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DIEZ RAZONES PARA EL OPTIMISMO
Una posibilidad más que real

Tras la victoria de ayer, el equipo de Bianchi puede encarar el partido ante el Real Madrid por la Copa Intercontinental con la cabeza despejada. Sin lesionados, motivado, con Riquelme en su mejor momento, este sólido Boca puede ser cautamente optimista.

Por Juan José Panno

1 El peso anímico del triunfo. Boca viaja con la tranquilidad que le da tener medio campeonato local en el bolsillo. La victoria de ayer le permitió ampliar a cinco puntos la ventaja sobre los cordobeses, a cuatro puntos quedó Gimnasia –otra vez segundo solo– y a ocho, con un partido menos, River. Demasiada luz. Un empate o una derrota con los cordobeses hubiera colado a los fantasmas de Independiente y San Lorenzo, los próximos rivales del Apertura, en el avión a Tokio. Talleres era el único equipo, además de Boca, que dependía de sí mismo para salir campeón: si ganaba todos los partidos que le faltaban hasta antes de ayer (Boca y Gimnasia incluidos), se consagraba campeón. Ahora, el único que no depende más que de sí mismo es Boca. Más aliviado el trámite local, ahora se trata de meterse de lleno en la final con los españoles.

2 No hubo lesionados. El cuadro de Bianchi encaró el encuentro con Talleres como lo que realmente era, una final. Y ya se sabe que se incrementa el riesgo de lastimarse cuando se mete a fondo. En la semana, el técnico de River, Américo Gallego, había chicaneado con que los jugadores de Boca iban a pensar en el Real Madrid antes que en Talleres, pero Bianchi también jugó fuerte y en la intimidad les dijo a sus dirigidos que el que no se jugaba la vida contra Talleres se bajaba del avión. La participación de Mauricio Serna, quien había jugado en la semana para Colombia por las eliminatorias, estaba en duda, pero el propio jugador pidió entrar. Boca metió, ganó y no tiene lesionados.

3 La manija de Riquelme. Juan Román Riquelme fue ayer la figura de su equipo. Metió un gol, pudo convertir un par más y dio no menos de cuatro pases de gol. Sus entradas en escena le dieron relieve al juego de su equipo y al partido. En su gol, el primero de Boca, el que dividió al partido en dos, calculó el disparo y puso la pelota exactamente en el blanco pretendido, la ratonera, el huequito más cercano al segundo palo. Los españoles no le van a destinar una marca especial y por lo tanto Riquelme, si está inspirado, puede ser la principal carta ganadora.

4 La resurrección de Córdoba. En el último partido de los boquenses por el campeonato local, el colombiano Córdoba se había deglutido por lo menos dos de los tres goles que había convertido Rosario Central. Ayer fue vital en la victoria de Boca. En el mejor momento de Talleres en el partido (entre los 10 y los 30 minutos del período inicial) tapó dos mano a mano a Rueda, que tenían un fuerte olor a gol, gracias a sus reflejos y al apuro del delantero. Puede ser un golpe duro en la autoestima de Boca si se piensa cómo definirían Raúl o Figo en circunstancias similares a las de Rueda. La gran actuación de Córdoba se redondeó con el saque de arco/pase gol del segundo de Boca.

5 El buen momento del Chelo Delgado. Agrandadísimo, Delgado la sigue rompiendo. La seguidilla de partidos como titular le dio confianza para meter la diagonal, desbordar y tirar el centro, jugar a un toque o pegarle al arco, sin encapricharse con el chanfle. Metió el segundo gol de Boca guapeando entre los dos centrales cordobeses y participó en el inicio y el pase a Riquelme del primer tanto. “Oee, oeoeee, oee, Chelo, Chelo...”, lo despidió la gente cuando fue reemplazado por Guillermo Barros Schelotto.

6 Los cabezazos de Bermúdez. El colombiano metió un cabezazo ofensivo que reventó el travesaño de Cuenca y ganó de arriba en su propia área. Todos saben –el técnico del Real Madrid, Del Bosque, también– de los problemas que se le presentan al equipo de Bianchi en los pelotazos cruzados. Si Bermúdez anda como ayer, no se le va a hacer fácil a Hierro, que cabecea fenómeno.

7 La capacidad de recuperación del equipo. Boca mostró ayer mucha fortaleza anímica en un partido que se le había puesto muy chivo en el primer tiempo. Cuando ajustó las tuercas, después del golazo de Riquelme todo se le hizo más fácil.

8 La capacidad goleadora. Si Boca dependiera exclusivamente de Palermo, ayer hubiera empatado con Talleres. El grandote jugó mal, definió como un principiante en un par de jugadas y mostró al desnudo toda su torpeza. Tan mal jugó que en un momento, después de una de sus tantas fallas, la hinchada boquense coreó su nombre en un rasgo de pura piedad. Ausente sin aviso Palermo, Boca igual hizo dos goles; pero los boquenses lo necesitarán entero el martes 28.

9 La diferencia de motivación. Boca quiere la Intercontinental, sueña con ella porque en la Argentina se le da una gran importancia a esa copa, desde que Racing la ganó en el ‘67. La hinchada xeneize abrió la tarde del domingo cantando “hay que traer de nuevo a la Argentina/ la copa que perdieron las gallinas”, y la cerró del mismo modo. Los hinchas de River, por su parte, están más interesados en el triunfo del Madrid que los propios madridistas. Es que ese partido provoca cierta sensación de fastidio en un plantel que tiene como prioridades el torneo de Liga y la Copa de Campeones. Por supuesto que no van a regalar nada, pero está claro que la diferencia de motivación es notable y ya es sabido cómo influyen estas cuestiones en el fútbol.

10 Bianchi tiene todas las variantes a su disposición. El técnico de Boca designó ayer a 21 jugadores (ver página 5) para viajar a Japón. Se supone que van a jugar los 11 que entraron ayer como titulares, aunque puede ocurrir que lo saque a Delgado, pese a su gran momento, y lo incluya a Guillermo Barros Schelotto. Y también puede ser que ponga a Traverso de 6, corra a Matellán al lateral y saque a Fagiani. Otra posibilidad: que incluya a Gustavo Barros Schelotto, que tiene más experiencia, por Marchant. De acuerdo a cómo se dé el partido, puede darse la posibilidad de que entre Basualdo para retener la pelota o Barijho si se va perdiendo. También sobran variantes en el marco de optimismo con el que Boca encara la última etapa.

 

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