Por
Juan Castro
Si
tiene que elegir entre tener un programa deportivo y uno periodístico
que tenga que ver con la actualidad, ¿qué elige?
¡El segundo!
¿No el de música clásica, ni el de tango, ni
el de arte?
El periodístico tiene que ver con la actualidad y si lo hiciera
totalmente como quiero tendría de todo. Los programas en general
son muy sectoriales, y yo soy una persona de curiosidades múltiples
que se siente como pez en el agua en aquello que me permite saltar de
un tema a otro, con naturalidad, aunque sea para curiosear. Entonces la
actualidad me permite de hecho estar en el deporte, armar una cosa muy
linda de Cortázar con un poema con un Cronopio de él que
se llama La gota, hemos ido con un fragmento de ópera
a una pausa y hemos hecho una entrevista o una mención a gente
que tiene que ver con la cultura.
¿Cuesta levantarse para estar a las 7 de la mañana
en el canal?
No, prueba superada, está todo bien. Como me gusta lo que
voy a hacer pego un salto, no me he quedado morrongueando
como dice mi mujer. Aunque hay días que me siento muy cansado.
Un día como hoy las noticias pasaban por los piquetes, los
cortes de ruta, las diferencias del gobierno. ¿Eso lo cansa?
No. Me cansa no estar lúcido y ver que no me sale nada, que
todo lo presento convencionalmente, que lo que estoy haciendo lo podría
hacer cualquier persona que estuviera pasando frente a ATC. Cuando te
sentís así te sentís muy mal, te habrá pasado
porque vos también haces una tarea creativa. El camino trillado,
la obviedad, es algo que mi cabeza me la denuncia inmediatamente aunque
no siempre puedo luchar contra eso.
¿Cómo es tenerlo a Alfonsín en la mesa de Desayuno
cuando en algún momento estuvo desencantado con Alfonsín?
Porque a la vuelta de los años me di cuenta que mi desengaño
no tenía que estar dirigido a Alfonsín sino a la sociedad
que Alfonsín quiso manejar de acuerdo a convicciones que comparto.
Quiso estar afuera de todo corporativismo: tuvo que pelear contra la Iglesia,
los militares, los sindicatos, y una sociedad muy esperanzada en que le
den salvaciones y no trabajar por soluciones. El desencanto se fue disipando
antes de la aparición de Alfonsín en la mesa de Desayuno,
pero después se fortaleció con que le creo, con que me parece
que es un hombre que hace un gran esfuerzo por ser honesto y que esto
es una moneda poco frecuente en el mundo de la política de hoy.
También me provocó una gran admiración cuando apareció
por primera vez en el programa. Le dije: Doctor, hay muchas cosas
en juego muy serias, yo no quiero que por una pregunta imprudente generar
una situación... y él me respondió: usted
pregunte lo que quiera de lo que quiera. Y efectivamente preguntando
lo que quisiera surgieron de cada programa situaciones en las cuales él
siempre dijo cosas que los medios recogieron. Hace poco llamó a
la producción él es muy amigo del productor del programa,
Eduardo Metzger y pidió si podíamos soslayar el tema
Santibañes. Se ve que había un pedido muy puntual que le
habían hecho. Como ya me había acostumbrado a que el diálogo
era abierto, decidí que él hiciera ese día una columna
sin preguntas, que tomara todo lo que había en el medio, entonces
él sería el responsable de omitir o incluir lo que él
quisiera. Me parece una persona sencillamente extraordinaria, un capital
inmenso, pero solitario.
¿Qué le pasa al gobierno de la Alianza que cuando
Alfonsín habla de Santibañes, o de la Convertibilidad o
de la deuda externa, parece que habla el Presidente de la Nación,
por las reacciones me refiero?
Las reacciones son absurdas, desencantadoras, le responden hasta
lo que no ha dicho. Para cualquier persona de mínima inteligencia
estaba claro que Alfonsín no dijo en el programa de Mirta Legrand
que no quería pagar la deuda externa, y mucho menos que no había
que pagarla. Muyrápidamente los medios y los economistas reaccionaron
mintiendo y sobredimensionando porque también en la parte política
he descubierto que existe el amarillismo que yo detecto con más
facilidad en el mundo del periodismo deportivo. Pienso que algunos medios
están tremendamente preocupados de lo que puedan decir los economistas
en el exterior porque ellos también tienen algunos intereses que
los hacen estar particularmente sensibles. Y después el Gobierno
se divide entre economistas que no saben mirar el mundo de otra manera
más que como un banco de los Estados Unidos, y políticos
que buscan un lugar relativamente cómodo para jugar su propio partido.
