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UNA FLOTA JAPONESA SALIO DE NUEVO A CAZAR BALLENAS
Mala noticia para Moby Dick

Pese a la prohibición internacional y a las sanciones de EE.UU., barcos japoneses partieron ayer hacia la Antártida. Greenpeace reclama al gobierno argentino un pronunciamiento en contra.

La nueva flota ballenera japonesa partió ayer desde el puerto de Shimonoseki, en Japón.

Con el argumento de utilizarlas “con fines de investigación”, el Ministerio de Pesca del Japón y la embajada en Buenos Aires confirmaron la salida de su flota pesquera con la misión de cazar 440 ballenas, aunque el vocero diplomático aclaró que “no se trata de ejemplares de la ballena franca austral”, en peligro de extinción. La expedición partió hacia la Antártida, a pesar de las protestas internacionales y del antecedente de la sanción económica que el gobierno de los Estados Unidos le aplicó al Japón en setiembre por la misma causa. De acuerdo con la información oficial, de los ejemplares capturados “recogerán datos sobre la edad y hábitos de los animales”. Los barcos regresarán al Japón en abril. La organización ecologista Greenpeace condenó la decisión japonesa y recordó que “es totalmente ilegal” la caza de ballenas de la especie Minke, objetivo de la travesía. Milko Schvartzman, coordinador de la campaña de ballenas, requirió del gobierno argentino “un pronunciamiento en contra de lo que está sucediendo”, tomando en cuenta que la especie también se aproxima a las playas del sur del país.
“Es inadmisible que Japón siga desoyendo la posición de todo el mundo y continúe violando los tratados internacionales”, señaló Schvartzman, quien consideró que el gobierno argentino “debería tomar una posición más activa, como Brasil, Australia y Nueva Zelanda”. Según el vocero de Greenpeace, “la expansión de esta caza depredatoria hará más daño a las poblaciones de ballenas que el ya cometido en el último siglo y tendrá un impacto directo en todo el ecosistema oceánico”.
Según Schvartzman, Japón es uno de los países responsables “de que sólo quede un diez por ciento de la población de la ballena franca austral”. En este sentido puntualizó que “al gobierno argentino debería interesarle de manera especial, porque la especie Minke es una de las que suelen acercarse a nuestras costas y es un fuerte atractivo turístico”. “Esta especie, que está en recuperación, volverá a ser blanco de los arpones, lo que no sólo atenta contra la biodiversidad, sino también contra una actividad turística muy importante”, advirtió.
Greenpeace recordó que la caza de ballenas con fines comerciales está prohibida desde 1986, pero la carne igual es vendida en el mercado del Japón. La Comisión Ballenera Internacional (CBI), integrada por 40 países, le ha reclamado varias veces al Japón que detenga su programa de caza en el Pacífico Norte y en aguas del santuario ballenero austral y que se limite sólo “a las investigaciones científicas”.
El vocero de la embajada de Japón, Takahiro Natamae, admitió que en su país existe “una cultura de consumo de carne de ballena”, pero insistió en que se trata de “una misión científica” y dejó sentado que “no corre ningún peligro la ballena franca austral”. La CBI, junto con Greenpeace, consideran que los resultados de las presuntas investigaciones “son superfluos” y que la verdadera razón es la de utilizar la carne de ballena. A pesar de la veda vigente, Japón mata cada año centenares de ejemplares. La carne de estos animales, considerada en Japón un manjar, se vende en el mercado y hasta sirve para financiar parte de la propia investigación. Desde la embajada del Japón en Buenos Aires se repitió el mensaje de siempre: “No queremos poner a la especie en peligro de extinción y nuestros fines son científicos”.
Greenpeace, en cambio, sostuvo que Japón quiere “volver a impulsar la caza industrial de ballenas y está preparando el terreno para la próxima reunión de la CBI, que se realizará, precisamente, en ese país”. En su gira por Asia, el presidente Bill Clinton le pidió al primer ministro de Japón, Yoshiro Mori, que detenga la cacería de ballenas. Sin embargo, la nueva flota ballenera japonesa partió ayer desde el puerto de Shimonoseki, en el sudoeste del país, con el objetivo puesto en la caza.

 


 

MAS AGUA POR DESBORDE DE RIOS
El desastre sigue en alza

La situación en el noreste de la provincia de Buenos Aires se ha tornado desesperante: a los doce distritos que permanecen inundados está llegando ahora el caudal de agua proveniente de las cuencas hídricas de Córdoba, La Pampa y Santa Fe. El presidente de la Sociedad Rural de General Villegas, Alejandro Vignale, pronosticó ayer que las pérdidas en cosechas superarán los 15 millones de pesos, a lo que sumó la improductividad de los tambos, aislados por el agua.
El intendente de la ciudad de Pehuajó, César Fernando Peña, señaló que en su distrito “los perjudicados son cerca de 1700 productores, 780 de ellos con campos de entre 200 y 500 hectáreas, más otros 440 que tienen hasta 100 hectáreas y que en total dan trabajo a unas 2000 personas”.
Las autoridades de los municipios afectados temen que la inundación termine en caos: “Aun cuando no llueva más, vamos a tener más de un año parado el campo. Y mientras, ¿de qué vive la gente?”, se preguntó Peña.
Cientos de trabajadores rurales están desocupados. Carlos Rivas, titular de la intendencia de Carlos Tejedor, señaló que “necesitaría trabajo para unos 500, pero hasta el momento (el gobierno de la) Nación nos pudo dar 60 puestos más sobre los 120 que ya teníamos otorgados”. Mientras tanto, casi 900 alumnos de zonas rurales de la provincia han perdido semanas enteras de clase, porque sus escuelas están tapadas por el agua.

 

 

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