Por Isabel Piquer*
Desde Nueva York
Coca-Cola ha preferido sacar
el talonario a pasar por racista. El mayor fabricante de gaseosas del
mundo se comprometió a pagar unos 192,5 millones de dólares
a los más de 2000 empleados negros de esta compañía
que en abril de 1999 interpusieron una demanda por prácticas discriminatorias.
Tras meses de intensas negociaciones, Coca-Cola prefirió alcanzar
un compromiso, el mayor de este tipo logrado en Estados Unidos, para terminar
con una larga y costosa batalla legal. Los empleados negros de Coca-Cola
acusaban a la empresa de discriminación en los salarios y en los
ascensos respecto del resto de sus colegas blancos. El acuerdo también
incluye nuevas obligaciones laborales para la histórica compañía.
La denuncia provocó la ira de muchos de los accionistas y supuso
un duro golpe a la imagen pública de una compañía
que basa sus campañas de publicidad en vender amistad embotellada.
Para evitar que el problema corriera el peligro de afectar las ventas
o extenderse a sus sedes del resto del mundo, el fabricante de refrescos
prefirió llegar a un compromiso económico.
Cuando me hice cargo de la compañía (en diciembre
de 1999), sabía que mi máxima prioridad era acabar con este
litigio, dijo su director ejecutivo, Douglas Daft, que calificó
el acuerdo de satisfactorio para ambas partes. En una conferencia
de prensa en Atlanta, Daft reconoció que a veces las cosas
ocurren de forma no intencionada. He dejado claro que esto
no puede seguir así, añadió.
Nuestra meta era cambiar Coca-Cola y creemos que esta compañía
va a cambiar mucho, dijo Cyrus Mehri, el abogado de los empleados.
Va a crear nuevas normas para garantizar la diversidad en las empresas,
aseguró.
De la suma total, 43,5 millones de dólares se emplearán
para revisar los salarios de los empleados afectados en los últimos
cinco años (unos 40.000 dólares por persona); 36 millones
se destinarán a mejorar las oportunidades laborales en el seno
de la empresa; 20 millones pagarán las facturas legales y 50 millones
se destinarán a las cajas de la fundación Coca-Cola para
obras benéficas y financiar programas de integración en
la comunidad.
Esta es la mayor indemnización alcanzada en un caso por racismo.
La petrolera Texaco tenía anteriormente el record con los 176,1
millones de dólares que en 1994 desembolsó en un caso que
llevó el mismo bufete de Washington que se ha ocupado de la demanda
contra Coca-Cola.
Pero al margen del dinero, lo auténticamente novedoso del trato
es la creación de una comisión de siete personas (tres representantes
de los empleados, otros tres de la empresa y un presidente designado por
ambas partes) que se encargará de vigilar posibles casos de racismo
y de revisar más generalmente las costumbres laborales de Coca-Cola.
El acuerdo estipula que el fabricante de gaseosas deberá someterse
a una investigación independiente y acatar las decisiones que se
tomen al respecto.
Los empleados podrán recurrir a una línea telefónica
de emergencia para denunciar cualquier problema. Se creará también
la figura del ombudsman, que estará en contacto permanente con
la dirección para transmitir directamente las quejas. El comité
de dirección será personalmente responsable de que se apliquen
estas normas antidiscriminatorias.
Las acciones de Coca-Cola no se vieron afectadas en su cotización
en Bolsa por el anuncio del acuerdo. Pero esto no supone el final de todos
sus dolores de cabeza legales. Sigue pendiente el caso de otras cuatro
empleadas negras de Coca-Cola que han interpuesto una demanda similar,
esta vez por 1500 millones de dólares. Las denuncias de este tipo
se han generalizado a otras empresas. En este último año,
otras compañías de Atlanta también han sido denunciadas
por racismo, como es el caso de Delta Airlines y Georgia Power.
* De El País de Madrid , especial para Página/12.
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