A mí me parece que el destino de Alfonsín es salir de la
política y dar el ejemplo con su ausencia. En este mundo manejado
por los economistas que van y vienen de los Estados Unidos, a los que
los amenazan, presionan... Si todo está fácil de venirse
abajo es porque todo está realmente viniéndose abajo y simplemente
no nos avisan.
¿En la Argentina se gobierna o se acata?
Se acata. La política económica está diseñada
desde afuera al igual que las relaciones internacionales. Los márgenes
de movimiento de un gobierno son absolutamente mínimos. La deuda
externa, que ya es eterna, no es en estos momentos una intención
real que tienen de cobrarla. Ya es incobrable. Es un factor de presión
para cobrársela a través de los negocios que se han hecho
en todos estos años y que quieren seguir manteniendo.
¿A través de la deuda externa puede ser que ya no
necesiten gobiernos de facto en Latinoamérica?
En algún momento, cuando la situación social explote
y se convierta otra vez en germinador de personas que se tornan demasiado
desobedientes políticamente, no va faltar quien esté mencionando
la necesidad de mano dura. ¿Para qué quieren una dictadura
ahora si la dictadura está? Lo que a través de una dictadura
se quiere conseguir lo consiguieron a través de una democracia,
y lo dibujaron de una manera maravillosa. ¿Para que van a dar vueltas
poniendo dictaduras y desapareciendo gente, mostrándose malos
si lo pueden hacer siendo buenos? En consecuencia, todo lo
que querían en tiempos en que impusieron las dictaduras lo tienen
ahora. El único problema es que esto se les vaya de madre desde
el punto vista social y que entonces tengan que empezar a reprimir duramente.
Eso podría generar que nuevamente se dieran las condiciones para
que impulsaran la aparición de dictaduras. Pero creo que estamos
a salvo de eso simplemente porque no las necesitan.
Los piquetes y los cortes de ruta en Neuquén o en el Norte
cada vez están más cerca de Buenos Aires. ¿Qué
quiere decir esto?
Aquí se van a mezclar, por supuesto, tres o cuatro cosas
muy serias: una es la situación social real. Una pregunta que estamos
obligados a hacernos es cómo hace la gente para vivir sin comer,
para vivir sin una mínima esperanza. Cuando digo la gente no decimos
cinco o diez mil, estamos hablando de 15 millones. Es demasiado. Por otra
parte está el uso político que de la situación se
puede hacer, porque naturalmente ahora es muy fácil ir y agitar
las aguas en cualquier sitio porque están allí esperando
simplemente un líder. Donde no se rebelan es porque no hay un líder.
Si fueran caminando por la calle 50 personas y encontraran a alguien con
aspecto de líder estoy seguro que ahí mismo tendríamos
una manifestación, un corte de calles o lo que fuera. No caben
dudas que los problemas son los mismos pero ahora los que estaban adentro
del gobierno están afuera. Tenemos un cóctel muy explosivo
al que el Gobierno tendrá que dar una actitud realmente muy generosa.
Tiene que ser bombero: ir a apagar los incendios con lo que le pidan,
en los límites que tiene, es decir diseñar una idea de que,
no sé, dos mil tres mil millones de dólares se le van a
ir en apagar incendios que van a aparecer a cada rato en todos lados,
porque la situación es explosiva desde hace mucho tiempo pero ahorano
son y no se sienten parte del Gobierno los mismos desclasados, las mismas
personas que están padeciendo hambre y falta de empleo y una gran
desesperanza desde hace muchísimo tiempo.
Cuando le toca ir a relatar un partido a la provincia de Buenos
Aires, ¿no le da miedo cruzar la General Paz, por el tema del gatillo
fácil, la mano dura?
La otra semana fui a provincia y me asombró corroborar que,
como en el resto de Latinoamérica, están todas las casas
enrejadas de una manera que anuncia por sí sola cuál es
el grado de desconfianza que hay en la sociedad. Yo trabajo bastante con
el Padre Pepe de la Villa 21 y allí también las casas están
enrejadas.
Se acabaron los códigos de la villa: el pobre no le
roba al pobre.
