Por Suzanne Goldenberg
y Peter Capella *
Desde Gaza y Ginebra
Un día de bombas y de
disparos de ametralladora azotó ayer los puestos judíos
estilo fortaleza de Cisjordania, mientras los militantes palestinos redoblaban
sus ataques para echar a los colonos. A la mañana después
de que buques armados y helicópteros israelíes atacaran
la ciudad de Gaza como represalia por el bombardeo de un ómnibus
escolar de colonos judíos, el ciclo mortal de venganza recomenzó.
Desde sus cuarteles en Ginebra, la Cruz Roja advirtió que el conflicto
había llegado a una encrucijada y llamó a israelíes
y palestinos a que dejen de apuntar a los civiles y a tomar represalias
contra ellos.
Angelo Gnaedinger, el delegado de la Cruz Roja para Medio Oriente, dijo:
Estamos, tanto en términos políticos como humanitarios,
en una encrucijada. Advirtió que el uso de armas extremas
y pesadas, tales como helicópteros de ataque, estaba llevando
los hechos al borde de una guerra. Mientras la gente de la
ciudad de Gaza se abría camino entre los escombros y los vidrios
para calcular los daños ocasionados la noche anterior, militantes
armados desataron su furia contra los grupos aislados de colonos judíos.
Es la manera árabe, si matan a uno de nosotros, debemos matar
a 10 de ellos, decía un automovilista palestino mientras
se esforzaba por escuchar la radio de un taxi vecino. A la tarde, dos
palestinos habían muerto por disparos cerca del asentamiento judío
de Gush Katif: uno había estado tratando de detonar una bomba en
un importante cruce de caminos; el otro, un policía, abrió
fuego contra tropas israelíes en Kfar Darom, el asentamiento judío
donde el lunes ocurrió el bombardeo del ómnibus. Horas más
tarde, mientras el primer ministro israelí, Ehud Barak, estaba
visitando una base del ejército en el área de Gaza, un hombre
israelí, de 18 años, recibió un disparo en la cabeza
de unos palestinos que abrieron fuego contra un convoy de colonos. Otro
israelí resultó herido anoche en dos explosiones en la misma
zona.
Los ataques de ayer pueden no cambiar la decisión de los 6500 colonos
judíos determinados a quedarse en Gaza, a pesar del amargo resentimiento
de más de un millón de árabes en este arenoso territorio
palestino. Los colonos, que controlan los escasos recursos de agua y las
mejores tierras de Gaza, disfrutan de una lucrativa industria agrícola,
pero para Israel su presencia se está convirtiendo en una realidad
cada vez más costosa. Aunque Gaza era el foco de la violencia ayer,
en Cisjordania no hubo un cese del derramamiento de sangre, que mató
a casi 250 personas en las últimas ocho semanas. Un adolescente
palestino murió de un disparo en el pecho por soldados israelíes
en Tulkarm. Otro palestino murió en Jenin. El potencial para un
mayor derramamiento de sangre aumentó después de que ciertas
figuras líderes palestinas proclamaron que el proceso de paz estaba
clínicamente muerto. En Ramalá, la Autoridad
Palestina anunció que, en áreas donde tiene jurisdicción,
sus 40.000 policías tenían orden de proteger a los manifestantes
del fuego israelí. Hubo docenas de instancias donde la policía
palestina disparó sobre soldados israelíes o los emboscó,
pero la directiva de ayer añadió un nuevo elemento peligroso.
Estamos en la misma trinchera con nuestra gente en un frente contra
los israelíes declaró Ahmed Abdel-Rahman, secretario
general de la Autoridad. Nuestros policías usarán
ahora sus armas en defensa propia en áreas bajo nuestra total soberanía.
Tienen el derecho a responder. Para los ciudadanos de Gaza, que
pasaron una noche aterradora en la oscuridad total, esperando que desapareciera
el ruido de los helicópteros, el día les trajo la certidumbre
que el castigo de Israel podría haber sido aún más
mortal. Sólo un hombre murió, y entre los 60 heridos la
mayoría sufrió heridas menores.
En la mezcolanza de casas de cemento que componen el densamente poblado
campo de refugiados de Jabaliya, los misiles agujerearon cada una de lasbarracas
de la escuela de entrenamiento para los guardias de Fuerza 17 de Yasser
Arafat, y en el caserío de refugiados varios niños fueron
heridos.
