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El Grupo Productivo se sumó al operativo presión

Los industriales, constructores y ruralistas emitieron un comunicado reclamando que los gobernadores del PJ firmen el pacto fiscal. Esa movida fue solicitada por el Gobierno. Negociación con los bancos.

Eduardo Baglieto y Osvaldo Rial, junto a integrantes del GP, en una reunión en Casa Rosada, hace algunas semanas.

Por Cledis Candelaresi

El Grupo Productivo dio ayer un expreso respaldo al Gobierno a través de un escueto pero contundente comunicado. El texto firmado por la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) exhorta a “la dirigencia política a lograr acuerdos que permitan plasmar una efectiva política de crecimiento”. Si bien esta demanda fue formulada en forma global, los destinatarios específicos son los gobernadores justicialistas, quienes tienen reparos para admitir el último paquete de ajuste tal cual lo plantea el gobierno nacional. El corolario de ese aval será una propuesta de medidas para alentar el crecimiento, que el empresariado podrá redondear apenas logre zanjar sus propias diferencias intestinas (ver aparte). Por ahora, los une el terror de un estallido social.
Todos los dirigentes empresarios parecen coincidir en el diagnóstico de que Argentina atraviesa un momento sumamente crítico. Esta urgencia está admitida en el título del comunicado, “Ante la situación imperante”, cuyo texto reclama unión política para superar la “grave situación económico-social por la que atraviesa el país”.
La primera preocupación es que las disidencias internas bloqueen el blindaje financiero que se gestiona en Washington y esto aumenta el riesgo de default (cesación de pagos). Pero lo que más angustia es la posibilidad de que la creciente presión social haga perder al Gobierno el control. “¿Usted se imagina la protesta de Tartagal (localidad de Salta donde acaba de morir un piquetero bajo la represión policial) trasladada al Gran Buenos Aires?, ¿quién la para?”, se afligía ayer un dirigente ante este diario.
Prueba de que el momento se percibe crítico es que hasta Aldo Roggio, empresario de bajo perfil, formuló desde Córdoba declaraciones a la agencia oficial de noticias Télam. “Sabemos que los gobernadores y legisladores están mirando el problema de cada provincia, que debe ser angustiante y difícil. Pero todos debemos apelar a la responsabilidad porque el país está en una situación delicada”, sentenció el vicepresidente de la Cámara Argentina de la Construcción.
“La situación del país es tan delicada que no está para elegir quién me gusta y quién no. La gente que está trabajando lo hace lo mejor que puede”, aseguró Gregorio Chodos. El constructor negó de este modo que haga falta un recambio en el Ministerio de Economía, algo que todos descartan, al menos por el momento. En los últimos días José Luis Machinea cosechó un respaldo genuino del poder económico local. Sin embargo, el comunicado del Grupo Productivo fue alentado por el propio ministro y sus colaboradores, quienes reclamaron un auxilio ante la apertura simultánea de los frentes externos e internos.
La última reunión formal y pública de Fernando de la Rúa con el Grupo Productivo y la Asociación de Bancos de la Argentina fue la semana pasada, antes del mensaje presidencial para anunciar las últimas medidas. Pero los contactos con el propio Machinea, su jefe de asesores, Pablo Gerchunoff, su secretario de Industria, Javier Tizado y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo son permanentes y el discurso oficial único: los funcionarios piden respaldo para que la situación política y social no se desmadre.
A esta preocupación, los dirigentes empresarios suman su afán de que se promuevan medidas para resucitar la economía. Con esta intención hubo una aproximación entre industriales, constructores y ruralistas con los banqueros, de los que se divorciaron hace un tiempo por incompatibilidad de intereses. El mayor recelo a concretar esta unión surge en el seno de la propia UIA, cuyo titular, Osvaldo Rial, no asistió a ninguna de las reuniones técnicas que se hicieron hasta ahora para consensuar una propuesta de medidas pro competitivas junto a los bancos.
El lunes hay otro encuentro decisivo con los hombres de ABA, en el cual se resolverá si se avanza o no en un documento común para elevar alGobierno. Esta comunión parece posible si triunfara el ala más componedora de la entidad fabril, representada por la Copal y Techint. Pero poco puede esperarse si algunos hombres de la UIA arremeten nuevamente con su intención de exigir la restitución de aportes patronales a las empresas de servicio y privatizadas, que se grave la renta financiera o que los bancos apliquen tasas de interés internacionales, es decir, mucho más bajas que las actuales para las pymes. Aspiraciones semejantes a las que tienen los hombres de campo y, en alguna medida, los constructores.
Ni la Sociedad Rural, ni las concesionarias de servicios públicos ni las grandes cadenas comerciales se sumaron aún a esta movida para apuntalar al Gobierno. Pero ni las unas ni las otras tienen mucho que reclamarle al equipo económico, que se enfrentó más de una vez con legisladores de la propia Alianza para evitar que se altere la ecuación económica de las privatizadas.

 


 

EL GP JUNTO A LOS BANCOS DISCUTEN MEDIDAS ECONOMICAS
Un paquete para ayudar a Machinea

En una reedición limitada de lo que fue el Grupo de los Ocho, industriales, constructores y ruralistas intentan elaborar junto a los banqueros una propuesta, cuyo objetivo es “estimular la competitividad y la demanda”. A juicio de los hombres de empresa, la principal carencia del último paquete es, justamente, que no incluyó una batería de medidas reactivadoras. El programa empresario que comenzó a discutirse incluirá expresamente la recomendación de crear una subvención especial para los jefes de familias que no tienen empleo, recurso para atenuar la creciente efervescencia social.
Uno de los debates centrales es cómo garantizar esa ayuda sin complicar el frente fiscal, ya que la mayoría de los dirigentes comulga con la idea de que hay que erradicar el déficit. El proyectado documento conjunto está en estado germinal y es, en este momento, más una propuesta para debatir que un detalle de medidas acabadas.
Mientras algunos dirigentes de la UIA consideran imposible coincidir con los banqueros, otros hombres de esa misma agrupación entienden que es posible resignar algunas pretensiones para acordar con los bancos en torno de cuatro o cinco puntos básicos. Como base para la discusión se pusieron sobre la mesa algunas de las demandas ya formuladas por el Grupo Productivo en sus últimos documentos públicos.
Entre esos planteos está el de exigir al Banco Central que flexibilice las condiciones del previsionamiento que deben realizar los bancos por sus créditos de dudosa cobrabilidad. En la medida que las entidades tengan menos recursos disponibles para prestar, la tasa de interés sube. También se buscaría algún mecanismo para que se abarate el crédito para las pequeñas y medianas empresas.
La Unión también tiró sobre la mesa la idea de que se aumenten los aranceles a las importaciones para costear con lo que se recauden mayores reintegros a las exportaciones.
Mucho más controvertida puede ser realizar otra de las iniciativas bajo análisis, de subir las cargas sociales sobre algún sector de la economía con el objeto de cubrir una subvención a los jefes de familia desocupados. Esta subvención debería resultar más abarcativa que el actual subsidio de desempleo que administra la cartera laboral.
La elaboración de esta propuesta fue una especie de pacto de caballeros sellado por los dirigentes empresarios durante la última reunión con el Presidente. Pero honrar este compromiso les resulta más difícil de lo que previeron hace días, aun cuando ni siquiera se arrimaron otras entidades también escindidas del ex Grupo de los Ocho. La Sociedad Rural, con la que el Grupo Productivo tendió alguna línea para reintegrarla a ese núcleo, nunca se acoplaría para avalar el compre nacional, las altas tasas de interés actuales o favores a las automotrices.

 

 

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