Por
Suzanne Goldenberg
y Virginia Quirke
Desde Gaza y Jerusalén
Barcos
de guerra y helicópteros artillados ejecutaron anoche su más
devastador ataque contra blancos palestinos en los dos meses que llevan
de sangrientas confrontaciones. Esta ofensiva fue la explosiva respuesta
al ataque con bomba mortero a un ómnibus de escolares ayer a la
mañana en el bloque Gush Katif de los asentamientos judíos
en el sur de la franja de Gaza, que mató a dos adultos e hirió
de gravedad a nueve personas, cinco de ellos escolares.
El bombardeo de dos horas, que dirigió la ira de Israel sobre las
sedes de Yasser Arafat, destruyó las esperanzas de que ambas partes
estaban inclinándose hacia una tregua y una vuelta a las conversaciones.
Después, el primer ministro Ehud Barak declaró que él
seguiría trabajando para detener la violencia, pero se comprometió
a hacer que la Autoridad Palestina comprenda que no logrará
nada con violencia. A su vez, los palestinos prometieron responder.
Esta es una nueva declaración de la guerra ofensiva contra
los palestinos, dijo el negociador Hassan Asfour. Los asesinos...
pagarán el precio. Mencionó a Barak, el ministro de
Relaciones Exteriores Shlomo Ben-Ami y el jefe del ejército teniente
general Shaul Mofaz, por sus nombres.
Los helicópteros apuntaron al cuartel general de la policía,
a las estaciones de televisión, a la pequeña marina palestina
y a un campo de entrenamiento para guardias que protegen a Yasser Arafat.
Arafat, que había denunciado con anterioridad el ataque al ómnibus
escolar, estaba en sus oficinas en la ciudad costera de Gaza durante la
ofensiva israelí. Uno de los edificios atacados por los helicópteros
israelíes quedaba a unos 200 metros de su oficina. Muchas de las
oficinas estaban bajo el control de Mahammed Dahlan, jefe del Servicio
de Seguridad Preventiva, que Israel sospecha que está detrás
del ataque al ómnibus, según la televisión israelí.
No se sabía nada sobre el paradero de Dahlan.
Tres grupos diferentes, el Hezbollah palestino, Al Aqsa Mártires
y Omar Al Mukhtar, se atribuyeron la responsabilidad del ataque al ómnibus.
El ómnibus blindado israelí estaba viajando con escolta
militar fuera del aislado asentamiento de Kfar Daron cuando fue atacado
por una bomba mortero. Dos adultos que acompañaban a los niños
murieron en el acto. Los muertos fueron identificados como Gabriel Biton
y Miriam Amitai de 35 años, madre de cuatro. Los nueve heridos
incluían a cinco niños, tres de ellos de una familia, Orit
Cohen de 12 años perdió su pie derecho, su hermano Israel,
de 8, perdió parte de una pierna y Tehila, de 7, sufrió
varias heridas de consideración en ambas piernas.
Los militares israelíes dijeron que tres palestinos activaron la
bomba y huyeron a pie desde el camino, que está bajo control israelí,
a un cercano territorio controlado por palestinos. La bomba desató
una ola de furia en Israel. Una multitud se reunió afuera mientras
Barak convocaba a una reunión de urgencia del gabinete. Los colonos
acusaban a Barak de tener sangre en sus manos y otros gritaban:
Arafat es un asesino.
Mientras la ciudad de Gaza se sumía en la oscuridad, cientos de
personas se volcaron hacia la principal avenida para mirar un cielo iluminado
de azul brillante por reflectores que guiaban a los helicópteros
a sus objetivos en todos los lugares de la ciudad. Más de 30 misiles
fueron lanzados en un bombardeo de dos horas. El fuego de Israel estaba
dirigido contra los edificios de varias organizaciones policiales de la
Autoridad Palestina de Yasser Arafat, incluyendo su fuerza de elite, de
guardaespaldas, el cuartel general de su movimiento Fatah, y la torre
de Radio Palestina. Los médicos en el hospital Shifa de Gaza dijeron
que pronto llegaron 50 heridos. A los pocos minutos del ataque, la ciudad
de Gaza era un caos. Mientras los bebés lloraban en la oscuridad
de los edificios torres, los infantes de la milicia Fatah, culpados por
los ataques de ayer por Barak, caminaban las calles con rifles de asalto.
OhBarak, escucha, escucha, decían caminando sobre los
vidrios rotos frente a los cuarteles del Fatah sobre la avenida Charles
de Gaulle, un edificio de tres pisos cuya fachada fue impactada por tres
misiles. Nuestro pueblo nunca se arrodillará.
En una sala de emergencia en el hospital de Shifa, hombres armados y con
varios uniformes de la Autoridad Palestina se abrían camino entre
la multitud, llevando camillas con sus compañeros heridos. Pero
un guardacosta no tenía remordimientos: Si no he disparado
contra ningún israelí hasta hoy, mañana los atacaré,
dijo Saifuddin Abu Shahala. Fue herido en la rodilla en uno de los primeros
ataques. El helicóptero se detuvo frente a nosotros, en el
aire sobre la playa. Ahí me disparó, dijo.
*
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
|