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HOY SALE EL FALLO EN EL CASO DEL ASESINATO DE PRATS
Un oscuro día de justicia

Por primera vez, un tribunal argentino dictará sentencia sobre un crimen cometido por la dictadura chilena. Hoy se sabrá si el agente de la DINA Arancibia Clavel es condenado en el caso Prats.

Por Victoria Ginzberg

Hoy se sabrá si el ex agente de la Dirección Nacional de Inteligencia chilena (DINA) Enrique Lautaro Arancibia Clavel es condenado o absuelto por el asesinato del general chileno Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert. Será la primera sentencia dictada por un tribunal argentino acerca de un crimen cometido por la dictadura de Augusto Pinochet. La semana pasada el acusado escuchó cómo el representante de la familia Prats, el del Estado chileno y la fiscalía pidieron su reclusión perpetua. Después de 26 años, las tres hijas del ex general del Ejército trasandino esperan empezar a obtener justicia.
Los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 6 José Valentín Martínez Sobrino, María del Carmen Roqueta y Horacio Alberto Vaccare, deben expedirse sobre los dos cargos por los que está acusado el ex agente de la policía secreta pinochetista: doble homicidio y asociación ilícita.
Los memos secretos secuestrados en la casa del agente de inteligencia en 1978, cuando fue arrestado por espionaje, son una prueba irrefutable de la pertenencia del acusado al departamento exterior de la DINA. Si los jueces consideran que, aunque fue un organismo “estatal”, la policía secreta pinochetista fue una asociación ilícita destinada a cometer delitos, la culpabilidad de Arancibia Clavel en uno de los cargos está prácticamente asegurada. Pero hay algo que puede truncar este análisis. La defensa, encabezada por el abogado Eduardo Gerome, planteó que esos papeles habían sido utilizados para dictar la prisión preventiva de Arancibia Clavel en 1978 y que, por lo tanto, tenerlos en cuenta en esta causa vulneraría el principio de “cosa juzgada”. Si los magistrados aceptan este razonamiento, las querellas podrían tener problemas, pero tanto Guillermo Jorge -representante de las hijas del general Prats junto a Luis Moreno Ocampo–, como Alejandro Carrió –abogado del Estado chileno– minimizaron los alcances del argumento.
“En este caso se está juzgando otro delito, por lo que no es pertinente plantear que exista cosa juzgada. Los memos usados en 1978 fueron los relacionados con la revelación de secretos militares y ahora se utilizaron los que demuestran que estaba involucrado en secuestros de ciudadanos chilenos en Argentina, en el uso de documentos falsos y otros delitos”, explicaron con palabras casi iguales Carrió y Jorge. En ese caso, el tribunal deberá discriminar, entre los cientos de documentos que tiene en su poder, los que ya fueron citados en la causa por espionaje (en la que Arancibia Clavel fue indultado en 1981).
Si bien a lo largo de las audiencias, que comenzaron el 9 de octubre, quedó comprobada la vinculación entre el acusado y la DINA, los memos secretos de Arancibia Clavel incluidos en este proceso tienen fechas posterior al asesinato de Prats, realizado el 30 de setiembre de 1974 en el barrio de Palermo. La defensa trató de usar este dato a su favor con el argumento de que, aunque el acusado hubiera formado parte de una asociación ilícita, ésta se habría iniciado con posterioridad al homicidio de Prats y por lo tanto no sería materia de juzgamiento en esta causa. Para las querellas, Gerome hizo una errada interpretación jurídica. “La asociación ilícita es una acusación en sí misma e implica a un grupo de personas que se juntan para cometer crímenes indeterminados, por eso se deben tener en cuenta todos los delitos cometidos por Arancibia hasta 1978, cuando fue detenido”, manifestó Carrió.
