Por Sergio Moreno
y Claudio Scaletta
La sonrisa como esculpida a
cincel en su rostro aparece sólo en dos oportunidades, cuando abre
la puerta de su despacho y cuando tiende la mano para despedirse. Mientras
el grabador cumple su función, no se ríe, el tajo de su
boca se amolda al gesto reconcentrado, encendido por momentos, de todo
él. Domingo Cavallo no habla como el resto de los mortales. Domingo
Cavallo categoriza, afirma, desdeña, acusa, sugiere, da consejos.
No acepta que pudo haber cometido algún error. De hecho, no reconoce
responsabilidad alguna en la crisis económica. Todo lo contrario.
Dice que estamos así, entre otros factores, porque se dio marcha
atrás con algunas reformas que estaba implementando cuando era
ministro de Carlos Menem. Dice, también, que está dispuesto
a ayudar, no al Gobierno, sino a la gente, con sus ideas,
por más que las ofrezca al Gobierno. Pero aclara, como intuyendo
que eso se cree de él: No estoy buscando conchabo en el Gobierno.
El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, dijo que la actitud de los
gobernadores peronistas en la negociación con el Gobierno era algo
así como tomar café sobre la cubierta del Titanic.
¿Comparte este diagnóstico?
Es importante que haya un acuerdo para proyectar austeridad, en
el gobierno nacional y también en los gobiernos provinciales y
municipales, para que Argentina siga siendo un país creíble
y que recuperemos lo que hemos perdido en los últimos años,
que es el crecimiento económico. Y en ese contexto se pueda avanzar
hacia la solución de los problemas sociales, con uso mucho más
eficiente de los recursos. Creo que es muy importante un acuerdo, pero
no lo pondría en términos de que, si no, viene una catástrofe.
Lo mejor es reconocer que en un clima de austeridad del sector público
se van a abrir oportunidades de inversión para volver a crecer.
¿Qué cree que está sucediendo con la percepción
de los inversores que siguen mostrando grandes resquemores?
Aquella gente que decide si pone sus ahorros al servicio de la economía
argentina, y sobre todo los que tienen que tomar decisiones de mediano
y largo plazo, hace ya varios años que se sienten desalentados.
Por eso ha ido declinando la inversión real en la Argentina, se
ha producido un estancamiento de la productividad, que es la enfermedad
fundamental que tenemos en nuestra economía. Creo que para revertir
esa situación es muy importante que el PEN, y también las
provincias, municipios y los legislativos demuestren que van a ser austeros
y eficientes en el manejo de los recursos públicos para crear el
clima que permita que renazca el espíritu inversor del sector privado.
El Gobierno durante de este año consiguió reducir
el déficit en 3000 millones mediante medidas en la línea
de lo que el mercado reclamaba.
Lo importante es la percepción de quienes tienen que comprometerse
a mediano y largo plazo con la Argentina de qué pasa con el déficit
estructural del país. Lo que pase con el déficit en un trimestre
o en un año no es algo tan importante. Lo importante es lo permanente.
Argentina será capaz de tener un sistema tributario y de recaudar
los impuestos de tal forma que sin ahogar a la iniciativa privada y al
sector productivo alcancen los recursos para financiar los gastos del
Estado a un nivel adecuado. Y, además, esos recursos van a ser
suficientes para que se presten buenos servicios sociales. Ese es el tema
que uno tiene que evaluar. Para saber si vamos en esa dirección
hay que fijarse cómo se van diseñando las instituciones
permanentes. No sólo las políticas, sino en este caso las
económicas y sociales.
¿Este gobierno no lo ha hecho?
En un tema como el previsional, por ejemplo, los anuncios de la
semana pasada son importantes. Lamentablemente han quedado oscurecidos
por en mi opinión dos errores que el Gobierno cometió.
Uno, el meter el tema dela edad de la mujer, que era absolutamente innecesario.
Se podía dejar perfectamente la edad de retiro de la mujer en los
60 años.
¿Por qué sucede esto, es una demanda de las AFJP?
