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Una noche de estrellas fugaces en Buenos Aires

La lluvia estelar fue vista en el sur de la capital y también en Buenos Aires. Algunos creyeron que se trataba de ovnis. Un astrónomo arriesga que fue un satélite desintegrado.

¿Era un pájaro? ¿Era un avión? No, pero tampoco era Superman. Era la chatarra voladora que surcó los cielos de Buenos Aires dejando tras de sí una brillante estela que confundió a los sorprendidos paseantes, que imaginaron naves espaciales extraterrestres. En la noche del lunes una lluvia de estrellas fugaces se hizo presente, cruzó el espacio y se perdió en el horizonte, un recorrido que aparentemente terminó en el mar. Los astrónomos consultados por Página/12 descartaron que se trate de un fenómeno natural. Mariano Ribas, coordinador del área de astronomía del planetario porteño, arriesgó una hipótesis: “Lo más probable es que se trate de un satélite que perdió su rumbo y terminó atravesando la atmósfera e incendiándose, generando el fenómeno observado”, detalló el especialista.
El lunes a las 20 se lanzó desde Rusia un satélite norteamericano que falló en su objetivo de llegar a su órbita y se incendió al entrar en la atmósfera. El satélite, llamado Quick Bird I, pesa casi una tonelada y se desintegró. “Las luces que se vieron son fragmentos del objeto y coinciden en su descripción con lo relatado por los testigos, por el gran fuego y por tratarse de un meteorito con una intensidad poca veces vista”, explicó Ribas, sin dudar que ésta fue la causa del fenómeno ocurrido.
Jorge, vecino de Parque Patricios, estaba paseando por la calle y vio a las 21.30 lo que describió a este diario como “una luz de color blanco amarillento con una estela chispeante. Duró varios segundos, fue cruzando el cielo y desapareció”. El fenómeno, visto en la zona sur de la capital y en áreas de la provincia, generó toda suerte de fantasías: agencias de noticias y algunos observatorios recibieron llamados de quienes creían ver una flotilla de ovnis en una excursión interestelar, ya que las luces avistadas circulaban alineadas, cruzando el cielo en forma casi horizontal. El espectáculo no fue en exclusividad para nuestro país, ya que también pudo ser apreciado en Uruguay. Guillermo Ramis, director del Weather System de ese país, aseguró que la intensidad de la luz observada “no es propia de la lluvia de meteoritos, que dura muy pocos segundos”.
Federico Kurtz, jefe del observatorio astronómico del Colegio Nacional San Isidro, también adhirió a la posibilidad de que se tratara de chatarra espacial, “ya que hay en órbita miles de objetos: satélites en desuso, partículas de cohetes, restos de pintura. Se calcula que puede llegar a haber 100 mil objetos que implican potenciales peligros, y tienen un tamaño que van desde un grano de arena hasta los que se consideran grandes, de 5 centímetros de diámetro. Al entrar en órbita se desplazan a una velocidad de 30 mil kilómetros por hora. El impacto puede provocar graves daños a estaciones espaciales o a misiones tripuladas”, apuntó el astrónomo. En los últimos años se está saturando el tráfico por la gran cantidad de satélites que giran alrededor de la Tierra (ver nota aparte). En cuanto al brillo observado, Kurtz explicó que “es generado por el intenso rozamiento entre la atmósfera y el objeto, que circula a gran velocidad. Este se calienta, se enciende y despide una intensa luz”.
El fin de semana pasado ya se había observado un fenómeno similar debido a la lluvia de las leónidas, intensas estrellas fugaces que dejan una estela que dura unos pocos segundos. Estas estrellas son partículas del cometa Temple Tuttle, y se trata de un espectáculo bastante común.
Los especialistas consultados adelantaron que en la madrugada del 13 de diciembre se podrá observar otra lluvia de meteoros de bastante intensidad.

 

 

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