Peor. Me dice el Padre Pepe que no son respetadas ni las personas
de afuera que van a ayudar. En otros tiempos eran intocables, hoy día
los despellejan. El Padre Pepe tiene como cinco parroquias dentro de la
Villa 21 para que la gente no tenga que cruzar la misma villa porque salen
de su gueto y en el otro, en el de al lado, el riesgo es muy grande. Se
mueve él para que la gente pueda concurrir. Hay gente maravillosa
que tiene que convivir con gente pesada y con ecuaciones más raras.
El nuevo componente de toda esta historia es la droga, que apareció
muy fuerte en los últimos 15, 10, 5 años, y cada vez más.
Esta es una sociedad que generó en un solo año trescientos
cincuenta mil nuevos pobres en Capital y Gran Buenos Aires.
¿Qué es hacerse de abajo?
A veces una casualidad o talento para algunas cosas o golpes de
fortuna. En mi caso es una sucesión de golpecitos de fortunas para
los que estaba relativamente preparado con un cierto bagaje personal.
¿Hay algún compañero suyo del colegio que haya
descollado en su actividad como lo hizo usted?
Sí. Hay una compañera que es una periodista muy conocida
en Uruguay.
¿Quién se hacía la rata cuando eran chicos?
Nunca me hice la rata porque mi mundo más lindo era el colegio;
no era un buen estudiante pero era feliz. Tenía los amigos, los
juegos, y cierta facilidad prácticamente para todas las materias.
Por otra parte, en los pueblos chicos hacerse la rata es casi una tontería
porque el tiempo de ocio es muy grande.
En un pueblo chico las diferencias sociales son más notorias
que en las ciudades. ¿Alguna vez de chico pensó por
qué a mí me tocó ésta y tal vez al compañero
de banco le tocó otra completamente distinta y él tenga
mas oportunidades que yo por un tema económico nada más?
Tenía un poco de resentimiento social que en realidad estaba
vinculado a la envidia que me provocaba que todas las chicas lindas le
daban bolilla a los hijos del doctor o de los comerciantes ricos y muy
poca a los muchachos pobres como yo. Quería mucho a los profesores
que trataban a todos por igual, o sea que había algo en mí
que estaba muy alerta sobre el trato injusto o desigual que pudieran darnos.
Pero tenía una atenta observación desde la condición
de persona que corría el riesgo de verse un poco no tratado como
él deseaba en función de esos aspectos sociales y económicos
de un pueblo. Son malas las sociedades chicas.
¿En qué momento comenzó a conocer chicas que
no se fijaran en el hijo del doctor?
A los 16 años me fui de Cardona, que es mi pueblo natal.
Ahí empezó una etapa distinta: ya no se sabía de
dónde venía, ya no tenía una historia conocida de
muchacho de familia clase media tironeada para abajo. En Montevideo, aquella
tensión que tenía sobre los tratos y demás se desvanece.
Es muy difícil ver mi vida de los 16, 17, 18 años que es
la que transcurre en Montevideo. Muy rápidamente empiezan ciertos
éxitos personales: enseguida consigo trabajo en radio que implicaba
un ciertorenombrón social en la pensión donde vivía
y en la vida del colegio. A los 18 años muy rápidamente
me convierto en relator y comienzo a viajar por el mundo. Se me empezaron
a dar cosas muy fuertes que aventaron los vestigios, aunque no definitivamente,
de las huellas de ese resentimiento que te marcan aquellas primeras experiencias
de ver un trato desigual, de tener que sufrir ciertas bofetadas mal dadas
por la vida en función de las cuestiones económicas.
¿En qué cosas del presente identifica ese resentimiento?
Yo le llamo resentimiento pero también podría ser
pertenencia a una condición social. Hace muchos años
que estoy bien económicamente, que me cierran las cuentas pero
nunca he podido pensar de una manera distinta a como pensaba políticamente
en aquellos tiempos. Soy una clase media con mucha cultura y esa es la
forma de protegerse frente al poder de los que tienen. Cuando se produce
un problema siempre tomo la posición que hubiera tomado cuando
tenía 14 o 15 años.
Mas allá de no tener inconvenientes económicos en
este momento, ¿tiene miedo de terminar sus días pidiendo
en la calle?
No, no, a veces fantaseo con que me va mal y sólo me preocupa
el tema de los hijos míos que han crecido sin las defensas que
a mí me dio la vida por haber nacido en un hogar de clase media.
Mis hijos crecieron con ciertas ventajas y no creo que uno sepa generar
las defensas para que, desaparecidas esas ventajas, la vida siga siendo
fácil como les ha resultado hasta ahora. Me preocupa ese aspecto.