No. Es un error que se cometió porque se calculó el
costo fiscal de asegurar la jubilación mínima de 300 pesos
a todos los jubilados cualquiera sea su edad. Entonces se pensó
que si las mujeres se retiran a los 60 años, como van a tener una
esperanza de vida muy larga, aun cuando hayan acumulado una cierta cantidad
de fondos en sus cuentas van a tener una jubilación baja y para
llegar a 300 pesos va a haber que incurrir en un costo fiscal muy elevado.
En todo caso, evitar ese costo fiscal se hubiera resuelto diciendo que
la jubilación mínima de 300 pesos se asegura desde los 65
años en adelante. Pero no se impide que una mujer que siente que
a los 60 años tiene que jubilarse pueda hacerlo a partir de los
60 años, cobre lo que le corresponde según los fondos que
tiene acumulados en su cuenta, y si esa jubilación es menor a 300
pesos, ese importe lo empiece a recibir desde los 65 años. Yo le
diría más. Una vez que todo el mundo tenga su cuenta de
capitalización individual habría que darles libertad para
elegir el momento del retiro a todas las personas. En todo caso, el límite
de edad hay que fijarlo para establecer a partir de cuándo se tiene
derecho al complemento que lleva la jubilación al mínimo
de 300 pesos o el que se establezca. Pero removiendo este tema de la edad
de la mujer, los demás aspectos apuntan a darle al sistema una
mayor equidad. Es cierto que se elimina la Prestación Básica
Universal, pero se crea la jubilación mínima para todos
los que al momento de jubilarse no alcancen a tener fondos como para respaldar
una jubilación de 300 pesos. Que incluso ese mínimo en el
futuro podría ser aumentado. Y obviamente, si hay recursos disponibles
lo más probable es que se aumente el mínimo. Y eso es equitativo,
porque significa usar los fondos del presupuesto para aumentar la mínima
en lugar de darle una cifra igual a todo el mundo.
Pero abolido el sistema público, ¿el Estado tendrá
capacidad de decidir cuál es la jubilación mínima?
Por supuesto, porque los recursos presupuestarios que el Estado
seguirá manejando los va a destinar a complementar las jubilaciones
que estén por debajo del mínimo. Y la política redistributiva
del Estado a favor de los jubilados se va a materializar beneficiando
a los que están en el escalón más bajo. Además,
la eliminación de la PBU se hace para poder asegurar una jubilación
o una pensión graciable a todos aquellos ciudadanos que lleguen
a los 65 años y no tengan derecho a ninguna jubilación,
porque no han hecho los aportes, etc. Entonces, el Gobierno no debería
presentar esta reforma como una imposición de los organismos de
crédito, porque creo que además no lo es. Creo que el diseño
de esta reforma fue hecha en el Ministerio de Economía y yo me
atrevería decir que por Pablo Gerchunoff. El error que está
cometiendo el Gobierno es hacerle creer a la gente que una reforma, que
va en la dirección correcta, es una imposición de los organismos
multilaterales de crédito, cuando en la práctica es una
idea que se venía manejando en el Ministerio de Economía.
¿Debería salir por decreto o ser aprobada por el Congreso?
Los diputados de la Alianza deberían trabajar para asegurarle
al Gobierno la aprobación de esta ley. Ahora, si ellos le dicen
al Gobierno no le vamos a aprobar esta ley, obviamente lo
están obligando a que la saquen por decreto. A mí me gustaría
que saliera por ley, porque eso va a dar mayor seguridad jurídica
a todos los jubilados y a todo el mundo.
Lo concreto es que todos los diputados del Frepaso se oponen, al
igual que muchos del radicalismo.
El Gobierno no ha hecho el ejercicio de discusión interna
que sobre estos temas debería haber hecho. Creo que tienen que
explicarles a sus propios diputados que no es una imposición del
FMI, sino una reforma en la que ha venido trabajando Pablo Gerchunof.
Y además, dejando del lado eltema de la edad de la mujer, todos
los demás aspectos conforman un perfeccionamiento del sistema jubilatorio
en la dirección de la equidad.
¿La falta de confianza es resultado de que no hay crecimiento
o se debe también a factores políticos?
Obviamente hay una falta de confianza básica, que viene de
muchos años atrás, y que tiene que ver con primero
la disminución del ritmo de crecimiento, la recesión y últimamente
la sensación de que estamos en depresión económica.
