Por Horacio Verbitsky
Abrumado por el déficit
de su provincia y las crecientes dificultades para conducirla, el gobernador
de la provincia de Buenos Aires, Carlos Rückauf, está empeñado
en provocar una crisis institucional que fuerce el alejamiento del presidente
Fernando De la Rúa y la convocatoria a elecciones anticipadas,
que hoy confía en ganar dada la buena imagen que aún conserva
y que los tres años restantes de su mandato desgastarían.
Así lo afirmó uno de los principales negociadores del bando
oficial, que habló bajo condición de anonimato. La táctica
de Rückauf es favorecida por la compleja situación interna
de la Alianza, que tal vez haya muerto y nadie se anime a darle la mala
noticia. De la Rúa porque no quiere quedar preso del jefe radical
Raúl Alfonsín, ni del PJ, ni de Domingo Cavallo y cavila
en círculos. El ex vicepresidente Carlos Alvarez porque teme ser
estigmatizado como el responsable del desbarajuste económico en
ciernes, lo cual le impediría constituirse en el rival del ex ministro
de Isabel Perón. Hasta ahora, ni De la Rúa ni Alvarez han
encontrado alguna fórmula que les permita seguir unidos o separarse
sin estrépito. Cuanto más demoren, mayor será el
estrago que les cause el justicialismo, hasta cuyas divisiones resultan
funcionales para acorralar a un gobierno que se aproxima maltrecho a su
primer año. A 28 años del regreso de su líder, sigue
vigente esta descripción: Los peronistas somos como los gatos.
Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero en realidad
nos estamos reproduciendo. Claro que las crías son mutantes
y sólo pueden identificarse con aquel movimiento creado por Juan
D. Perón en la agudización de los instintos que les produce
la cercanía del poder, o su ilusión. Al mismo tiempo, no
es menor la avidez de las distintas fracciones del capital que disputan
sobre la próxima etapa del proceso económico y el nombre
del encargado de conducirla, si el jefe de gabinete de ministros Chrystian
Colombo y el de Economía José Luis Machinea no logran un
acuerdo potable con sus interlocutores justicialistas y son eyectados
con brusquedad del cockpit gubernativo. Para recordar que eso es lo que
está en juego, el ex presidente Carlos Menem reiteró el
viernes su apuesta por la dolarización, que es la de los capitales
extranjeros que adquirieron activos físicos en el último
lustro y temen su desvalorización.
Blues del 89
Las negociaciones de la última semana con los gobernadores reprodujeron
el clima de junio de 1989, cuando delegados de Raúl Alfonsín
y de Menem discutían las condiciones de una entrega anticipada
del poder. Entonces como ahora el radicalismo unificaba personería
y cada vez que creía haber llegado a un acuerdo descubría
que no había elegido bien a su interlocutor. Si cerraba con Alberto
Kohan, esto no obligaba a Eduardo Bauzá. Ceder a los reclamos de
José Luis Manzano sólo estimulaba el apetito del Hermano
Eduardo. Desde La Rioja, Menem se reservaba la última palabra,
y la cambiaba con una facilidad a la que el país aún no
se había habituado. Eso sí, ninguno retrocedía de
ninguna posición ya conquistada, que se convertía en piso
para la próxima exigencia, al rugir de los saqueos. Por lo menos
en una provincia, Santa Fe, quedó demostrado que el justicialismo
los estimulaba, a través del apóstol menemista Antonio El
Trucha Vanrell, mientras pedía al Ejecutivo Nacional que
enviara al Ejército para contenerlos. Menem se reunía de
modo abierto con la conducción castrense, pero al mismo tiempo
sellaba compromisos secretos con el bando carapintada, que quedaron a
la vista cuando Mohamed Alí Seineldín denunció haber
sido traicionado. El objetivo de fondo era aniquilar al radicalismo como
opción futura. Sobre los escombros de aquel gobierno se edificó
la década menemista, con la UCR reducida a la mansa oposición
que fue hasta su acercamiento al Frepaso. Pero aquella confusión
y tumulto tenían un orden secreto. Durante una de las entrevistas
de los delegados de Menem con la conducción del Ejército
antes de la transferencia del poder, Domingo Cavallo alarmó a propios
y ajenos al alabar las virtudes de la hiperinflación. Que
le explote en las manos a Alfonsín. Lo que venga será más
fácil, dijo. ¿A alguien le suenan ese nombre y esa
estrategia del cuanto peor mejor?
