Por Julio Nudler
El fracaso de la estrategia
fiscalista aunque con ausencia de mejoras en la administración
tributaria que vino aplicando el equipo económico durante
su gestión de once meses desembocó en una encrucijada tal
que, ahora, ni la Nación ni las provincias pueden escapar de un
nuevo ajuste fiscal, como condición para recibir el respaldo financiero
del FMI, Estados Unidos y otras fuentes, que a su vez le permitiría
al país reiniciar la colocación de bonos de deuda en el
exterior. De esta reapertura del acceso a los mercados depende tanto la
Nación, para poder cumplir el año próximo con los
vencimientos y los servicios de su deuda, como las provincias que refinancian
sus obligaciones mediante fondos que consigue el fisco nacional. Aun las
grandes, que no llegaron todavía a este extremo, sufren en
particular Buenos Aires un ahogo financiero que, según confía
el gobierno nacional, las forzará a firmar el pacto que ya suscribieron
anteayer los distritos radicales y la Capital Federal.
Según el escenario oficial, este año la Argentina habrá
producido bienes y servicios, el denominado PBI, por 286.163 millones
de pesos, creciendo así 1,2 por ciento sobre 1999. Entretanto,
la deuda del Estado nacional llega a los 129.577 millones de dólares,
con un aumento del 6,3 por ciento sobre el cierre de 1999. Este es un
dato central del deterioro de la situación: si la deuda se expande
cinco veces más rápido que el Producto, la perspectiva es
explosiva. De esta manera, el cociente deuda pública nacional/PBI
subió del 43,1 al 45,3 por ciento en un año. Respecto del
futuro inmediato, y ya con los nuevos números elaborados por el
Gobierno, se espera para el 2001 la generación de un Producto de
294.748 millones de pesos, con un aumento nominal del 3,0 por ciento.
La deuda, por su parte, treparía a 137.977 millones, con lo que
se incrementaría un 6,5 por ciento, algo más rápidamente
aún que en el 2000 y todavía duplicando con holgura el crecimiento
de la economía. Llegaría a representar así el 46,8
por ciento del Producto. Lo que se ve a partir de estos números
muy globales es que el PBI del año próximo sería
todavía inferior en un punto al generado en 1998, y que el endeudamiento
seguiría agravándose, aunque a un ritmo notoriamente más
lento.
Según observa el Ieral, de Fundación Mediterránea,
el paquete lanzado el viernes 10 y por cuya imposición sigue peleando
el Gobierno no hace énfasis en cuestiones de crecimiento
o competitividad. Por lógica consecuencia, la nueva
meta de 3 por ciento anual (de crecimiento) para 2001 no es significativa,
siendo esperable que sea la demanda el motor de esa módica expansión.
La secuencia sería: aprobación del paquete (contención
del gasto, sanción del Presupuesto, reforma previsional), obtención
del blindaje financiero (FMI y otros), pronunciada caída
del riesgo-país, mayor ingreso de capitales.
El principal instrumento al que apela el Gobierno para atajar el aumento
de la deuda es la congelación del gasto público primario
(así se denomina cuando no incluye, precisamente, los servicios
de la deuda externa, a los que se excluye de cualquier restricción,
por lo cual, aun inmovilizando el gasto primario, el gasto total podría
crecer). La medida debe incluir tanto a la Nación como a las provincias,
que son una fuente autónoma de gestación de deuda. De hecho,
mientras en el lustro 1996-2000 la economía argentina creció
un ínfimo 5,1 por ciento, el gasto primario de la Nación
se acrecentó un 8,5 por ciento (lo que incluye su reducción
en el 2000), mientras que el de las provincias subía 18,7 por ciento.
Estas quedarán apresadas, en el quinquenio 2001-2005, en una morsa
fiscal, con el gasto primario constante y un sueldo fijo mensual
por coparticipación (que hasta el 2002 inclusive será de
1364 millones para repartir entre todas). Deberán entonces ver
cómo manejan sus ingresos tributarios propios para confluir en
la meta del déficit cero en el 2005.
Todo este esquema deja por lo menos tres dudas planteadas. Una es si sólo
se generará deuda, nacional y provincial, en la medida del déficit,
o seguirá excediéndolo. El nuevo proyecto presupuestario
nacional para 2001reitera este vicio: como resultado de la reciente ley
de Emergencia Económica, la deuda se inflará 2000 millones
más que lo exigido por un déficit calculado en 6400 millones.
Otra duda es si este pacto Nación-provincias, después de
que se firme, será efectivamente cumplido, ya que los anteriores
no se cumplieron. Y, por último, si la evolución de la economía
real (crecimiento, balance de pagos, desempleo) convalidará toda
esta expresión de deseos.
Impuestos y revoluciones
Conviene recordar que la Revolución Francesa estalló
en buena medida- por la reacción popular ante los abusos
de una tributación privatizada, y que también el proceso
de independencia de los Estados Unidos detonó por el intento
de hacer efectivos unos impuestos sobre el té. Este
es el comentario que el último informe mensual de Coyuntura
Económica, elaborado por el departamento de Estudios Económicos
del Banco Provincia, le dedica al proyecto oficial nacional de entregar
a intereses privados la función de recaudar algunos impuestos,
incluyendo tareas de control. En el mismo análisis se opina
que la mención de esos sucesos históricos no
parece ociosa en un país como la Argentina, donde en los
últimos años el afán privatizador no parece
arredrarse ante nada, y en momentos como los actuales, cuando el
orden social resulta afectado de modo tan evidente por una muy comprometida
situación económica.
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