Esa es la causa fundamental de la desconfianza, por eso se pararon las
inversiones. Pero además se suma el clima de incertidumbre política
de los últimos meses. Eso hace que la desconfianza básica
de los inversores en algún momento se transforme en histeria financiera.
Es decir que ya nadie quiere comprar un bono argentino, como pasaba hasta
el jueves de la semana anterior. Pero nuestro problema no es curar la
histeria financiera. La confianza en Argentina va a renacer cuando seamos
capaces de explicar que hemos encontrado el remedio a esa enfermedad que
es la depresión económica.
Usted hizo gestiones por el Gobierno, apoyó las últimas
medidas, se fotografió con Machinea, se reunió con Alfonsín,
mandó a sus diputados a votar las medidas del Gobierno. ¿Por
qué lo hace?
Porque siento responsabilidad por la solución de los problemas
de nuestro país. No es cuestión de aparecer apoyando u oponiéndose
al Gobierno. Lo que uno tiene que hacer en momentos difíciles es
contribuir a que los problemas se resuelvan. Esa es mi responsabilidad
como dirigente.
Si se le solicitara que su contribución fuera desde dentro
del Gobierno, ¿usted también estaría dispuesto a
hacerlo?
Mire, yo no me lo planteo al tema. No soy una persona que está
buscando un conchabo en el Gobierno. Yo soy un dirigente político
que tengo mi rol como presidente de un partido.
Pero hasta no hace mucho se hablaba de su ingreso al Gobierno. Lo
decían los propios funcionarios de la Alianza.
A mí eso no me consta. A mí me consta que en su momento
De la Rúa y Chacho Alvarez, juntos, decidieron invitarme como presidente
de Acción por la República a un diálogo político.
Poniéndonos en el mismo lugar en el que pusieron a Alfonsín
y a Menem. Me parece muy bien que el Gobierno nos convoque. Y cuando nos
ha convocado nosotros hemos estado disponibles para ayudar no al Gobierno
sino a la gente para la solución de sus problemas.
Usted pidió elecciones para la vicepresidencia. Supongamos
que se realizasen y que usted gana. ¿Qué haría? ¿Sería
opositor u oficialista?
Propuse llamar a elecciones para vicepresidente y simultáneamente
para el Senado de la Nación. Y dependiendo del momento de la elección,
que también se elija la mitad de Diputados. Lo propuse porque creo
que es la oportunidad de que se defina cuál es la alianza que realmente
respalda la gestión de gobierno, porque ahora no se sabe quién
está apoyando a De la Rúa. Como Alvarez renunció
y no le resulta fácil al Frepaso identificar si está o no
está en el Gobierno, creo que se necesita consultar a la gente
para que se explicite cuáles son las ideas, los planes, los equipos,
y en función de eso la gente decida. Me parece que la Alianza va
a tener que repensar en cómo apoya o no a De la Rúa y va
a tener que elegir un candidato a vicepresidente que simbolice el apoyo
a De la Rúa.
Veo que cree, como ya una vez lo dijo, que usted sería mejor
apoyo de De la Rúa que sus actuales apoyos.
Yo no sería mejor apoyo que Chacho si Chacho apoyara a De
la Rúa y asumiera plenamente la responsabilidad para la que el
pueblo lo eligió.
Eso, ahora, no está ocurriendo.
Claro, pero la excusa que puso Chacho para renunciar es que con
este Senado no podía gobernar. Pues bien: yo propongo que la elección
para vicepresidente, a la que se podría presentar el propio Alvarez,
se hiciera con una renovación completa del Senado y con elección
directa de los senadores. Incluso dije más: si Chacho se presenta,
a lo mejor mi partido lo apoya. Cuando dije que yo me presentaría
de candidato si Chacho no iba, algunos interpretaron que yo me estoy postulando
como candidato de la Alianza. No es así.
¿Por qué apoyaría a Alvarez?
Porque creo que De la Rúa y Alvarez deben completar de aquí
al 2003 el mandato para el que la gente los votó, con un buen plan
de gobierno. Y yo creo que nuestro apoyo les ayudaría a formular
un plan de gobierno.
O sea que ellos ponen los hombres y usted el programa.
