Por Fernando DAddario
Sólo la magia de canciones
bellísimas como Zamba del pañuelo, Juan
del Monte o Zamba de Lozano permite recuperar para el
plano de lo real a una Salta que luce hoy como extraída de un universo
ilusorio: la de la bohemia interminable, los poetas, las guitarreadas
y el vino generoso. Hoy, entre piqueteros que no luchan por cambiar el
mundo sino por entrar penosamente en él, entre represiones varias
y canciones de Los Nocheros, aquellas creaciones de Gustavo Cuchi
Leguizamón y Manuel J. Castilla parecen remitir a una Salta imposible.
Y sin embargo, como coinciden Liliana Herrero y Juan Falú en una
entrevista con Página/12, se trata de un país que
existió, lo que significa que es un país posible.
Ese país posible, tal vez idílico si el parámetro
es la excelencia artística de la dupla salteña, está
reflejado en LeguizamónCastilla por Liliana Herrero y Juan
Falú, el discoproyecto concebido por Buenos Aires Música
(BAM) y cuyos alcances superan su mera presentación formal, el
próximo miércoles en la Sala AB del Centro Cultural
San Martín, coincidiendo con el Día de la Música.
Habrá luego una gira nacional que contemplará un centenar
de conciertos, principalmente en escuelas. El CD, que incluye refinadas
versiones de temas como Lloraré, Carnavalito
del duende, Cartas de amor que se queman y Me
voy quedando (esta última con Fito Páez al piano),
comenzó a elaborarse mucho antes de la muerte de Cuchi. Y su edición
está a tono con una era de homenajes diversos al compositor salteño
y con la publicación, a cargo de Corregidor, de un libro con la
poesía completa de Castilla. La idea de rendirle tributo a la dupla
responde, según la otra dupla (HerreroFalú), a reconstruir
la noción de encuentro. Y agrega Falú, que fue
quien sugirió la idea de incluir a Castilla: Creo que la
admiración por el Cuchi es legítima, pero cuando está
exacerbada, conlleva algunos olvidos. El de Castilla es uno de ellos.
Y es importante que se recupere el trabajo de los dos juntos, además,
porque transmite una idea de encuentro, que también se da entre
nosotros, con Liliana. La voz y la guitarra. Es bueno que pase esto en
una época en la que andamos tan desencontrados.
En medio de la charla, Herrero comete un acto fallido: pretendiendo decir
disco dice díscolo, expresión que,
al cabo, termina aceptando como válida para explicar que éste
no es un trabajo fácil de escuchar. Y está bien que
sea así, porque la música de Cuchi, como toda la buena música,
no se digiere fácilmente. Requiere un tiempo, que es también
el tiempo de gozo, y es un punto de encuentro entre el que escucha y el
que compuso el tema. Falú aclara, de todos modos, que escuchar
estas canciones sirve también para contar que hubo un país
en que esta música se cantaba masivamente. Y es mentira que una
música, para gustar, tiene que ser frívola, pasatista.
El territorio de la leyenda reserva espacios similares para Castilla y
para Leguizamón pero, en la realidad, Herrero y Falú tuvieron
más contacto con el compositor. Liliana lo vio cuatro veces en
su vida. Recuerda fundamentalmente una: Yo era directora de la carrera
de Filosofía en Rosario, y lo llevé para que hablara de
lo que representaba la música, la poesía. Y cuando subió,
habló dos horas sobre Sarmiento. El era así. Con el chiste
más mínimo te mostraba su carácter irreverente.
Falú estuvo dos veces en contacto con el maestro. La primera
vez fue hace muchos años. Me habló de Jobim. Y me dijo que
todos los folkloristas de la Argentina deberían escuchar jazz y
música brasileña. Y la segunda vez, cuando se hizo el homenaje
en Maestros del alma, ya no estaba en la plenitud de sus facultades
mentales. Y en un delirio, me habló de Schoenberg. Me dijo que
había estado con él y que le había mostrado una chacarera.
Y después, al oído, me agregó: Pero no le gustó...
Ambos señalan que la obra de la dupla suena todavía hoy
revulsiva, y Liliana apunta que ahora más todavía,
cuando estamos llenos de mercachifles en la música popular.
Esa provincianía universal, el pañuelo abriéndose
al mundo, la cultura de la calle y de las academias, tuvo enCastillaLeguizamón
a sus principales referentes. Y ellos, que no le cantaban a gente
famosa, encontraron en esos personajes entrañables que pintaron
de manera soberbia algo que condensaba lo inexplicable del universo
y de la condición humana. Eso cobra mayor relevancia hoy, cuando
la fiebre mediática pone en primer plano supuestas historias de
vida que están absolutamente vacías y su valor dura lo que
un flash televisivo. Falú, por último, cree necesario
hacer una distinción: Esto no es un disco nostálgico,
porque tampoco hay que caer en eso de que lo viejo es mejor. No, lo bueno
es mejor.
Un Recorrido
Dorado para Página/12
La imagen corresponde a la entrega de los premios Recorrido Dorado
Angel Cholo Peco, de la Sociedad de Distribuidores de
Diarios, Revistas y Afines, que distinguió a Página/12
por su ciclo Los viernes, música, llevado a cabo
en setiembre de este año con la participación de Juanjo
Domínguez, Liliana Herrero, La Chicana y Patio de Tango.
En la ceremonia, que conmemoró también los 55 años
desde la fundación de la Sociedad, se entregaron distinciones
a Mirtha Legrand (Cine), Mónica Cahen DAnvers (Periodismo),
Roberto Perfumo (Deporte), Alberto Castillo (Música), Juan
José Sebreli (Letras) y Luis Barragán (Plástica),
entre otros.
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