El juego de las diferencias
Las similitudes describen el carácter de los protagonistas pero
dicen menos sobre la índole de los hechos. O al menos de los hechos
políticos. Para ello hay que acudir al complementario juego de
las diferencias. Al gobierno de Alfonsín le faltaban seis meses
para cumplir su mandato, el primero de un presidente constitucional en
casi cuatro décadas. El de De la Rúa apenas ha cumplido
once meses. En 1989 existía un actor militar amenazante, hoy no.
Había un presidente electo por una clara mayoría del voto
popular, lo cual cubría con una legitimidad esencial los manoseos
constitucionales de la coyuntura y anticipaba una mayoría legislativa
clara para el nuevo presidente en cuanto asumieran los legisladores elegidos
el mismo 14 de mayo. Desde ese punto de vista, la situación actual
es más parecida a la de febrero de 1990, cuando en medio de la
segunda hiperinflación, Menem sufría el embate del poder
económico, del embajador estadounidense Terence Todman y del cardenal
Raúl Primatesta para incorporar a su gobierno como jefe de gabinete
al candidato al que había batido en elecciones nueve meses antes,
Eduardo Angeloz. Menem había establecido el desguace del Estado
y la privatización de sus partes capitalizando títulos de
la deuda externa como su plan maestro, pero los mercados veían
su puesta en práctica comprometida por los regateos con gremios
y disidentes políticos peronistas, deletreaban el vocablo go-ber-na-bi-li-dad
y reclamaban un pulso más firme. Ahora también De la Rúa
ha anunciado sus opciones estratégicas, como el traslado a las
provincias del torniquete que ya ha dejado exhausta a la Nación
y la extensión a los futuros jubilados del maltrato que ya sufren
como trabajadores activos, pero tampoco consigue que gobernadores y legisladores,
del justicialismo y de la Alianza, y que sindicalistas de distintas denominaciones,
le permitan presentarse ante la mesa examinadora del Fondo Monetario Internacional
con la tarea hecha. Entre aquellos disidentes estaba el licenciado Carlos
Alvarez quien, junto con el radical Federico Storani firmó en junio
de 1990 una declaración anunciando que desconocerían las
entonces sólo anunciadas ventas de ENTel y Aerolíneas Argentinas
e impulsarían su anulación futura.
Ejes
Desde hace dos meses, la Argentina no tiene acceso al mercado internacional
de capitales. Los tenedores de títulos aborígenes temen
un incumplimiento de los compromisos de pago y se están desprendiendo
de ellos. Esto baja el precio de los papeles (lo cual inhibe cualquier
colocación próxima) y aumenta sus intereses (con lo que
se incrementan los egresos). Actúan como depositantes de
un banco en una corrida financiera, dice un economista del gobierno
que conoció el vendaval del 89. Los organismos financieros
están dispuestos a dar un auxilio preventivo y no un socorro post
mortem como los que recibieron México y Brasil. Ello se debe al
temor por la propagación de la corrida al resto de los denominados
mercados emergentes. Pero impone condiciones de solvencia
fiscal futura que el gobierno no puede garantizar por sí solo.
Requiere también de otros actores políticos, en un marco
en el que además debe tomarse en cuenta la existencia de un gobierno
de coalición, lo cual no tiene precedentes en el país.
Uno de los negociadores oficiales sostiene que los gobernadores justicialistas
se dividen según dos ejes:
Negociador oficial El primero separa a aquellos que tienen necesidades
acuciantes de financiamiento, como Carlos Rückauf o el formoseño
Gildo Insfrán de quienes no las tienen, como los superavitarios
Alberto Rodríguez Saá y Néstor Kirchner. Una situación
intermedia es la del cordobés José De la Sota, a quien Ramón
Mestre entregó una provincia más ordenada que Eduardo Duhalde
a Rückauf. El segundo, opone a la mayoría que no tiene ambiciones
políticas nacionales y a quienes sí las tienen, como Rodríguez
Saá, Kirchner, Rückauf y De la Sota. Los del último
grupo han elegido meter una cuña al interior de la Alianza. Si
antes le pegaban a Machinea, ahora se ensañan con los ministerios
de Trabajo y de Desarrollo Social cuya disolución han pedido o,
dicho de otro modo, con Horacio Viqueira y Graciela Fernández Meijide,
ambos del Frepaso.