No, creo que los podemos ayudar a tener un mejor plan que el que
han puesto en marcha hasta este momento. Yo no digo que les vamos a escribir
el programa, pero sí los podemos ayudar a que tengan un mejor diagnóstico
y mejores ideas respecto de cómo resolver los problemas.
¿Dónde falla el diagnóstico del Gobierno?
Fallaron en materia económica al no detectar que el problema
era el cerramiento de oportunidades de inversión, que se dio a
lo largo de los 3 o 4 últimos años y que su factor fundamental
tenía que ver con aumentos de impuestos y con la falta de clarificación
de las reglas de juego y de las regulaciones de la economía. Al
considerar que el problema era puramente de déficit, se descargaron
con un impuestazo que abortó una recuperación que era lenta
pero estaba sucediendo. Además erraron el diagnóstico en
materia social. El grueso de los recursos en materia social lo tienen
las provincias. Las reformas, entonces, hay que aplicarlas fundamentalmente
en las provincias, como lo tenía muy en claro Juan Llach.
Cualquier tipo de reformulación en las provincias requiere
del consenso con los gobiernos locales. El gobierno nacional negocia con
los provinciales por el paquete de medidas, hasta ahora, sin resultados...
Si la discusión se plantea sólo en términos
de ajustes fiscales para determinados trimestres y no alrededor de ideas
sobre nuevas instituciones, nuevas reglas de juego para el mediano y largo
plazo y de solución sostenible de los problemas, obviamente que
es difícil avanzar hacia los acuerdos. Por eso, creo que las negociaciones
con las provincias y dentro del bloque de la Alianza deben darse a partir
de una explicación convincente de que todo esto se hace no por
imposición del Fondo ni de los organismos de crédito, sino
porque de esta forma se van a resolver los problemas económicos
y sociales de la Argentina.
En esta semana de discusión, ¿habló con los
gobernadores peronistas?
Hablé por teléfono con Ruckauf y con Reutemann antes
de que iniciaran las conversaciones. Me encontré con Reutemann
el domingo pasado y conversamos un ratito. Al día siguiente, antes
de que se reunieran en el CFI, hablamos por teléfono. Y hoy (por
el viernes pasado), hablé con De la Sota porque me pareció
útil decirle que el manejo de Córdoba en el último
año es un buen ejemplo de cómo, si uno proyecta una imagen
de austeridad y crea incentivos o alicientes para la inversión
privada, se puede crear un mejor estado de ánimo, como el que hay
en Córdoba.
(N. de la R.: este reportaje fue realizado el viernes a las 19. Según
confiaron fuentes del peronismo cordobés a Página/12 ese
día, Cavallo le trasladó a De la Sota que en el Departamento
del Tesoro norteamericano creían que era imperioso firmar el acuerdo.
De lo contrario, se caería el blindaje ofrecido por los organismos
internacionales de crédito.)
¿Los gobernadores deben acordar ya con el Gobierno o pueden
seguir dilatando su decisión?
Ellos son dirigentes de mucha trayectoria y saben lo que deben hacer.
Yo no les voy a andar diciendo qué es lo que tiene que hacer. Les
pudo dar mi opinión: y es que juntos, nación, provincias,
municipios, tenemos que proyectar una imagen de austeridad, no sólo
presente sino hacia el futuro. Pero también debemos abrir la mayor
cantidad de oportunidades de inversión y lograr que haya apuestas
de crecimiento de los argentinos y de los extranjeros. Confianza en el
futuro del país.
¿No se siente responsable de la situación económica,
de la crisis?
No. Yo me siento responsable como dirigente de hacer lo posible
para salir de la crisis económica. Esta crisis se debe precisamente
a que se revirtieron políticas que yo había puesto en marcha.
Cuando yo era ministro había mucha inversión y crecimiento.
Pero el aumento de los impuestos y la confusión sobre las regulaciones
presentes y futuras que marcan la nueva inversión, empezaron cuando
dejé el ministerio. Por eso empezó a bajar el ritmo de crecimiento.