¿Qué pasa con la participación del acusado en el asesinato de Prats y su mujer? La hipótesis es que el espía chileno ayudó al autor material del hecho: Michael Townley, un ex agente de la DINA y la CIA que vive en Estados Unidos bajo el régimen de testigo protegido. La cooperación consistió en “viabilizar el atentado” (como dijo un testigo) a través de facilitar el apagón que se habría producido en la cuadra del edificiodonde vivían los Prats y en el retiro de la custodia del militar, que estaba a cargo de Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, comandada por el fallecido comisario Juan Carlos Gattei.
Contra esta presunción, la defensa levantó el testimonio que Townley brindó en secreto ante la jueza de instrucción de la causa, María Servini de Cubría. En esa oportunidad el norteamericano aseguró desconocer que Arancibia Clavel hubiera participado del atentado contra Prats.
Las querellas rechazaron la declaración porque suponen que éste quiso favorecer al acusado, con quien mantuvo una estrecha amistad. Por otra parte, consideraron que la organización celular que tenía la DINA permitía que el norteamericano no supiera que el chileno estaba actuando en el mismo hecho. Finalmente, las más importantes refutaciones a la declaración de Townley son los testigos que involucran a Arancibia Clavel en el homicidio. Entre ellos están Eugene Propper, fiscal norteamericano que condujo la investigación del crimen del ex canciller chileno Orlando Letelier; el agente del FBI Robert Scherrer y Alfonso Morata Salmerón, un anticomunista y anticastrista de contactos no todo confesos con la DINA.
Durante todas las audiencias, sin excepción, la defensa intentó probar que Arancibia Clavel no estaba en Buenos Aires a fines de setiembre de 1974, cuando se concretó el atentado. Para eso, citó a varios de sus familiares y amigos, que aseguraron haber almorzado con él el 30 de setiembre en Santiago de Chile, algunas horas después de que estallara por los aires el auto donde estaban Prats y su mujer. Pero la presencia del agente de la DINA en su país en ese momento no probaría nada. Sí es relevante saber si el acusado estaba instalado en Buenos Aires desde un tiempo antes del crimen, lo que le habría permitido usar sus contactos para allanar el camino de Townley. Este punto hizo que se presentara en la sala de audiencias un ex bailarín del teatro de revistas de Susana Giménez que convivió con Arancibia Clavel. Se trata de Hugo “Adrián” Zambelli, que por querer ayudar al acusado terminó querellado por falso testimonio. Durante la audiencia en el juicio oral, Zambelli se contradijo con sus anteriores declaraciones, donde había asegurado que conoció a Arancibia Clavel –bajo el nombre de Luis Felipe– en el año ‘74. Frente a los jueces Vaccare, Martínez Sobrino y Roqueta, en cambio, dijo que no frecuentó a quien luego supo que era agente de la DINA hasta un año después. Pero el coreógrafo Salvador Estévez reconoció que a través de Zambelli alternó con Arancibia Clavel en el año ‘74, mientras en el teatro Astros se exhibía La revista de oro. Además, Manuel Edgardo Hernández Anguita, el representante oficial del Banco del Estado de Chile en Buenos Aires (donde el acusado tuvo un puesto “pantalla”), señaló que Arancibia Clavel se instaló en Buenos Aires a mediados de 1974, aunque su “nombramiento” no salió hasta octubre de ese año.
Hoy, después de que los jueces le pregunten al acusado si quiere hacer uso de la palabra, se sabrá el veredicto. No pueden quedar dudas de que Arancibia Clavel era, como consta en uno de sus memos, el “jefe de información clandestina” de la DINA en Buenos Aires. No parece creíble que ese hombre no colaborara de manera decisiva en la planificación y materialización de uno de los asesinatos más importantes para la dictadura chilena. Pero aun con Arancibia Clavel condenado faltará para hacer justicia plena en el asesinato de Prats. Como dijo durante su alegato Moreno Ocampo, se está juzgando “un engranaje de la asociación que cometió este crimen”. Mientras, el autor material no puede ser condenado y Servini de Cubría espera una respuesta de Chile para saber si Argentina podrá juzgar a quienes dieron la orden, entre ellos al jefe de la DINA, Manuel Contreras, y al dictador Augusto Pinochet.

 

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