Periodista Buena descripción. Pero no sirve para entender
la conducta de Rückauf, que tiene un pavoroso déficit y es
quien más tensa la cuerda de la negociación.
N.O. Es un irresponsable.
P. Es demasiado frío para ese adjetivo. Un audaz, mejor.
N.O. Digamos un audaz.
P. ¿Qué puede conseguir de ese modo?
N.O. Precipitar una crisis institucional y forzar elecciones anticipadas,
que confía en ganar porque en el corto plazo es el mejor posicionado,
mientras que si espera tres años va a tener que lidiar con una
crisis muy desgastante en su provincia.
P. ¿Qué probabilidades de éxito le asigna?
N.O. Muy bajas.
P. Después de una semana de negociaciones los gobernadores
no firmaron. Y sin ajuste provincial no hay blindaje.
N.O. Ya firmaron los ocho de la Alianza y la semana próxima
firmarán por lo menos los ocho justicialistas del Norte que no
pueden respirar si el gobierno nacional no les refinancia sus deudas,
los que ya aceptaron el Brady provincial. El que no firme queda aislado,
y no me imagino a Rückauf gobernando con semejante déficit
y sin respaldo nacional.
P. Si la jugada es tan clara, ¿por qué nadie del gobierno
lo enfrenta?.
N.O. Es una buena pregunta para la que no tengo una respuesta.
¿Cuánta soga
queda?
Los gobernadores entienden que aceptar el congelamiento de sus gastos
primarios por un lustro y el nuevo mecanismo propuesto de distribución
de ingresos (que asigna la tajada mayor del eventual crecimiento a la
Nación) equivaldría a un suicidio político, dado
el clima de sublevación social que se extiende por todo el país
y, sobre todo, en algunas provincias regidas por ellos o sus aliados,
como Salta, Jujuy, Buenos Aires o Neuquén. El gobierno responde
que la catástrofe sería peor si se cortara toda posibilidad
de financiamiento externo. Pero también admite que eso no es evidente.
Dice uno de los hombres clave del equipo económico, que tampoco
desea ser identificado: A diferencia de la hiperinflación,
que se percibía en la vida cotidiana, el riesgo externo actual
no se siente. Lo que se percibe es la recesión, que se atribuye
al gobierno. Sólo cuando empieza el nerviosismo en los mercados
externos se toma conciencia del escaso margen que tiene el país.
Añade que el ajuste provincial, la reducción de las jubilaciones
y la supresión del sistema de reparto son innegociables. Teníamos
otro proyecto previsional y otro proyecto de coparticipación de
impuestos pero el Congreso no los aprobó, las circunstancias externas
se endurecieron y ahora no hay otra alternativa, dice el economista.
A su juicio, el último paquete económico esconde un oasis
keynesiano en medio del desierto neoliberal: es la flexibilización
de la ley de responsabilidad fiscal, que permitirá gastar 2.400
millones de dólares más en 2001, que es el empujón
que necesitamos ahora para salir de la recesión. El mayor rigor
vendrá después, cuando empecemos a crecer.
Periodista Si Buenos Aires es la provincia peor administrada y con
más alto déficit y endeudamiento, ¿cómo se
explica que Rückauf sea el más duro en la negociación?
Hombre Clave del Equipo Económico Me parece que la motivación
es política. Su ministro de Economía Jorge Sarghini ya arregló
todo con nuestros equipos técnicos. No queda un solo punto de discordia.
No habría que descartar que Rückauf esté forzando una
crisis institucional. Otra hipótesis es que le hayan dicho que
el Fondo Monetario Internacional tampoco puede permitirse la caída
de la Argentina, porque precipitaría la de Brasil, y que entonces
es posible estirar algo más la soga. Pero se equivoca, la soga
de la Argentina no tiene un metro más.
P. La soga que no tiene un metro más es la de ustedes en
el equipo económico. La de los países siempre tiene un metro
más.