No sólo que no soy responsable sino que yo anuncié que íbamos
a una disminución del ritmo de crecimiento y posiblemente a una
recesión. Vengo sosteniendo desde que era ministro que las reformas
económicas no son suficientes: se necesitan reformas sociales que
no se hicieron. El problema que tenemos no se debe a las pocas reformas
económicas que se hicieron en la primera mitad de los 90,
se deben a las muchas reformas sociales que nunca se hicieron y que siguen
manteniendo a la Argentina con instituciones económicas y sociales
perversas, que significan ineficiencia e injusticia.
La deuda externa
Por S.M. y C.S.
Considerando la significación que
está tomando dentro del presupuesto, ¿la deuda externa
se puede pagar sin renegociarla?
La deuda externa y la deuda interna, la deuda pública,
es un tema del que no habría que hablar. Primero, porque
comparativamente con otros países no es grave, como porcentaje
del producto o como cualquier indicador que uno tome. Segundo, la
carga de esa deuda, si nosotros inspirásemos confianza, sería
la mitad que la actual, porque las tasas de interés podrían
ser la mitad de las actuales. Los países que tienen altas
deudas, como por ejemplo Italia y todos los europeos, hoy no sienten
el peso de esa deuda porque las tasas de interés que pagan
son muy bajas. Italia paga desde que entró al Euro 4 por
ciento y antes pagaba 12 o 14 por ciento. Nosotros tenemos que manejar
nuestra política para en vez de pagar 12 o 15, en un determinado
momento paguemos 7 o 9, que es lo que está pagando México
¿Por qué México va a pagar esas tasas y nosotros
tenemos que pagar tasas mucho más altas? Simplemente porque
no estamos inspirando confianza. Vamos a ser creíbles fundamentalmente
cuando volvamos a crecer. El gran interrogante sobre la Argentina
no tiene que ver con la deuda o con el déficit, tiene que
ver con el crecimiento. Nos ven como un país estancado.
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El
dólar y el peso
Por
S.M. y C.S.
¿Existe alguna
manera de salir de la convertibilidad, se puede o se debe salir?
Creo que hay que salir del estancamiento de la productividad en
la Argentina. ¿Cómo vamos a resignarnos a que la productividad
de nuestra economía sea inferior a la de Estados Unidos? No podemos
resignarnos a una calidad de vida como si fuésemos un país
de baja productividad. Nosotros tenemos que encontrar la forma de que
la productividad en la Argentina crezca a un ritmo mayor que en los Estados
Unidos.
¿Pero cómo nos protegemos, por ejemplo, de las devaluaciones
de nuestros vecinos o de otros competidores internacionales?
Ese, en todo caso, es un problema de los exportadores y un desafío
que ellos tienen de aumentar su competitividad. Y nosotros tenemos que
ayudarlos no cobrándoles impuestos exagerados, eliminando regulaciones.
Pero no tiene sentido que un país aliente sus exportaciones empobreciendo
a todos los trabajadores. En definitiva echar mano a la devaluación
en un país que usó y abusó tanto de este mecanismo,
es tratar de mejorar las exportaciones bajando los salarios reales de
los trabajadores.
¿Puede existir la alternativa de una convertibilidad respecto
a una canasta de monedas?
No, la convertibilidad es una propiedad de la moneda. Conservar
la convertibilidad es fundamental, porque los argentinos la conquistaron.
La conquistaron cuando repudiaron a las distintas versiones de la moneda
argentina que fueron usadas abusivamente por los bancos centrales y los
gobiernos para cobrarles a los argentinos el impuesto inflacionario y
distribuir arbitrariamente la riqueza. No se puede pensar en un sistema
monetario que le quite a la gente la posibilidad de elegir la moneda.
Cuando la moneda argentina tienda a ser más valiosa que el dólar,
cosa que va a ocurrir, en ese momento la moneda argentina va a flotar,
pero no para devaluarse sino para revaluarse frente al dólar. Y
en ese momento las tasas de interés de largo plazo en pesos argentinos
van a ser más bajas que en dólares. Pero cuánto tiempo
pasará, eso no lo puedo decir, no menos de 5 o 10 años.
¿Qué opinión le merecen las propuestas de dolarización?
Sería volver a los años anteriores a la convertibilidad,
cuando teníamos una economía dolarizada de hecho, porque
nadie quería utilizar el austral. Si hemos sido capaces de tener
una moneda que la gente usa porque le inspira confianza, qué sentido
tiene que ahora la borremos del mapa.
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