En lo personal no tengo ningún tipo de problema, dicho esto desde
la más profunda convicción, en vivir con limitaciones y
afrontando problemas económicos. Me va a costar mucho dar un nuevo
foco a la vida de mis hijos pero yo no tengo problemas.
¿Les enseñó a ser solidarios a sus hijos?
Sí. Soy una persona muy solidaria y vivo constantemente pensando
en esos temas (que también tienen que ver con el origen), y creo
que ellos maman ese tipo de conductas. Son algo más egoístas
que yo pero en líneas generales tienen conciencia social. Pienso
que saben dónde están parados y no dejo de darles elementos
para que sean observadores lúcidos de la vida y no observadores
frívolos de lo que pasa. Además siempre los tengo aterrados
con lo que a mí me puede pasar en mi profesión y cómo
ciertas cosas se desbarrancarían, con lo cual les hago sentir un
poco que son hojitas en el viento ellos también. Cuando uno piensa
así es más fácil ser solidario.
¿Probó drogas alguna vez?
No.
¿Que pasa si un día abre la puerta y...?
¡No! Yo soy un tipo con tremendas adicciones. He tenido la
curiosidad del ¿cómo será?. Pero tengo
la certeza de que caería para siempre. No sabría entrar
y salir. Creo que se entra y se sale en algunos casos. Conozco muchos
casos de gente que ha entrado, probó y salió.
¿Cómo manejó el tema con sus hijos? Porque
son más chicos, son jóvenes, tienen el tema de la trasgresión.
¿Que pasaría si un día abre la puerta del living
de su casa y se encuentra con uno de sus hijos fumando un porro?
Bueno... drama... drama, afrontarlo como tal, mucho dolor, mucha
preocupación y mucha ayuda y mucho plegarme a lo que pudiera ocurrir.
Y si su hijo le dice muy relajado, con respeto: Papá,
dejate de joder, me estoy fumando un porro nada más.
No hay ámbito para que se genere ese diálogo. Vivo
haciendo contracultura no sólo respecto a la droga, sino con relación
a la televisión, al entretenimiento, a todo lo que a mí
me parece que tomado como una dirección única de la vida
es un peligro. Los saco mucho de la casa, soy un tipo de mucho salir,
comparto mucho cine y mucha música con ellos. No tengo escala de
autoridad dentro de la casa. En realidad siempreme dio mucha vergüenza
que me respetaran por padre y no en otra parte de la relación.
Hablando de contracultura ¿por qué hay mucha gente
que piensa que la música clásica solo sirve para relajarse?
A mí me sirve para excitarme, motivarme y energizarme. El
que dice que escucha música clásica para relajarse, ya sé
que no le interesa la música clásica. Creo que todo lo que
se puede hacer por los chicos en cuanto a oír música clásica
es bueno. También como forma de contracultura con mi hijo voy a
ver Aerosmith, no tengo ningún problema. Y además disfruto
y les muestro que disfruto y él me cree que disfruto. Pero también
lo llevo a ver jazz, tango, ópera y después él va
acordándose, dirigiéndose, y aprende a estar tres o cuatro
horas consigo mismo viendo de pronto un concierto o viendo una ópera
y a mí me parece que eso es bueno, que eso hace mucho bien.
¿Cuál es el placer que encontramos los hombres en
salir de copas con amigos?
Soy más de salir de café y lo hago con amigos. Me
encanta el ocio, es lo que más me gusta. Muchas veces estamos en
el Tortoni a las cinco de la tarde, dos horas ahí charlando (cuando
no hago el programa) arreglando el mundo, entra uno, se va el otro y muchas
veces hago el comentario en voz alta: qué fantástico
es estar sin hacer nada. La ambición descansa, uno siente
que es mejor persona, que nadie te hace daño ni podés hacerle
daño a nadie. Me siento muy identificado con el momento de no hacer
nada, incluso ni de hablar siquiera. Cuando estas con gente de mucha confianza
(que podés no hablar) quedarte en la contemplación de las
cosas es todavía más perfecto.
Va de cafés a las cinco de la tarde, ese es el plan. ¿Qué
pasa si uno de sus hijos dentro de un par de años le trae una novia
de 14 años cuando él tiene 28?
Nada. Me presentará alguna duda sobre como ha venido madurando.
Siempre uno se va a reservar una opinión para la novia del
hijo o el novio de la hija, pero soy de meterme poco.