HCEE Eso es cierto. Pero si nos vamos nosotros viene alguien como
Ricardo López Murphy, que ni siquiera cree que valga la pena el
oasis keynesiano, con lo cual hay menos soga todavía.
P. No es la única opción.
HCEE ¿Cuál otra hay?
P. Pensando en de De la Rúa, que es quien decide, están
la opción del corazón: Adalberto Rodríguez Giavarini,
y la del cerebro: Domingo Felipe Cavallo.
HCEE Si pensáramos que Cavallo inspira más confianza
que nosotros, lo cual es probable.
P. Es seguro.
HCEE Efectivamente podría conseguir algún metro más
de soga.
P. Cavallo ha sido ministro del gobierno de Rückauf y su aliado
en la provincia de Buenos Aires. ¿No será esa su jugada?
HCEE Tampoco se puede descartar.
P. Si es así, les va a seguir jugando duro y les puede pudrir
toda la negociación.
HCEE Sólo si Reutemann y De la Sota le regalaran el centro
de la escena. Con sus ministros de Economía también tenemos
todo cerrado, salvo dos pequeños detalles que no son problemáticos.
P. ¿Cuáles?
HCEE Tienen un par de programas de reforma del Estado con el BID
y el BIRF, que exigen una contraparte de inversión local. Lo que
necesitan es que no computemos eso como gasto público. No hay ningún
problema, porque los propios bancos lo aceptan así.
Demasiado simple. El Hombre Clave ni siquiera parece haber advertido que
cuando el gobierno haya superado la escala de los mandatarios provinciales,
se topará con Humberto Roggero en la Cámara de Diputados
y después con José Luis Gioja en el Senado. Cada uno de
ellos le impartirá una nueva lección del temible modo
peronista de negociación, que el radicalismo parece incapaz
de dominar. (En la provincia de Buenos Aires, Rückauf y su vice Felipe
Solá se lo aplicaron para endurecer las condiciones de excarcelación,
lo cual ha convertido a las cárceles y comisarías bonaerenses
en bombas de tiempo a punto de estallar). Aun antes de firmar el acuerdo
los gobernadores ya consiguieron arrancarle al gobierno el manejo de 225
millones de pesos en el año electoral 2001. Aunque su discurso
sea de conmovedora sensibilidad social y se firmen compromisos de fiscalización
por el poder central, es obvio que desviarán para otros fines una
parte sustantiva de esos recursos. Desarrollo Social imagina su respuesta
canalizando aquellos fondos que sigan bajo su órbita a través
de la Federación de Municipios, que congrega a 300 de los 1900
intendentes del país. Entre ellos el jefe peronista de La Plata,
Julio Alak, el Frepasista de Rosario Hermes Binner y el radical marplatense
Elio Aprile. Nadie parece preguntarse qué tienen que ver estas
cosas con las desesperantes necesidades populares, ostensibles en cada
piquete, poblado de rostros y actitudes más afines con el medioevo
que con el tercer milenio de la era cristiana, por decirlo de algún
modo premoderno.
Frepaso y después
El empecinado silencio del licenciado Alvarez no obedece tanto a la confusión
como a la certeza. El ex vicepresidente entiende que tanto el establishment
económico como el justicialismo han decidido satanizarlo y convertirlo
en un fantasma como lo que quedó de Alfonsín, cuya consideración
pública sólo remontó luego del accidente que puso
en peligro su vida en junio de 1999. Por eso Alvarez se morderá
la lengua todas las veces que sea necesario para que el estallido posible
no pueda serle atribuido. Hasta es probable que haga algún gesto
en favor del paquete económico, pero sólo en privado.
