará en cuenta los nuevos resultados al certificar el
resultado final de las elecciones en Florida.
Al menos, la decisión judicial puso fin a días de incertidumbre
para la campaña demócrata. Era claro que la comisión
electoral local no sabía qué hacer. El martes habían
revocado su resolución de dos días antes y resolvieron suspender
el recuento manual, a la espera de que les dijeran si era o no legal.
Pero poco después votaron retomarlo. El miércoles dieron
de nuevo marcha atrás y suspendieron el conteo por la confusión
sobre su posición legal y sobre cómo los votos debían
ser escrutados. Para ayer, cada hora que pasaba era una hora perdida para
Gore, quien esperaba reducir la ya escueta ventaja de 300 votos que el
conteo automatizado le había dado a su rival Bush. Tenemos
que comenzar el recuento, tenemos que comenzar a contar para el viernes,
explicó un ansioso funcionario demócrata.
El problema eran los tiempos. El martes a la noche, Katherine Harris,
la secretaria de Estado de Florida, ratificó el voto en su estado
y la ventaja republicana de 300 votos. Y a más tardar para hoy
a la mañana deberá haber agregado los votos por correo enviados
por ciudadanos de Florida en el extranjero. Esto le permitiría
certificar el resultado final en su estado, asignando sus 25 votos en
el Colegio Electoral y por tanto decidiendo la elección. La mayoría
de los analistas cree que los alrededor de 2000 votos por correo estarán
divididos parejamente o se inclinarán levemente en favor de Bush.
Pero si todavía está en marcha un conteo manual para cuando
Harris haga su anuncio, los demócratas podrán denunciar
que su decisión fue prematura y tuvo motivación política.
El condado de Broward comenzó ayer su recuento manual, que registró
un cambio ligero, pero significativo a favor de Gore. Pero en Palm Beach
se mantenían esperando, no obstante el hecho de que los tres integrantes
de su comisión electoral pertenecen al Partido Demócrata.
Su demora se debía a una combinación de confusión
legal y lealtades divididas. La comisión estaba recibiendo instrucciones
contradictorias desde Harris por un lado y desde el fiscal general estadual,
Bob Butterworth, un demócrata, por el otro. Este último
argumentaba que cada condado tenía todo el derecho de decidir por
sí solos cómo manejaría las elecciones en su jurisdicción.
El miércoles a la noche la Corte Suprema de Florida respaldó
esta posición, pero la comisión todavía no comenzaba
el recuento. Para ese entonces sus tres integrantes estaban bajo intensa
presión de no arrastrar a las autoridades a un recuento de una
semana que ni siquiera podría ser tomado en cuenta. El presidente
de la comisión, Charles Burton, está registrado en el Partido
Demócrata, pero fue designado juez al final de una larga carrera
en las leyes por el hermano de George W. Bush, el gobernador de Florida,
Jeb Bush. La segunda miembro de la comisión, Carol Roberts, es
comisionada del condado y una decidida demócrata. Ella empujó
a la comisión a que retomara su decisión inicial de realizar
un recuento manual, pero su dominio sobre la comisión parece haber
disminuido en losúltimos días. Afirmó haber recibido
amenazas telefónicas. También intentaron voltearla el miércoles
por acusaciones de fraude, que ella desmiente. Y el voto clave era el
de la figura trágica de Theresa LePore, quien diseñó
la notoria boleta mariposa que confundió a muchos votantes
demócratas a votar por el ultraderechista Pat Buchanan. Aparentemente
deseosa por evitar cualquier controversia, el fin de semana votó
a favor de un recuento, pero en cada votación subsiguiente se volcó
por posponerlo.
El problema ahora es si Harris tomará en cuenta los nuevos resultados
que arrojen los conteos manuales. Ella ya recalcó el miércoles
que no lo hará, pero los demócratas ya iniciaron acciones
judiciales para forzarla a hacerlo. Es el único recurso de
que disponemos para obtener un resultado correcto en esta elección,
justificó el candidato a vice Joe Lieberman. Florida se hizo aún
más decisiva luego de que Bush anunciara que no pediría
un segundo recuento en el estado de Iowa, donde el margen es estrecho.
No era extraño entonces que el republicano ordenara nuevas acciones
legales en Florida para impedir el recuento manual. No es así
como Estados Unidos debe iniciar una presidencia, se lamentó
Lieberman.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
KATHERINE
HARRIS, EL PALO EN LA RUEDA DEMOCRATA
La niña de los ojos de George W.
Por
Michael Ellison *
Desde Tallahassee
Vestida de forma
impecable y con una expresión más rígida que nunca,
Katherine Harris se deslizó ayer por los pasillos del edificio
de 22 pisos del Capitolio de Florida para dedicarse a los grandes asuntos
del día: cómo deberían ser administrados los ingresos
por impuestos cuáles serán las nuevas designaciones para
un Consejo Escolar comunitario y si 57.799 es una cifra razonable para
una concesión de cinco años a una compañía
privada. Apenas unas horas antes, Harris quien es ahora, lejos,
la secretaria de estado más conocida que tuvo alguna vez Florida
estaba en el centro de la escena, poniendo otro palo en la rueda de la
campaña postelectoral de Al Gore. Pero ayer, al menos por un rato,
volvió a los asuntos de siempre como la amiga republicana y colega
de los hermanos Bush a quien los demócratas describieron como una
funcionaria partidista y lacayo.