Hay márgenes de libertad que yo he asumido con tal fiereza en mi
vida que me advierten de tener el mismo comportamiento con mis hijos:
doy márgenes de libertad. Si me escucha mi hijo me manda al diablo
porque va a decirme que hay un lugar en el que todavía no he transado:
no tengo problemas que vaya a donde quiera pero que vaya de una manera
que yo sepa cómo va y cómo vuelve.
¿Qué edad tenía cuando conoció a su
mujer y qué edad tenía ella?
Ella tenía 14 años y yo tenía 28.
¿Y qué pensaba su suegro?
Mi suegro pensó muy mal, legítimamente. Nos pusimos
de novios cuando ella tenía 16 (en realidad a los 14 la miraba
y la llamaba). Ya estando de novios mi suegro me dijo: bueno, a
partir de este momento sos un hijo más, espero que no me defraudes,
una cosa bastante elemental. Pero peleó mientras le pareció
que podía ser una tontería.
¿Qué le falta?
No tengo nada que pedir. No tengo ni objetivos ni nada. Estoy haciendo
el camino. Disfruto del camino, dejo que las cosas fluyan, no me presiono
con más objetivos, no quiero nada más.
¿Le gustaría dominar algún instrumento musical?
Me gustaría pero la falta de talento es total, definitiva
y asumida. Pero como contraprestación Dios me ha dado una actitud
de espectador vigoroso, de ver cuatro cosas distintas en un solo día:
una película, una obra de teatro, un concierto y un recital tarde
a la noche sin ningún tipo de problema.
Mientras haya Víctor Hugo no va a haber problemas de crisis
de teatro o cine entonces.
En cada uno de los sitios donde estoy normalmente he pagado mi entrada.
Esto lo digo porque los artistas te invitan y yo siempre paso por la boletería
y en el momento se produce a veces una discusión y la idea mía
es que soy tan espectador que me gusta pagar para esa condición
de espectador. Me van a dar algo y yo tengo que merecerlo. Y a veces la
manera de merecerlo es la entrada.
POR
QUE VICTOR HUGO MORALES
Por Juan Castro
El hombre que se hizo a sí mismo
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Revisando
la vida de Víctor Hugo Morales, me encontré con la
experiencia de un hombre que se hizo a sí mismo. De un comienzo
humilde despuntó a través de su pasión por
el fútbol su vocación periodística y se convirtió
en el Relator de América, y en un profesional
que si hoy tiene que elegir entre el deporte y el periodismo general,
opta por hacer Desayuno de lunes a viernes a las 7 por
el 7. Morales apuesta, no juega a lo seguro.
Entrevistar a Víctor Hugo y evitar el tema deportivo no fue
un desafío, da la impresión de tener un día
de 48 horas, con tiempo para ser cabeza de familia, trabajar, disfrutar
de sus amigos, ir al cine, al teatro, ser espectador de recitales
de rock y conciertos en el Colón, y hasta le sobran dos horas
para dormir una merecida siesta... ¿Demasiado bueno para
ser verdad? Morales tuvo el talento para armarse una vida a su medida...
y la disfruta, sin desconocer sus orígenes, miedos, neurosis,
talentos aciertos y errores.
Ninguna pregunta es menor para él, piensa, busca, encuentra,
expone sus contradicciones (una más interesante que la otra)
pero en ningún momento cruza su propia línea ética,
se conoce y sabe cuál es su límite.
Sus casi dos metros intimidan de la misma manera que podría
intimidarnos el abuelito de Heidi (todos tuvimos un grandote buenazo
en nuestro grupo de amigos). Es muy agradecido por la vida cómoda
que lleva, pero el no haberlo tenido todo cuando era chico lo pone
un tanto inseguro a la hora del futuro: sabe que no tiene nada ni
comprado ni asegurado, lo que tal vez sea para él un motor
para superarse día a día.
Cuando habla de sus hijos muestra los mismos miedos que tienen los
padres que miran su programa de noticias, no sólo por si
vuelven o no a casa, sino también por el país que
su generación nos esta dejando, que es muy distinto al país
de nuestros abuelos en el que poder decir la frase mi hijo,
el profesional, era sinónimo de progreso.
Un clon de Morales nacido en Uruguay en el 2000 no tendría
ni la mitad de posibilidades que las que tuvo el verdadero Víctor
Hugo: una pena, nos lo perdemos todos.
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