* De The Guardian de Gran Bretaña Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
EGIPTO
RETIRO A SU EMBAJADOR EN ISRAEL
Cuando un amigo (árabe) se va...
Por Khaled Dawoud*
Desde El Cairo
Egipto retiró ayer a
su embajador en Tel Aviv en señal de protesta por el bombardeo
israelí de Gaza. El canciller egipcio Amr Moussa dijo que la decisión
era el resultado de la agresión israelí contra el
pueblo palestino, y su uso excesivo e intencional de la fuerza.
Fuentes de la cancillería egipcia dijeron que no se había
tomado ninguna decisión sobre cuánto tiempo el embajador,
Mohammed Bassyouni, permanecerá en El Cairo. Las mismas fuentes
sostuvieron que el retiro era sólo el primer paso, ya que
ahora Egipto está realizando una reevaluación de toda la
situación en vista de la política violenta de Israel y su
escalada en el uso de la fuerza.
En 1979 Egipto había sido el primer país árabe en
firmar un tratado de paz con Israel, lo que le acarreó acusaciones
de sus vecinos de que había pensado en sus intereses antes que
en la solidaridad regional. Los pasados dos meses de violencia entre israelíes
y palestinos lo expusieron otra vez a esas críticas. Se está
haciendo más y más incómodo que Egipto mantenga relaciones
diplomáticas plenas con Israel, explicó ayer Hussein
Amin, un ex embajador egipcio en Argelia. Mientras tanto, dos asaltos
a bancos por grupos islamistas que dejaron 12 muertos en la zona del Alto
Egipto daban una pauta del creciente desafío fundamentalista.
El presidente Hosni Mubarak se había resistido a las presiones
desde los países árabes más duros, como Siria y Irak,
de romper relaciones con Israel luego de que comenzara la nueva Intifada
palestina hace más de siete semanas. Poco antes de ser el anfitrión
de una cumbre árabe el 21 de octubre, Mubarak recalcó que
se oponía a romper relaciones porque las comunicaciones con Israel
debían mantenerse abiertas. Cuando El Cairo rompió relaciones
en 1982 como protesta por la invasión del Líbano describió,
el diálogo con funcionarios israelíes se hizo muy difícil.
En ese momento el embajador egipcio permaneció en El Cairo por
ocho meses. Ayer el ministro de Relaciones Exteriores israelí,
Shlomo Ben-Ami, aseguró que no estaba considerando retirar a su
embajador en Egipto como represalia.
Jordania, el único otro país árabe que firmó
la paz con Israel, mantiene relaciones con Tel Aviv aduciendo que sus
contactos buscan beneficiar a los palestinos en eventuales negociaciones
de paz. Pero Jordania ya ha dado muestras de su malestar al suspender
el traslado de su nuevo embajador a Israel. El domingo, un diplomático
israelí en la capital jordana de Amman fue baleado y ligeramente
herido.
Los participantes de la cumbre árabe en El Cairo el mes pasado
habían amenazado con intensificar gradualmente sus medidas contra
Israel si la violencia no cesaba. Los gobiernos de Omán, Marruecos,
Tunisia y Qatar ya han decidido clausurar sus representaciones en Tel
Aviv y las oficinas similares que Israel mantenía en sus capitales.
Mauritania es ahora el único país árabe que mantiene
relaciones diplomáticas normales con Israel. Mustafá Kamel
el Sayed, un cientista político en la Universidad de El Cairo,
consideró ayer en una entrevista que era improbable que la decisión
de Egipto alterara la política de Israel hacia los palestinos.
Esta decisión complacerá primordialmente a la opinión
pública egipcia y árabe, que ha estado llamando a que se
dé ese paso, explicó.
El premier israelí Ehud Barak dijo ayer en una visita a Gaza que,
por supuesto, no estoy satisfecho con el hecho que Egipto decidiera
retirar a su embajador y deseo expresar mi deseo de que sólo sea
por un corto período. Egipto agregó tiene
un papel en el proceso de paz, un papel positivo, y no creo que el retiro
de su embajador contribuya a la continuación de este papel positivo.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
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