Harris está decidida a rechazar los resultados del recuento en
tres condados mayoritariamente demócratas y tiene la intención
de anunciar al ganador mañana. Aunque nada de esto formó
parte ayer de la agenda de la reunión de gabinete del gobernador
Jeb Bush, del que Harris es miembro, adoptando en los últimos dos
años el papel de una encargada de asuntos comerciales y culturales.
El gobernador está concentrado en los asuntos del tercer
estado más grande del país explicó la vocera
de Bush, Katie Baur. Ellos están tratando cuestiones centrales
para la gente de Florida. Estos son temas importantes para la gente de
este estado, y eso es todo lo que importa.
Pero eso no fue todo lo que importó para el gobernador, quien al
parecer se corrió del centro del caos post-electoral por sus vínculos
personales.
Ella (Harris) tiene la responsabilidad de que se aplique la ley,
y parte de eso fue que los votos estuviesen certificados en siete días
declaró Jeb Bush. Creo que ella pisa sobre terreno
sólido. Todo lo que queda ahora es que sean contados los
votos del extranjero.
Harris se niega a aceptar los argumentos de los cuatro condados que quieren
continuar con el conteo manual de votos, justificando que la ley sólo
permite que eso ocurra si el conteo original fue interrumpido por un acto
divino como un huracán, por actos de fraude o por la
ruptura de las máquinas de conteo de boletas. La campaña
de Gore asegura, en cambio, que la Justicia estableció que ella
sólo podría rechazar las peticiones de los condados de Palm
Beach, Broward, Miami-Dade y Collier si tuviese una buena razón
para hacerlo, y que éste no es el caso. Los planteos ya fueron
elevados a la Corte Suprema de Florida, que recibió documentos
de Harris y los republicanos por un lado y del fiscal general de Florida,
Bob Butterworth (que dirigió la campaña de Gore en el estado),
por el otro, para establecer si el conteo manual debería continuar.
Entretanto, en la plaza del Capitolio en Tallahassee, la reunión
de gabinete de Jeb Bush se desarrollaba mientras camiones satelitales
de noticias permanecían apostados en las calles exteriores y los
manifestantes cumplían con su ronda diaria de marchas silenciosas
y pancartas que rezaban Robo electoral en marcha y Gore
+ Daley = Fraude electoral.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
LOS
RESIDENTES EN EL EXTERIOR AHORA SON FAVORITOS
La importancia de votar desde afuera
Por
Tania Branigan
Desde Londres
Mientras las horas
corren y se acerca el límite de la medianoche para computar los
votos del exterior, Frances Deak se pone cada vez más ansiosa.
Ex directora de colegio y refugiada de Reagan, buscó
apoyo para Al Gore en su rol de funcionaria encargada de la información
electoral en el Reino Unido para los demócratas en el exterior.
Como tantos otros antiguos habitantes de Florida residiendo en Londres,
Deak es consciente de que unos pocos miles de votos que lleguen a Florida
desde el extranjero podrían decidir quién será el
próximo presidente.
Siempre creí que cada voto hace la diferencia asegura.
Pero conozco personas que no votaron porque creían que ya estaba
todo decidido. Ahora lo lamentan. Muchos no votaron en los últimos
50 años porque creyeron que su voto no contaba. Ahora saben que
es diferente. Muchos de los votantes del extranjero tienen la idea de
que no somos importantes. Pero somos seis millones, y ahora la gente nos
está prestando atención. Los políticos volverán
a coquetear con nosotros. Joseph King, jefe de la sede electoral
británica para los republicanos en el extranjero, explica que 200.000
americanos en el Reino Unido están realmente más dispuestos
a votar que sus pares en Estados Unidos. Aaron Walker, un joven
estudiante de 21 años de Miami, luce aliviado por haber depositado
temprano su voto para George W. Bush. Estoy muy contento de haberlo
hecho. Un resultado tan peleado te hace dar cuenta de que uno importa.
Realmente creo que mi generación votará en el futuro gracias
a estas elecciones. Todo el mundo está hablando de ellas.
La
avivada mediática de Gore
para ganarse la simpatía poselectoral
Por
Martin Kettle *
Desde Washington
Mientras la batalla
por los votos del Colegio Electoral en Florida se mantenía igual
de tensa, los dos hombres que ocupan el centro de la tormenta presidencial
norteamericana libran una batalla cuerpo a cuerpo por el control de la
arena política. Al Gore y George Bush han estado parcos en sus
apariciones públicas en los nueve días que pasaron desde
las elecciones del martes 7. Ambos se mantuvieron alejados de las cámaras,
saliendo a escena sólo para hacer breves declaraciones en las que
reiteran sus posiciones respectivas mientras esperan el desenlace en las
cortes de Florida. De todos modos, anteayer por la noche, Gore lanzó
un golpe preventivo en la corte de la opinión pública. Lo
tomó a Bush desprevenido y puede ser que esto juegue un papel importante
para que Gore gane más tiempo y continúe así con
sus trabajosos esfuerzos para declararse ganador en la carrera hacia la
Casa Blanca.