Darío Alessandro retiene la presidencia del bloque, a favor del
reconocimiento de los integrantes a su calidad personal. Pero no podría
decirse que conduzca algo. En su defecto, quien está tratando de
preservar la unidad del Frepaso con la ilusión de que Alvarez aún
podría volver a ser el de julio de 1997, antes de la creación
de la Alianza, es el vicepresidente de la bancada, el tucumano José
Vitar, quien ha heredado el peligroso rol de oyente de los soliloquios
del jefe, que antes ocupó Alberto Flamarique. En alguna situación
extrema, en la que los políticos no pudieran asomarse a la calle,
Alvarez podría resurgir cual Ave Fénix Chávez. Por
ahora parece haber llegado a una situación límite y oscila
entre proyectos contradictorios, tan indeciso como su ex compañero
de binomio presidencial. Luego de su renuncia a la vicepresidencia pensó
en crear la ONG Movimiento de Participación, con estudiantes
y graduados universitarios, fantasía ahumada por los neumáticos
en llamas de los piquetes de La Matanza, conducidos por el concejal del
Frepaso Luis D Elía. Al regresar de unas breves vacaciones
en Brasil, meditó romper en forma definitiva la Alianza y pasar
de modo abierto a la oposición. Desde esta semana analiza la posibilidad
de alejarse del Frepaso, de la política y del país, y emprender
un viaje de estudios al exterior, como ya hicieron José Luis Manzano
y José Bordón. Esta prolongada indefinición ha complicado
en forma extrema al Frepaso, cuyo alejamiento de la Alianza es un hecho
independiente de la voluntad de Alvarez. De los 34 diputados del bloque,
diez han anunciado que no votarán el presupuesto e invitado a construir
otro modelo económico y social, que cambie los protagonistas
de la política poniendo las acciones del gobierno al servicio de
cada compatriota sin subordinarnos a la especulación financiera
internacional y a los lobbistas internos de todo color y tamaño.
A ellos deben sumarse por lo menos los cuatro socialistas democráticos
que fueron los primeros en tomar distancia del nuevo paquete económico.
Partido por la mitad, el bloque disidente también podría
arrastrar a algunos radicales. El 10 de diciembre podría sesionar
el Congreso Nacional del Frente Grande, y ése sería el momento
de las decisiones.
Por ahora los disidentes no han acordado una línea única
de acción. Algunos, como Jorge Giles y Elsa Quiroz, se identifican
con la Central de Trabajadores Argentinos, que ayer concluyó en
la Facultad de Derecho de Buenos Aires su Tercer Encuentro Nacional por
un nuevo Pensamiento, dedicado este año a un tema tan significativo
como Movimiento Social y Representación Política.
Allí se resolvió impulsar un Movimiento por la Consulta
Popular Sobre el Seguro de Desempleo de 380 pesos mensuales para todos
los jefes de fami-
lia desocupados y la asignación de 60 pesos por hijo. Otros alientan
el surgimiento de nuevas líneas internas, como Alicia Castro y
Eduardo Jozami, que también llamarán Movimiento
a la suya, de inminente presentación pública. La sindicalista
de los aeronavegantes, que integra la CGT/MTA, sostiene además
encuentros semanales con la jus-
ticialista Cristina Fernández de Kirchner y la radical Elisa Carrió,
versión con faldas de los encuentros del Molino de los que surgió
la Alianza. La diputada chaqueña vaticinó a mediados de
año el incendio del interior y una inevitable crisis de gobernabilidad
si no se enmendaban las políticas en curso. Tal vez por ello goza
de una consideración pública superior a la de cualquier
otro integrante de la UCR y el Frepaso y también abriga ensueños
de liderazgo después del diluvio.
El cuadro de la Alianza y dentro de ella el del Frepaso no estaría
completo sin incluir a Aníbal Ibarra, quien ha cuestionado tanto
a De la Rúa cuanto a Alvarez. El jefe de gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires reafirmó posiciones progresistas
en contraste con De la Rúa, y reprochó a Alvarez su condena
a la política in toto. Ha hecho saber que si el ex vicepresidente
rompe la Alianza no lo seguirá. Puede parecer una paradoja que
el más próximo a De la Rúa de todos los dirigentes
del Frepaso cultive al mismo tiempo las mejores relaciones con los disidentes
que propugnan la ruptura. A los 42 años, Ibarra debe gestionar
la ciudad más poblada del país, pero no tiene apuro personal
ni subordinaciones políticas. Contra la opinión de Alvarez
cuando éste aún no había perdido el habla, designó
a Jozami en la Comisión Municipal de la Vivienda y la semana pasada
escandalizó al lobby de constructores y arquitectos al anunciar
que en vez de alimentar la especulación inmobiliaria los terrenos
de la Villa 31 de Retiro se reservarían para la construcción
de viviendas dignas que comprarán con facilidades quienes viven
allí desde hace décadas. Pese a todo, además de necesaria
otra política sigue pareciendo posible.
|