Por Horacio Bernades
Una mujer despierta sobresaltada
en medio de la noche, al oír un disparo en el living. Baja la escalera
y encuentra a su marido arma en mano, algo ido y musitando incongruencias.
A su lado, un hombre muerto. Todo sería apenas un caso más
de paranoia urbana y gatillo fácil, si no fuera porque el hombre
muerto resulta ser el socio de su marido. Buen comienzo para un policial,
en cuyo caso la cosa seguiría con una investigación, una
buena cantidad de secretos culpables saliendo a luz, seguramente alguna
sorpresa criminal. Pero el tono introspectivo, cierta bilis que se desprende
del diálogo entre marido y mujer y el modo en que la escena está
narrada, haciendo más hincapié en las pausas que en los
tiempos fuertes, anuncian ya que Con toda la furia apunta hacia otro lado.
Hacia un estudio de la alienación urbana y de esas formas de la
soledad que pueden conducir fácilmente a la locura y al crimen.
Dirigida por el debutante James Stern, basada en una obra teatral y con
fuerte elenco, Its the Rage se presentó internacionalmente
en el Festival de Toronto en setiembre del año pasado y debió
aguardar unos cuantos meses para conseguir un estreno en Estados Unidos,
que de todos modos fue apenas limitado. Se entiende por qué: de
tono alternativamente grave o volcada hacia el absurdo urbano, no es la
clase de película que el público estadounidense está
habituado a consumir bajando bolsas de pochoclo. Su carácter de
amarga reflexión sobre la violencia urbana la emparienta con Grand
Canyon, de Lawrence Kasdan, y con El fin de la violencia, film de Wim
Wenders inédito en Argentina. A la vez, su estructura rapsódica
y la serie de complejos vínculos entre sus personajes parecen remitir
claramente a Ciudad de ángeles, de Robert Altman. En Argentina,
se conoce por estos días en video, lanzada por el sello LK-Tel,
con el título Con toda la furia.
La mujer que despierta en medio de la noche es la marmórea Joan
Allen, nominada al Oscar por su papel como la mujer del presidente en
Nixon, de Oliver Stone. Su marido de armas tomar, Jeff Daniels, a años
luz de sus papeles en La rosa púrpura del Cairo o Totalmente salvaje,
para no hablar de Tonto y retonto. El detective que lo persigue implacablemente
es Robert Forster, recordado investigador de rostro tristón en
Jackie Brown. Irreconocible está Anna Paquin, que años ha
supo ser la niña de La lección de piano y aquí es
una cleptómana compulsiva de peluca platinada, top, mini y el dinero
por fetiche máximo. Ni qué hablar de David Schwimmer, el
popular e ingenuote Ross de la serie Friends, convertido aquí en
amante loco, dispuesto a asesinar a su novio abogado por sospecharlo de
infidelidad. Más cerca de sus registros habituales se los ve a
Gary Sinise (absolutamente excesivo como un ultramillonario nerd de la
programación virtual) y Giovanni Ribisi, tanto o más sacado
aquí que en su papel de hermano peligroso de 60 segundos.
Con toda la furia no es una película totalmente redonda. Para llegar
a serlo, Stern debió haber regulado mejor los desbordes de Sinise
hacia la machietta o los arranques psicóticos de Ribisi, cuyo look
de cuero negro y corte semipunk lo asemejan a un Sid Vicious con atraso.
Pesa demasiado, en más de un pasaje, la pretensión de decir
algo sobre la propensión armada del pueblo estadounidense,
sobre la neurosis urbana, sobre una contemporaneidad más dada a
clicks sobre el mouse, videowalls y realidades virtuales que al contacto
con el semejante. Pero Con toda la furia es una película que arriesga,
y eso la hace rara e interesante (hasta el último tercio, al menos,
cuando el film parece no saber muy bien cómo avanzar o hacia dónde
ir). Arriesga al adoptar un tono asordinado, como si sus personajes se
movieran dentro de una pecera o un cono de silencio, y arriesga al intentar
fusionar registros aparentemente inconciliables, como pueden serlo el
ensayo, la sátira social y el absurdo. Arriesga también
Stern, y con éxito, al darles a algunos de sus actores registros
absolutamente a contramano, el caso de Jeff Daniels y sobre
todo de Schwimmer. Quien esté habituado a los balbuceos y permanentes
indecisiones de Ross en Friends, se llevará flor de sorpresa, al
ver aquí a Schwimmer tomando clases de tiro y preparando metódicamente
la ejecución de su amante. Que es también su paso definitivo,
junto con varios otros personajes de Con toda la furia, del otro lado
de la razón.
|