Eran las seis y media de la tarde cuando Gore se puso delante de las cámaras
en su residencia oficial de vicepresidente, en Washington, junto a Joe
Lieberman, el hombre a quien quiere precisamente en esa oficina. El momento
fue particularmente preciso, como reconocen en el mismo campo de Bush.
Justo cinco minutos después de que comenzaran los noticieros nacionales
nocturnos de media hora de las cadenas ABC y CBS y a menos de media hora
de que comience el de NBC, Gore se aseguró cinco minutos de publicidad
política gratuita con el máximo de audiencia disponible.
Gore ofreció en su mensaje romper el cerco de la crisis en el estado
de Florida con dos movidas. La primera: dijo que si Bush aceptaba el recuento
manual en algunos o en todos los condados de Florida, él iba a
aceptar los resultados como los finales. Segundo: le propuso a Bush un
encuentro a solas para calmar la incertidumbre nacional y comenzar así
el proceso de reunificación poseleccionario.
Gore no dijo nada que no haya sido dicho antes. Su representante en Florida,
Warren Christopher, hizo la misma oferta anteayer. Pero la propuesta de
una reunión Bush-Gore fue una novedad, como también lo fue
el celoso cuidado de las declaraciones de Gore en mirar más allá
de las disputa en Florida. Pero el propósito real de las palabras
de Gore fue capitalizar la ventaja permanente que él tiene respecto
de Bush en la opinión pública. Las encuestas muestran que
la mayoría de los norteamericanos aceptan con cautela la legitimidad
del reclamo por un recuento manual en Florida, al menos por el momento.
Además, Gore quiere consolidar su posición con una demostración
de su condición de estadista. Era difícil para Bush rechazar
la oferta que le hizo Gore.
El campo de Bush fue tomado por sorpresa. Una hora después de la
movida de Gore, Bush y su entorno estaban en sus respectivos automóviles,
tratando de reducir los 90 minutos que lleva recorrer el camino del rancho
de Bush, cerca de Waco, a la mansión de la gobernación de
Texas en Austin. Los asesores de Bush trabajaban contrarreloj para dejar
a punto una respuesta directa, que le permitiera a Bush aparecer frente
a las cámaras en una posición tan augusta como la que eligió
Gore. Tres horas y media después de las declaraciones de Gore,
Bush se paró frente a un retrato del general Sam Houston y rechazó
la propuesta de Gore. El desenlace de esta elección no será
el resultado de acuerdos o de esfuerzos para moldear la opinión
pública, dijo Bush en vivo para todas las cadenas nacionales
de televisión. El desenlace de esta elección será
determinado por los votos y por la ley.
Los republicanos habían comenzado a irritarse por el bajo perfil
adoptado por Bush. En los últimos cuatro días, el candidato
republicano había estado refugiado en su rancho con sus asesores.
Los republicanos en Washington habían advertido que Bush estaba
perdiendo terreno frente a Gore en el campo de las simpatías poselectorales.
Mientras Bush permaneció ajeno a las maniobras políticas
de la semana, otros republicanos fueron más impiadosos. El congresista
Tom DeLay, de Texas, el poder detrás del trono del Partido Republicano
en el Capitolio (sede del Congreso norteamericano), envió esta
semana un memo a todos sus colegas señalando que tanto el Senado
como la Cámara de Representantes pueden rechazar los votos presidenciales
de un estado si deciden que están viciados.
DeLay, que representa una cara del partido aún más conservadora
que la de Bush, fue una figura clave en el proceso de impeachment contra
el actual presidente Bill Clinton. Durante esa crisis, les envió
a todos sus colegas un libro del impeachment que planteaba
la estrategia a seguir por los republicanos. Este nuevo memorándum
sobre el rol que el Congreso puede desempeñar en cualquier disputa
sobre los votos de Florida en el Colegio Electoral puede estar en la misma
línea de dureza. El tono de la tensión en el Capitolio contrasta
con la apariencia de estadistas que ambos candidatos presidenciales buscan
sostener. Un signo adicional del clima entre los republicanos llegó
ayer cuando dos de sus líderes dentro del Congreso, Billy Tauzin
de Louisiana y Christopher Cox de California, anunciaron que están
considerando tomar acciones legales contra las cadenas de televisión
por el modo en que cubrieron la elección. Estos republicanos creen
que las tempranas declaraciones de victoria de Gore en varios estados,
incluido Florida, ayudó a desalentar a los votantes que estaban
dispuestos a ir a las urnas en las horas finales del día de los
comicios.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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